La especialista en comunicación y semiótica Susana Rodríguez sostuvo que el texto de amenaza que en febrero de 1977 recibieron varios testigos del homicido de Fidel Yazlle parecía "a todas luces (...) camuflado". A esta afirmación se le sumó la del criminalista Carlos Párraga, quien aseguró que la persona que escribió esa carta es la misma que hizo el croquis del lugar del crimen, incorporado al sumario policial. 

Yazlle fue asesinado la noche del 11 de febrero de 1977, en el pueblo de Coronel Juan Solá, al que en la zona se conoce más por el nombre de su estación ferroviaria, Morillo, en el Chaco salteño. El tren tiene su parte en esta historia, porque tras dispararle, los asesinos llevaron el cuerpo hasta las vías del ferrocarril, ya cerca de la estación Pluma de Pato, a unos 26 kilómetros. 

El crimen permanece impune hasta ahora. La viuda de Yazlle, Teresa Francisca Toledo, viene dando una pelea desde hace 45 años para que se investigue a integrantes de la Guardia del Monte, un grupo de tareas de la Policía de Salta que tenía su sede en Metán, en el sur salteño. Por su insistencia, están siendo juzgados el que era jefe de este grupo, Andrés del Valle Soraire (ya condenado por otros delitos de lesa humanidad) y el jefe de Zona de la Policía en el momento del homicidio, Víctor Hugo Palermo, que intervino en el sumario policial tras el crimen. 

Este sumario tiene una suma de cuestiones poco claras. Algunas se señalaron en la audiencia pasada del debate, que se lleva a cabo los martes, en el Tribunal Oral en lo Federal N° 1 de Salta. 

El 23 de febrero de 1977 varias personas de Morillo, que habían visto a los hombres que preguntaban por Yazlle o habían presenciado el momento en el que subió a la camioneta en la que se movilizaban los atacantes, recibieron una carta de amenaza. 

La firmaba un "Comandante Enrique" del "Ejército Revulocionario del Pueblo", así, con error en el nombre del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). La diferencia fue reiteradamente destacada por Susana Rodríguez, que tiene una maestría en comunicación y semiótica y fue docente de la Universidad Nacional de Salta.  

En 2007 elaboró un informe sobre esta misiva. Del análisis semiótico destaco que contiene enunciados escritos de "una manera muy particular". Entre ellos, destacó la frase "resuelve por decreto", un término de uso oficial. 

"Los elementos discursivos demuestran un desconocimiento del tipo textual", un "escaso dominio de la sintaxis oracional", "es evidente esa oralidad del texto, el escaso dominio de la escritura". "Supongo que quien ha escrito esto es alguien sin ninguna clase de dominio de la escritura", afirmó. Se trata, dijo, de "un enunciador que a todas luces ha camuflado un texto". En el análisis del discurso se advierte que hay una intencionalidad textual, una intención de camuflarlo. "Todo el texto está mostrando ese querer para hacer pasar algo por otra cosa". 

A los abogados les costó interrogar a la especialista. Se notaba la dificultad de manejarse en un terreno poco conocido en los tribunales. Sin embargo, quedó claro que el texto fue escrito por un enunciador que no era precisamente del ERP: "Es poco probable que esto haya sido realizado por organizaciones políticas", aseguró Rodríguez. "Hay una confusión semántica muy evidente en el texto", "es tan evidente el camuflaje"; es más, "puede haber sido elaborado por alguien que tenía algo en contra del ERP", insistió ante las repreguntas. 

Como para que no queden dudas, agregó que el texto pudo haber sido realizado por alguien de escasa instrucción, eso se ve cuando se piden escritos en las comisarías, completó. 

El mismo patrón caligráfico 

Este testimonio se conecta con el del criminalista Carlos Párraga, que en 2017, a pedido de la querella de la familia de Yazlle, hizo un análisis forense de los elementos que había en la causa. Dijo que revisó croquis, cartas y otros documentos. 

