La situación de pobreza e indigencia en los chicos también se modifica si el jefe de hogar es un varón o una mujer, al replicar las variaciones salariales y en la probabilidad de conseguir un trabajo a raíz de la desigualdad de género. El porcentaje de chicos en la pobreza en los hogares en donde el principal ingreso proviene de la actividad laboral de la mujer es del 55,3 por ciento, frente al 42,9 por ciento si el primer ingreso es responsabilidad del varón. En el caso de la pobreza extrema, los números se ubican en el 17,1 y el 6,8 por ciento, respectivamente. El informe de Unicef también evalúa el impacto de las transferencias monetarias que realiza el Estado sobre la medición de pobreza e indigencia en hogares en donde hay niños, niñas y adolescentes. Una conclusión es que ese tipo de programas reducen un 30,8 por ciento la pobreza extrema y un 5,6 por ciento la pobreza general. La principal transferencia es la Asignación Universal por Hijo (AUH), programa que entró en vigencia en octubre de 2009. La AUH se actualiza según el mismo índice de movilidad que rige para los haberes jubilatorios. En marzo, la AUH subió a 1246 pesos por hijo.

Si el Estado dejara de destinar fondos a los programas de transferencia monetaria (con exclusivo protagonismo la AUH), la pobreza en los hogares donde hay niños, niñas y adolescentes subiría del 47 por ciento a un valor por encima del 50 por ciento. En tanto, la AUH reduce la pobreza infantil extrema de un 16 por ciento, hasta el 10,8 por ciento actual.

“La pobreza baja un 50 por ciento entre los niños en hogares cuyos jefes o jefas son asalariados informales y casi no modifica la situación de los hogares con asalariados formales. También genera reducciones significativas en hogares con jefatura femenina y bajo clima educativo. Esto muestra una focalización adecuada de las transferencias”, dice el informe. En cambio, “en los hogares nucleares –a cargo de dos mayores– la percepción de una transferencia tiene el mayor efecto, mientras que los niveles de pobreza de los niños en hogares monoparentales son los que menos cambios muestran”.

El economista de Unicef Sebastián Waisgrais advierte que “en los hogares del decil más bajo de ingresos (hasta 7500 pesos), el 95 por ciento de los chicos están bajo situación de pobreza extrema. Ahí se ve un problema en el valor de las asignaciones y se impone la necesidad de revisarlas”. “También falta una política centrada en la primera infancia, que permita igualar la oferta de guarderías, a las que sólo acceden los chicos ubicados en la franja del 20 por ciento de mayores ingresos. Otra situación de gran desigualdad entre los chicos se manifiesta en los años de escolaridad, la sobreedad escolar y el embarazo adolescente, que es un fuerte condicionante socioeconómico”, agrega waisgrais. El especialista destaca como una buena medida la inclusión de monotributistas en la AUH pero afirma que hay todavía 1,5 millón de chicos elegibles para recibir la asignación pero no lo hacen por falta de información y documentación.