"No puede haber un derecho detrás de cada necesidad". La provocadora afirmación formó parte del discurso del vicepresidente de la Corte Suprema, Carlos Rosenkrantz, en la inauguración del año académico de la Escuela de Pregrado de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, donde fue a hablar especialmente sobre "Justicia, Derecho y Populismo". Fue una expresión antiperonista a la que apeló para definir al populismo y describir su relación con el derecho, y que usó como forma de descalificar la famosa frase de Eva Perón: "Donde hay una necesidad nace un derecho". Toda la exposición del juez amigo del operador macrista fugado Fabián "Pepín" Rodríguez Simón, consistió en una negación de las desigualdades, la exaltación del individualismo y la exhibición de una preocupación por el "costo" de las transformaciones y de "cada derecho". El pensamiento del supremo no es novedoso pero este sinceramiento llega en un momento particular, cuando uno de los grandes puntos de tensión en plena debacle económica es la distribución de la riqueza. Hubo 17 gobernadores que se quejaron ante la propia Corte —que debe resolver la demanda del gobierno porteño por fondos coparticipables para seguridad— por el reparto inequitativo de recursos. Este jueves se reúnen con Alberto Fernández para redondear un proyecto de ampliación del máximo tribunal, que también se discute en el Senado. La reacción del gobernador Axel Kicillof, el dirigente de la UTEP, Juan Grabois y diputados, en esta nota.
Rosenkrantz habló en Chile, la semana pasada, como vicepresidente de una Corte Suprema cuya mayoría "amarilla" --él mismo integra-- que hoy se encuentra alineada con la oposición pero que curiosamente tiene dos miembros que se reconocen como peronistas, Horacio Rosatti, presidente supremo, y Juan Carlos Maqueda. Ricardo Lorenzetti, quien muestra algunas discrepancias con el trío, también tuvo su paso por el peronismo. El discurso del supremo, designado por Mauricio Macri, amagó en un comienzo con la hipótesis de que puede haber populismos "de izquierda o de derecha", pero quedó claro que en su propia concepción lo equiparaba con el peronismo, con cierto desprecio, y llegó a decir que puede ser, en una hipótesis, "un problema" para la democracia.
La referencia se advierte en este pasaje: "El populismo es relativamente insensible a la cuestión del costo que involucran las reformas que proponen, porque la urgencia del cambio solo es posible cuando los costos del cambio no se hacen explícitos o no se identifica con precisión quienes son los que pagarán dichos costos; la insensibilidad al costo se sintetiza de modo patente en una afirmación muy insistente en mi país que yo veo como un síntoma innegable de fe populista según la cual detrás de cada necesidad siempre debe haber un derecho". Después completó la idea con el concepto de que si bien es deseable un mundo "en que todas las necesidades son todas satisfechas es deseado por todos pero ese mundo no existe porque nos encontramos en situación de escasez. No puede haber un derecho detrás de cada necesidad sencillamente porque no hay suficientes recursos para satisfacer todas las necesidades", leyó de un escrito. "En las proclamas populistas hay siempre un olvido sistemático de que detrás de cada derecho hay un costo", insistió. Repitió cuanto pudo la palabra "costo". Quedó claro su deseo de mantener el statu quo, con eso las inequidades y su cuestionamiento a los cambios empujados en luchas colectivas.
Respuesta de Kicillof
"Me llama la atención esa mirada tan ideológica. Que exista escasez no anula los derechos. Pero ¿Es escasez o un problema distributivo? Doy un ejemplo. Dicen que Argentina produce alimentos para 400 millones de personas. Entonces, que haya hambre en la Argentina ¿Es por falta de recursos o porque están mal distribuidos? No estoy de acuerdo. Donde hay una necesidad, nace un derecho. Además, ¿Qué propone? ¿Eliminar la declaración de los derechos del niño porque tienen un costo? ¿Será la ONU populista cuando habla de derechos?”, le dijo el gobernador bonaerense Axel Kicillof a Página/12, al analizar el discurso de Rosenkrantz. Kicillof es uno de los mandatarios provinciales que reclamaron ante la Corte Suprema --frente a la sospecha de que podría favorecer a la Ciudad de Buenos Aires en el criterio de reparto de fondos coparticipables para seguridad-- y que claman por una reforma del alto tribunal. “Es cierto que algunos con mirada neoliberal piensan que donde hay una necesidad lo que hay no es un derecho sino un negocio. Eso sí, para los que tienen recursos”, remató Kicillof.
Reacción de Grabois
"Ellos (los supremos) entienden el derecho como un adorno del poder fáctico. Rosenkrantz rechaza que donde hay una necesidad nace un derecho porque cree que los derechos nacen donde esta los privilegios. Es la mentalidad de una Corte aporteñada de cuatro marionetas del poder. Si no vamos a una Corte federal, con un miembro por provincia, paridad de género y excelencia insitucional, nunca vamos a tener una justicia justa. A la víbora se la corta por la cabeza. Necesitamos sacar la Corte Suprema de la Ciudad de Buenos Aires, llevarla a la Argentina profunda, lograr que refleje el poliedro de nuestra patria y no la esfera de poder concentrado en las 20 manzanas de la city", le dijo el dirigente Juan Grabois, de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP) y del Frente Patria Grande, aliado del Frente de Todos (FdT).
