Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), también conocidos como Objetivos Globales, fueron adoptados por las Naciones Unidas en 2015 como un llamamiento universal para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar que para el 2030 todas las personas disfruten de paz y prosperidad. 

Nos interpelan, contribuyendo a crear una sociedad más informada y consciente, así como a realzar los valores de la sostenibilidad, la equidad de género, la justicia, los derechos humanos y el papel que debe desempeñar una ciudadanía activa y consciente.

El objetivo número once de los ODS, propone lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles. El Gran Aglomerado Urbano del Valle Central (conformado por los municipios Capital, Valle Viejo, Fray Mamerto Esquiú y Capayán) liderado por la ciudad de Catamarca, se encuentra ante el desafío de discutir socialmente los problemas ambientales que nos aquejan y que parecen lejanos, pero que, en realidad, ya los estamos padeciendo.

Una de estas dificultades se encuentra en el área central de la ciudad de San Fernando del Valle de Catamarca. El automóvil ingresa al área central y, sobre todo, al casco histórico, ocasionando inconvenientes que ponen en evidencia la supremacía de los vehículos sobre el peatón, deshumanizando sus calles. El mensaje es aceptar el nuevo enfoque que se viene para trasladarnos por la ciudad: el de la movilidad sustentable, en el que está claro que el automóvil fue el paradigma del siglo XX.

Para dar una solución a esto, Jaume Barnada, quien trabaja en la oficina de Ecología Urbana del Ayuntamiento de Barcelona, propone que “el camino es plantear un trabajo urbanístico estratégico, continuado y pensando siempre en variables a corto, mediano y largo plazo”. La Comisión Asesora del Plan Estratégico Integral de Catamarca, que trabaja con organizaciones de la sociedad civil y personas en los temas estratégicos para el desarrollo integral de la ciudad como son: la equidad, el cambio climático, la digitalización, la gobernanza y el desarrollo económico; está debatiendo en su seno, la conveniencia de implementar las supermanzanas a un plazo de diez años.

Las supermanzanas consisten en la agrupación de una serie de manzanas contiguas a través de la peatonalización o restricción parcial del tráfico de las vías que las conectan, generando un gran bloque de actividades urbanas done los peatones tienen la prioridad. Se prioriza la circulación peatonal y en bicicleta, reduciendo los límites de velocidad y el acceso, del modo que sólo residentes y unidades de servicio de las edificaciones del lugar pueden transitar por las vías locales internas.

Como puede verse en la imagen que ilustra esta nota, se genera un sistema de vías con diferentes capacidades de servicio, donde las calles externas que rodean y definen la supermanzana son calles arteriales de la ciudad, mientras que las internas mantienen un carácter completamente local. Adicionalmente, en las calles internas se establece un circuito de circulación donde cada una tiene una sola dirección que reduce el tráfico y genera espacios libres de auto en las supermanzanas.

Las nueve manzanas comprendidas entre las calles Esquiú, Maipú, Chacabuco y Salta, que conforman el sector más relevante de nuestro casco histórico ya están en condiciones para poder implementar la primera supermanzana de la ciudad de Catamarca. Sólo restaría intervenir los solados de las calzadas de las dos cuadras que faltan de calles San Martín y Sarmiento.

Aquí chocamos con la idiosincrasia local, que es la dificultad de desprenderse de la idea de estacionar el automóvil en la puerta del lugar al que vamos a realizar algún trámite, actividad laboral o de ocio y el negocio de las playas de estacionamiento. Pero lo cierto es que desde la perspectiva de la peatonalización y restricción del tráfico se puede decir que esfuerzos similares a las supermanzanas son populares en todo el mundo. Por ejemplo, los cascos históricos de muchas ciudades han sido peatonalizados en los últimos años para reactivar el turismo, proteger su patrimonio arquitectónico y promover alternativas para la movilidad sostenible.

Por otra parte, esta acción debería ir acompañada en nuestra ciudad en las calles Salta, Maipú, Chacabuco y Rojas, por la profundización de la idea de circulación exclusiva del transporte público de pasajeros y de las bicicletas, desalentando la circulación de automóviles; constituyendo auténticos “ejes ambientales” que vayan estructurando la idea de la necesidad de calidad ambiental en el área central.

Concluimos señalando enfáticamente que los separadores físicos de las ciclovías de la ciudad y el Gran Aglomerado Urbano del Valle Central deben mantenerse, a pesar del malestar de algunos conductores de automóviles, ya que es un derecho del ciclista el de preservar su integridad física durante su traslado. Estos dispositivos deben estar presentes, así como deben seguir construyéndose muchos kilómetros más de ciclovías, hasta que entendamos que la movilidad sustentable es el paradigma del siglo XXI.

*Arquitectura