El Presidente Alberto Fernández regresó el sábado de Los Ángeles a la Argentina con una certeza: en un mundo signado por una guerra, que además sufre las consecuencias de una pandemia, la discusión sobre cómo salir de este presente debe necesariamente incluir a los países del hemisferio sur, que sufren también las consecuencias del conflicto y que son grandes productores de proteínas y abastecedores de energía. Fue el reclamo que fue a llevar a una cumbre particular, marcada por la exclusión de Cuba, Venezuela y Nicaragua, una decisión unilateral del país anfitrión sobre la que dejó expresado su rechazo. En el último día de la cumbre, junto al resto de los jefes de Estado escuchó de boca de Joe Biden una alerta concreta sobre el escenario global, en el que el presidente de Estados Unidos no descarta la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial. 

Fue en el almuerzo de trabajo que compartieron el viernes, cuando el presidente anfitrión mencionó el tema. Biden le transmitió a los mandatarios que es escéptico sobre un final cercano para la guerra en Ucrania: "Conozco mucho a Putin y por eso sé que no puedo esperar mucho de él", fueron sus palabras, según pudo reconstruir Página/12

La Tercera Guerra Mundial en el menú

En medio de la comida que incluyó burrata, pollo y té helado, se habló también de la preocupación por que entren en escena las armas nucleares tácticas que tiene Rusia, si el conflicto sigue escalando. "Tengo información clasificada que no puedo compartir con ustedes, pero el riesgo de una tercera guerra mundial es muy grande. Y las consecuencias son inimaginables", alertó en ese almuerzo al que Fernández fue acompañado por Sergio Massa, y en el que el asesor especial del Gobierno de Estados Unidos, Christopher Dodd (quien estuvo en la Argentina en mayo pasado y se reunió con el Presidente, con un pedido para que asista a esta cumbre), ofició como una suerte de maestro de ceremonias.

La Argentina llevó a la Cumbre la postura de que la guerra no es solo un tema entre la Otan y Rusia, sino un problema global que impacta de lleno sobre los países. Y que hay que convertir al G7 (a cuya cumbre próxima en Alemania fue invitada la Argentina, junto con India, Indonesia, Sudáfrica y Senegal) en una oportunidad para terminar con la guerra de Ucrania

Tal como Fernández mencionó en su discurso del jueves, la postura de la Argentina (que fue repetida en ese almuerzo) es que la guerra está causando sufrimiento en Sudamérica, y por eso los países del hemisferio sur tienen que ser parte de la discusión. "En el norte se pelean y en el sur pasamos hambre. Los países del sur tenemos que estar involucrados", ha dicho. Marcando además que América Latina juega un papel central en este escenario, siendo el mayor productor de proteínas y el que cuenta con la energía que el mundo va a demandar. 

El tema inmigratorio

El pacto migratorio firmado por veinte países --la Declaración de Los Ángeles sobre Migración y Protección-- fue uno de los puntos de acuerdo centrales de la cumbre, en momentos en que la administración de Biden mantiene la deportación automática de la mayoría de los migrantes que llegan a la frontera sur de su país, y mientras una caravana que se calcula integrada por 15.000 personas --una de las mayores de los últimos años-- avanza rumbo a Estados Unidos desde el sur de México.

Entre otras cosas, en esta declaración Estados Unidos se comprometió ampliar su cuota de refugiados a 20.000, a dar 314 millones de dólares de ayuda para migrantes en la región, mientras que el resto de los países también ampliarán esfuerzos para contener la crisis migratoria (México, por ejemplo, duplicará los permisos de trabajo fronterizos).

Según informaron fuentes de Presidencia, en el último almuerzo Biden comenzó agradeciendo a quienes firmaron el texto de ese acuerdo (la Argentina entre ellos). En el trabajo previo para arribar a la firma, hubo un problema de traducción: donde decía "coordinar las leyes" en asuntos migratorios, en español pasó a decir "coordinar el trabajo de las fuerzas del orden". Fernández pidió que se cambie ese texto antes de firmar. 

Balance de la Cumbre

Tras este almuerzo, la tradicional foto de familia y las actividades de la agenda oficial del día (entre ellas, el encuentro con Boric, ver nota aparte), el regreso de Alberto Fernández a la Argentina el viernes se atrasó unas horas, por una reunión por fuera de esa agenda: el Presidente es muy amigo de Gustavo Santaolalla y fue a cenar, junto a Fabiola Yáñez, con el músico y productor y su esposa, Alejandra Palacios. Fue en un restaurante ubicado a la vuelta del hotel Ritz en el que se hospedaba, muy cerca del Microsoft Theatre, donde se hizo la Cumbre, en las horas previas a tomar el avión de regreso. "Me sentía mal si venía hasta acá y no lo veía a Gustavo", se lo oyó decir. 

En la comitiva presidencial minimizaban otro encuentro fuera de agenda, el que mantuvo con Jair Bolsonaro: "Ese encuentro lo buscó y lo comentó a la prensa él. Está en campaña y quería esa foto para mostrarla frente a Lula", analizaban, bromeando sobre el modo en que, además, en la foto de familia el presidente brasileño se ubicó junto al argentino y alargó el saludo y el abrazo. Analizaban como positivo, de todos modos, el acercamiento que fue el más extenso que tuvieron en forma presencial desde que ambos asumieron.   

Confirmaban también que el discurso de Fernández "cayó muy bien" en todos los sectores de la coalición de gobierno, luego de que se conociera que Cristina Fernández de Kirchner había pedido el texto tras la intervención del Presidente en la Cumbre. "La verdad, después de escuchar que Rusia está dispuesta a usar armas tácticas, y que Estados Unidos considera posible una tercera guerra mundial, la discusión sobre cuántas veces habla Alberto con Cristina pasa a ser de lo más menor", decían en tono de broma, pero marcando el lugar central que pasan a ocupar los problemas regionales.