Más voces
"Lo sabíamos, pero hoy quedó más claro que nunca. Rosenkrantz está en las antípodas de Evita. Hay que dejarlos hablar. Que expresen lo que realmente piensan. Para que cada argentino y argentina sepa en qué lugar están parados los que imparten justicia. Siempre, del lado Evita de la vida", escribió en Twitter el jefe del bloque del FdT de Diputados, Germán Martínez, en un posteo donde compartía parte de los dichos del supremo. También se pronunció en las redes sociales el secretario general de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA) y diputado nacional del Frente de Todos, Hugo Yasky, publicó en la red social que "esta Corte Suprema es una vergüenza para el pueblo argentino" y refrescó antecedentes de Rosenkrantz: "Aceptó entrar al máximo tribunal por decreto, representó a las corporaciones, impulsó el 2x1 para liberar a los condenados por delitos de lesa humanidad, está en contra de ampliar derechos".
"Quien nunca pasó necesidades, como este señor, jamás sabrá de derechos. Estas declaraciones no hacen más que reafirmar el divorcio que hay entre una parte de la Justicia y la gente, sobre todo de la más vulnerable. Mientras ese divorcio exista, la Justicia será para los que no tienen necesidades", le dijo a este diario el diputado José Luis Gioja, vicepresidente primero de la Cámara Baja, y también se pronunció en Twitter. "Ir por más y mejores derechos debería ser obligación de la Corte", añadió.
"Muy objetivo e imparcial el juez amigo de Pepín Rodríguez Simón y que aceptó ingresar al tribunal por decreto", dijo con ironía la abogada Natalia Salvo, de la Corriente de Abogadxs Laboralistas. Desde el Espacio "Palabra Justa" Sergio Job sostuvo que "el derecho y la lucha por los derechos parte de necesidades humanas insatisfechas siempre. El nivel de ahistoricidad y deshumanización que reflejan las declaraciones del juez de la Corte deben encender la alarma final para que los restantes poderes del Estado produzcan los cambios necesarios (...) El desarrollo humano, el progreso económico con justicia social, la generación de empleo, la igualdad de oportunidades y posibilidades sin discriminación, la gratuidad de la educación pública estatal, la protección cultural y pluralidad cultural, el derecho a una vivienda adecuada, son entre otros, derechos humanos que desde el año 1994 forman parte de nuestro bloque constitucional/convencional. La Corte tiene la obligación central de garantizar la efectiva tutela judicial. Las palabras de Rosenkrantz no solo evidencian su posición ideológica y de clase sino el desconocimiento y negación de un bloque normativo reconocido internacionalmente orientado a garantizar la vida digna de toda y todas".
Sello propio e individualismo
"Todo populismo pregona el cambio ya, no comparte la idea de que sin sustentabilidad en el tiempo no hay progreso verdadero. La necesidad de cambio instantáneo y radical que vocifera el populismo es más amenazante para los derecho individuales y los procedimientos constitucionales que otras formas de concebir la política más respetuosas de los tiempos necesarios para efectuar las reformas deseadas, para realizar el ideal de igualdad en las sociedades modernas. La dinámica degradante de las instituciones que el populismo puede producir no es el único problema del populismo", dio Rosenkrantz más cerca del final, donde se hizo cada vez más nítido su punto de vista. "El populismo plantea --señaló-- un desafía directo al espíritu del liberalismo sencillamente porque degrada la importancia de la responsabilidad individual en la medida en que supone la primacía de una entidad supraindividual trascendente e indefinida, lo que necesariamente degrada la importancia que debe tener nuestras decisiones en la conformación de nuestro destino personal. El populismo ignora los costos de las decisiones que individualmente tomamos y denigra al individuo, lo infantiliza. Si bien todos somos responsables de la situación de todos, cada uno es responsable de su propia situación".
Quienes conocen la trayectoria y las decisiones de Rosenkrantz dentro de la propia Corte Suprema, saben que este enfoque no es nuevo. Lo ha traducido en sus fallos. Siempre en disidencia, en contra, cuando se trata del reconocimiento de derechos sociales (educación, salud, vivienda, entre otros) o directamente esquivando pronunciarse. Su posición constante ha sido negar derechos laborales y reconocer, en cambio, los empresariales y del poder económico. Su postura regresiva y restrictiva en derechos humanos, condensada en su diseño del fallo del 2x1 a favor de los genocidas, resume su pensar. Su puesta en un discurso público como juez supremo argentino en la tierra de que hoy gobierna Gabriel Boric no deja de ser impactante y se potencia en el contexto actual.