Y comparó el manuscrito de la amenaza con el de los croquis del lugar del crimen realizados por la Policía. ""Existían semejanzas", afirmó. Añadió que ambos "correspondían a un patrón caligráfico similar". 

Detalló después las particularidades de ciertas letras, como la R, que "tenía individualidades muy únicas que se repetían en ambas escrituras", la carta de amenaza y el croquis de la Policía. Y la S tenía un "automatismo", algo único de esa persona. Además, "hay similitudes en cuanto al calibre (el ancho o grueso del trazo) de ambas escrituras", "es muy alta la probabilidad" de quien hizo el croquis haya realizado la carta, concluyó. 

Por otro lado, bajo el título "Anacronismos en el accionar policial posterior al hallazgo del cuerpo de la víctima", el informe del perito detalló una serie de discordancias en las constancias del sumario. Por ejemplo, un radiograma policial del 12 de febrero de 1977, la mañana después del homicidio, dice que se busca una camioneta con manchas de sangre; sin embargo, en ese momento se supone que no se sabía que Yazlle había sido baleado dentro del vehículo de sus asesinos, porque su cuerpo, encontrado esa mañana en las vías del tren, estaba destrozado y todavía no se había hecho la autopsia de los restos que pudieron reunirse. "Se informa antes esa circunstancia de ser sabida o ser informada de una manera oficial", resaltó Párraga. 

Además, la carta de amenaza contenía información que para esa fecha era solo conocida por la policía. 

Asimismo, el criminalista reconstruyó la mecánica del crimen. Basándose en dos testimonios, uno de ellos el de un ex policía, concluyó que efectivamente Yazlle recibió disparos a quemarropa antes de ser arrojado a las vías. El forense que hizo la autopsia no encontró heridas de balas, pero sí determinó que los cortes del paso del tren fueron post mortem. 

Otro dato interesante que destacó el testigo es que, a pesar de que la ropa de una persona asesinada es de importancia para la investigación, porque suelen quedar las huellas del ataque, en el informe del forense que hizo la autopsia no se indica que haya tenido la ropa para analizarla. 

Los datos aportados por Rodríguez y Párraga vienen a sumar datos que apuntan a la participación de miembros de la propia Policía en el crimen de Fidel Yazlle. Ya otra testigo dijo que la noche del secuestro la policía no permitía que la gente saliera de sus casas, lo que para la querella es una prueba de que hubo una zona liberada para llevar a cabo el homicidio.

En la última audiencia también declaró el médico legista Roberto Oscar De Pietro, que en el momento del crimen trabajaba en Gendarmería Nacional y en la Policía de Salta, y en esta función elaboró un informe forense sobre el cuerpo de Yazlle en el que aseguró que no tenía orificios y otras huellas de arma de fuego o cuchillos. Pero ahora De Petro se amparó en la desmemoria, ni siquiera recordó el nombre de la víctima. "De aquella época prácticamente no recuerdo nada", aseguró. 

A diferencia de De Petro, el enfermero Carlos Villagra sostuvo haber observado al menos un orificio de bala en el cuerpo. 

Por otro lado, también declaró Román Salas, que encontró los restos esparcidos de Yazlle, en las vías del tren. 

Y dió su testimonio el ex ministro de Gobierno, Justicia y Derechos Humanos de Salta, Marcelo López Arias, que como abogado asistió a perseguidos políticos, y ratificó que conoció a Teresa Toledo en 1986, en el juicio a integrantes de la Guardia de Monte por los homicidios de Oscar Ramón Rodríguez y José Lino Salvatierra, cometidos en mayo de 1977. Toledo reconoció ahí al policía Fortunato Saravia como uno de los hombres que anduvo preguntando por su marido antes de que lo mataran. 

Segundo Bernabé Rodríguez, hermano de Oscar, que durante años acusó a la Guardia del Monte por el doble homicidio, también declaró el martes, pero aportó poco, aunque sí confirmó que los policías de esta patota andaban siempre en una camioneta no oficial. Los hombres que mataron a Yazlle se movilizaban en una camioneta.