La restricción y limitación de las emisiones de CO2 del transporte aéreo es uno de los grandes retos del siglo XXI. Los aviones, con pocas posibilidades de electrificarse, representan una porción importante de los gases de efecto invernadero que se vierten a la atmósfera. La Agencia Europea de Medio Ambiente estima que el 3% del dióxido de carbono que contribuye al calentamiento del planeta proviene de la combustión del combustible en los motores de los aeroplanos, que además emiten otras sustancias perjudiciales para el clima como el metano o el ozono. Ese porcentaje podría ascender hasta el 5,8%, según los datos manejados por la Comisión Europea, y del 8%, según colectivos ecologistas.

Reducir ese porcentaje a cero es una tarea complicada y sin apenas explorar. Francia, por ejemplo, plantea prohibir los vuelos en distancias cortas para llevar los viajes a otras modalidades de transporte menos nocivas, como el tren. Las organizaciones sociales, por su parte, ponen el foco en el sector empresarial y su papel para rebajar la huella de carbono de la aviación comercial: los viajes de negocios. El peso ambiental de este tipo de trayectos representa, según los datos de Transport&Environment (T&E), en torno al 30% del CO2 que los aviones emiten a la atmósfera en Europa.

En torno al 30% de los viajes en avión tienen que ver con negocios

"Los vuelos de negocios representan un porcentaje muy interesante del total de vuelos que se producen. A diferencia de los viajes de ocio, que se sitúan en un ámbito mucho más subjetivo y difícil de regular, este tipo de vuelos tienen un potencial muy amplio en cuanto a limitación y reducción", opina Pablo Muñoz, portavoz de Ecologistas en Acción.

En paralelo a la actividad de los parlamentos y a las presiones de la sociedad civil, las empresas trabajan y crean sus propias hojas de ruta para reducir el impacto ambiental de sus actividades. Por ejemplo, en la Cumbre del Clima de Glasgow (COP26) 400 entidades bancarias firmaron un acuerdo para reducir sus emisiones a mediados de siglo y movilizar 112 billones de dólares a la descarbonización de sus inversiones. Otras compañías trabajan para implementar paulatinamente energías renovables en sus plantas y rebajar el CO2 de sus ciclos de producción. Sin embargo, todos estas promesas –que además no son vinculantes– tienden a olvidar el impacto del transporte en las cadenas de valor.

Así lo demuestran los datos de T&E que recogen los compromisos empresariales de 230 grandes compañías del planeta. De estas 193 no contemplan actuaciones para reducir los vuelos de negocios o lo hacen de una manera tibia y sólo el 8% plantea soluciones. En la lista, basada en los datos oficiales de las propias multinacionales, aparecen los nombres de doce empresas españolas: Mapfre, Telefónica, Repsol, Naturgy Energy Group, Indra, Inditex, Iberdrola, CaixaBank, BBVA, Banco Santander, ACS Group, Skunkfunk. Ninguna de ellas presentan compromisos ni horizontes para reducir las emisiones ligadas a los viajes de negocios.

Sólo el 8% de las 230 grandes empresas del mundo tiene objetivos para reducir los viajes de negocios en avión

En total, las doce compañías españolas suman 216.852 toneladas de CO2 al año, datos de 2019 previos al estallido de la pandemia. Esta cifra equivaldría a las emisiones totales de 246 aviones en un trayecto transoceánico de Madrid a Nueva York, según los cálculos realizados con la calculadora Atmosfair. Para poner en contexto, cada pasajero carga en uno de estos vuelos una media de 2,9 kg de CO2, una cifra elevada si se tienen en cuenta que los cálculos del IPCC hablaban en 2018 de un presupuesto mundial de 420.000 millones de toneladas de CO2 hasta 2050 para conseguir mantener el calentamiento del planeta por debajo del 1,5ºC. Si se dividen esas emisiones entre el promedio de población global, 8,8 mil millones de personas, cada individuo debería emitir una media de 1,500 kg de CO2 al año.

"Desde el punto de vista de la eficiencia del trabajo, ya hemos visto con la covid-19 que hay un margen para reducir los vuelos que no eran necesarios. Entendemos que conlleva ventajas a nivel ambiental, porque se reducirán mucho las emisiones, pero también para las empresas, que podrán ahorrar costes, y realizar reuniones por vía telemática. Además las plantillas de trabajadores se verán beneficiadas, ya que viajarán menos y tendrán una mayor capacidad para conciliar", expone Muñoz, cuya organización se integra dentro de la campaña de T&E.

Lucía Rua, responsable de Aviación de la organización ECODES, que también participa en la campaña de T&E, reclama que las compañías asuman el compromiso de reducir un 50% de sus viajes de empresa de aquí a 2030 y tiende su mano para "apoyar" en la elaboración de protocolos que contribuyan a recortar las emisiones asociadas a esta modalidad de transporte. "Se puede optar por reuniones telemáticas y en muchas otras ocasiones encontrar otras formas de desplazamiento que no tengan un impacto tan alto", indica. Ese porcentaje de reducción de los viajes corporativos supondría eliminar anualmente 32.600 toneladas de CO2 ligadas al sector, según T&E.