Una forma habitual de intentar explicar porque en Argentina hay una elevada inflación, mientras que en la mayor parte del mundo las tasas de variación de los precios son menores, es apelar a algún factor cultural.

"Los argentinos aumentan los precios por las dudas, está en su cultura". Es un argumento muchas veces escuchado. Algunos van más allá trascendiendo la barrera de la cultura para pasar a la biología sosteniendo: "Los empresarios argentinos aumentan los precios porque está en su adn".

Estas explicaciones culturales o biologicistas de los aumentos de los precios son el resultado de que las teorías tradicionales ortodoxas y heterodoxas no incorporan el carácter acumulativo y, por lo tanto, histórico de la inflación. 

Si los precios suben porque el Banco Central emite moneda en exceso, claramente la autoridad monetaria debe tener una característica cultural o biológica distintiva a la de otras bancas centrales, que lo lleva a emitir descontroladamente. Esa tesis se encuentra detrás de las declaraciones de ultraliberales que convocan a destruir el Banco Central, y en liberales más moderados que argumentan de una tendencia de los argentinos a sobreestimar la igualdad por sobre el crecimiento, recurriendo a crecientes déficits fiscales para sostenerla. 

Algo similar ocurre con las visiones heterodoxas que descargan en el empresariado concentrado las causas de la inflación. Si ella fuera la razón de los aumentos de precios, los empresarios argentinos tendrían un comportamiento distintivo frente a los demás del mundo, que los induce a remarcar permanentemente.

Para explicar la particular inflación local no hace falta acudir a comportamientos económicos irracionales. Basta con entender que la evolución de los precios tiene un carácter acumulativo y, por lo tanto, históricamente determinado. Así, una sociedad que, por alguna razón, tuvo un salto inflacionario que perduró en el tiempo gracias a determinados mecanismos propagadores (proceso que va de 2006 a 2010), puede ingresar en una senda inflacionaria con escalones cada vez más elevados. 

Esto sucede cuando, para reducir la incertidumbre que genera la variabilidad de los precios al tomar decisiones económicas que implican cierto plazo, como ser un contrato de alquiler, de crédito o una paritaria salarial, se empieza a introducir cláusulas indexatorias explícitas o implícitas. De esa manera, la tasa de variación de los precios de un año se proyecta al siguiente mediante el reajuste de alquileres, salarios, costo de financiamiento, entre otras.

Ese proceso de inflación inercial, donde los precios suben cada año por lo menos lo que aumentaron el anterior, puede ir escalando niveles al calor de cada salto devaluatorio, de tarifas o de precios internacionales. 

La aceleración de los aumentos de precios que provocan dichos eventos se transforma en un nuevo piso de inflación inercial, dando lugar a un sendero inflacionario sin necesidad de recurrir a teorías culturales o biologicistas sobre banqueros centrales o empresarios.

@AndresAsiain