Este libro, del reconocido historiador e intelectual italiano Giuseppe Galzerano, rescata las facetas olvidadas de un viaje tan significativo para Latinoamérica y, en especial, para los argentinos y uruguayos. Fincenzo Fondacaro, nacido en Bagnara Calabra (Reggio Calabria, Italia) el 3 de marzo de 1844, emprende junto a sus compañeros Pietro Tróccoli y Orlando Grassoni, dos marineros italianos, la fascinante aventura de atravesar el océano Atlántico en una pequeña y frágil embarcación, una pequeña cáscara de nuez (“un píccolo Guscio di noce”) que fue construido a tales fines en el Puerto de Montevideo, el “Leone di Caprera”, bautizado con ese nombre en honor a Giuseppe Garibaldi y a la isla en la cual éste reside en sus últimos años y muere.

El “Leone di Caprera” zarpa de Montevideo el 3 de octubre de 1880 y en junio de 1881 los tres corajudos marinos arriban al Puerto de Livorno en Italia. La investigación de Galzerano está nutrida de una abundante documentación y artículos periodísticos de los principales diarios de la época, de Buenos Aires, Montevideo, Milán, Nápoles, Roma, París y otras ciudades, que dan a conocer y divulgan una aventura fascinante, una historia de inmigración y coraje. Es la historia de tres marineros que desafían lo imprevisto, lo desconocido y el peligro extremo del océano a riesgo de la propia vida.

Giuseppe Galzerano propone en su texto un itinerario desde la mirada empática y fraterna del estudioso e investigador apasionado, revela la fascinante atracción que sobre ciertos espíritus ejerce esa tradición italiana de marinos y viajeros como Marco Polo, Américo Vespucio y el mismo Cristóbal Colón. “De América a Europa”, un escrito de investigación, evoca la estructura narrativa de la travesía, una de las estructuras fundamentales de la épica y la novela.

Mario Baquero Goyanes indica que el viaje no solamente es motivo y tema novelesco, sino una forma, una matriz, que implica la organización del material narrativo o informativo en episodios de una lógica temporal y espacial. La estructura del viaje (el “camino del héroe” o “monomito” según Joseph Campbel), posee sus íconos desde el regreso de Odiseo a su Ítaca, luego de la guerra de Troya que cuenta Homero, el derrotero que también desarrolla Eneas desde Troya hasta Roma, hasta la odisea medieval de Dante Alighieri por el trasmundo, un camino sustentado sobre el clasicismo grecolatino y la teología tomista, un curso que implica un descenso hacia las sombras que advierten los héroes, o sea el Infierno y el posterior ascenso por las colinas del Purgatorio y la plenitud y la contemplación del Paraíso y el Cielo.

De ese modo, el viaje se instaura como forma o método de conocimiento, no solamente de espacios inusitados o remotos, sino como paso hacia la identidad, es decir, tendrá su fisonomía histórica, de descubrimiento y exploración como en el caso de los normandos, de Marco Polo o Cristóbal Colón. En “La Odisea” y “La Eneida” cobrará su dimensión filosófica y en “La Divina Comedia” su realización teológica.

En “De América a Europa”, detrás del desafío y la aventura, subyace la otra aventura inicial, el vértigo de existir, una enseñanza y una indagación filosófica, un interrogante acerca del misterio de la condición humana. Los viajes de Fondacaro adquieren el valor de la metáfora fundante, la dimensión del transcurrir en las aguas de una existencia, llevada a cabo en este caso, realizada, puesta en acto en las aguas reales de un océano que separa y une a la vez dos espacios: Europa y América.

Arduo periplo de investigación el emprendido por Giuseppe Galzerano, una hazaña que puede ser leída a la vez como una gran novela en el entrecruzamiento de técnicas narrativas: la inclusión del diario de viaje, la documentación histórica, el recorte periodístico, la crónica, la poesía, casi a manera cervantina. Sabemos que no pocas veces las investigaciones científicas conducen o acercan a los investigadores a los límites de la novela. El caso más paradigmático quizá sea el de Umberto Eco con “El nombre de la rosa”, iniciada como un trabajo de investigación semiológica que, por el rumbo del mismo acontecer racional, condujo finalmente a lo que conocemos como una ficción esencial portadora de una verdad que no podría ser dicha de otro modo. Caminos mágicos los de la escritura y también el de los lectores, como es ahora en mi caso, que por momentos, al leer “De América a Europa”, creí estar leyendo no sólo una minuciosa investigación de hechos reales ocurridos, sino al mismo tiempo una atrapante historia que bien podría constituir una novela.

La modernidad producirá textos de viajes a través de la magnífica escritura de Edgar Allan Poe, Joseph Conrad, Robert Louis Stevenson y Heman Melville. “Manuscrito encontrado en una botella” de Poe es la clave de esta literatura rodeada de búsquedas y misterios que finalmente convergen hacia un descubrimiento: el descubrimiento de la identidad y la condición humana. El viaje, “el camino del héroe”, devuelve al viajero su verdadero rostro, el encuentro con su destino. En nuestra literatura argentina pensemos en el mítico viaje del reserito en “Don Segundo Sombra” de Ricardo Güiraldes, travesía que le devolverá al personaje su identidad, una identidad que tiene que ver con esa sombra en la que se va convirtiendo el gaucho en medio de la llanura que poco a poco se va transformando y modernizando. No puedo dejar de pensar en “E la nave va” de Fellini. La nave de Fondonaro, ese piccolo guscio de noce, realiza la gran proeza que actualiza de algún modo las reminiscencias del “Arca de Noé” o “El viaje al Parnaso” de Cervantes.

Luego de la hazaña, dos de los navegantes, ante la posible indiferencia de los reyes y sus contemporáneos, se ven compelidos a regresar al Río de la Plata. Vincenzo Fondacaro intentará un nuevo cruce del Atlántico, partiendo desde Buenos Aires en mayo de 1893, en una embarcación aun más pequeña que el “Leone di Caprera”. En octubre el gobierno argentino anuncia su desaparición en las agitadas aguas del océano y de la muerte. Orlando Grassoni, quien quedó en Italia, muere en Génova en 1901 y Pietro Troccoli fallece, recordando la fascinante hazaña marítima de sus días más luminosos, en agosto de 1939 en Montevideo, ciudad en la que residía en su humilde casa.

El “Lione di Caprera”, la pequeña embarcación, en la que los tres aventureros desafiaron al océano, aún hoy sobrevive en el Museo Naval Histórico de Milán, aunque en condiciones de semi-abandono material e histórico.

“Dall 'America all 'Europa”, escrito y editado en italiano, aguarda sin duda la traducción al español como respuesta a la demanda de los lectores hispanos. Esperemos que pronto su transposición a la lengua de Cervantes y su publicación en castellano sea una realidad.

*Escritor y psicoanalista