Sobre la fría medianoche del 16 de junio, el protocolo del gobierno de Salta era claro. Marcaba que tras una cena de gala en la residencia del jefe de la V Brigada de Montaña, coronel mayor Javier Alberto Palazón, el gobernador Gustavo Sáenz descendería por las escalinatas hasta la explanada principal del Monumento que recuerda a Martín Miguel de Güemes. Protegidos por el vallado blanco y un importante operativo policial, las autoridades entonarían las estrofas del Himno Nacional a la hora señalada: las cero del 17 de junio.

Cuando por fin la comitiva salió de la casa militar sobre la calle Ejército del Norte, Salta/12 preguntó al mandatario salteño sobre los problemas del faltante de gasoil y su impacto en el desfile del día siguiente, algo que había sido motivo de profusos comentarios públicos. “Estamos trabajando en ello”, respondió visiblemente molesto por la pregunta. Los guardaespaldas retiraron a empujones a la inoportuna cronista. Desde hacía horas, un medio nacional y la prensa oficial local, lo esperaban sobre la garita frente al acceso a las escalinatas del cerro San Bernardo.

Unas horas antes alrededor del Monumento, cuando recién se encendían los troncos agrupados para los fogones, un grupo de caballos ingresó a paso brioso por la calle Augusto Cortázar. Era Patricia Bullrich, presidenta de Propuesta Republicana. Al descender, se unieron a ella un par de figuras políticas locales: la diputada nacional Virginia Cornejo (PRO) y Susana Pontussi, interventora de Espacios Públicos de la Municipalidad de Salta. Este medio pidió su opinión sobre el problema que atravesaban algunos agrupaciones gauchas por la falta de gasoil. “El gobierno no maneja la situación correctamente y ahora rasca la olla”, contestó. “¿Usted cree que se trata de una corrida cambiaria encubierta?”, repreguntó Salta/12. “La verdad, no se me había ocurrido”, contestó Bullrich. Sin mediar roces con su custodia personal, posó con todas las personas que buscaban inmortalizarla en una selfie. Incluso la diputada Cornejo colaboró en varias de ellas.

Bullrich se vistió de gaucha para participar del acto por Güemes.

Durante la previa al desfile del 17 no quedaba claro si el faltante de gasoil afectaría o no al gauchaje. Las primeras cocineras y cocineros que llegaron al predio detrás del Monumento, no creían que la escasez de combustible fuese determinante. “Nosotros llegamos a caballo al desfile, somos de un fortín cercano a la ciudad”, dijo una cocinera que preparaba una gran olla con frangollo. “Los únicos que tienen problemas con el gasoil son los gauchos que tienen trailer”, sentenció el encargado de asar una pieza de costillar de carne vacuna. “Venimos a recordar a Güemes y a compartir una noche de fogón”, dijo.

Otra respuesta que aportó lo suyo, fue la de un grupo de jinetes de un fortín de Payogasta. “Alquilamos caballos en el Valle de Lerma, porque con el precio del combustible, sale muy caro un camión para traer a nuestros animales”. Entre los consultados esa noche, el combustible aparecía como un problema a medida que los fortines se alejaban de la ciudad. “Cerca de Salta, hay caballos suficientes para todos”, dijo una fuente de la Agrupación Tradicionalista Gauchos de Güemes.

La gran incógnita era una sola: ¿serían siete mil los gauchos que desfilarían al día siguiente? El cálculo tomaba a los casi 90 fortines que confirmaron su asistencia, para multiplicarlos por un número que oscilaba entre los 60 a 70 integrantes promedio. Al resultado, debían sumarse los fortines que asistirían desde otras provincias. Era la única duda en la ecuación, porque para arrimarse a los siete mil estimados, dependían de los camiones con caballos camino a Salta capital y su suerte con el gasoil en la ruta.

Güemes mira hacia otro lado

Las distintas escenas de la helada noche transcurrían entre familias salteñas y muchos turistas que se paseaban por los alrededores del Monumento calentando sus manos de fogón en fogón. Gauchos entonados con sus guitarras amontonaban al gentío.

A muchos hacía rato que les molestaban las rejas blancas alrededor del Monumento. “Hace veinte años que no vengo al fogón. Ya no es lo mismo y además ese vallado no se entiende. Antes podíamos estar cerca del General”, se quejó un integrante de un fortín de La Caldera. Se refería a la Guardia bajo las Estrellas. Las barreras fueron ubicadas de manera preventiva, según explicó un miembro del operativo policial. “Tenemos información de que vendrán manifestantes esta noche. Incluso también mañana. Debemos preservar al Monumento de posibles actos vandálicos”. Parecía una respuesta reflejo por los hechos del año pasado, cuando en medio de los actos del Bicentenario por la muerte del héroe, agrupaciones políticas llegaron hasta el Hotel Sheraton donde se encontraba el presidente de la Nación, Alberto Fernández.

El gobernador se sumó a los cantos en los fogones (Imagen: Gobierno de Salta). 

Una salteña de paseo por su ciudad natal no podía ocultar la sorpresa ante lo que veía, el vallado alrededor del Monumento. Le preguntó a la cronista: “¿por qué nos aíslan de Güemes?”. A esa altura, cerca ya de la medianoche, la sensación era más cercana al festejo que a la congoja por su muerte. Ese personaje de la vida política salteña, tan odiado por la clase comerciante que sentenció su muerte, aún parece hablar desde el bronce. El Güemes que mira por encima de todo, siempre lo hace en otra dirección. Víctor Garino, el escultor que lo inmortalizó a caballo, lo imaginó mirando hacia el lugar por donde ingresaron quienes lo hirieron de muerte el 7 de junio de 1821.

Siete mil no

Un acto más militar que cívico asomó desde bien temprano sobre la Avenida Uruguay. Después de que el gobernador cumpliera con el protocolo acompañado por la intendenta de la Ciudad, Bettina Romero, distintas agrupaciones militares civiles ocuparon la primera hora y media. Sin autoridades nacionales presentes y sin Patricia Bullrich en el escenario oficial, Salta/12 le preguntó al presidente de la Cámara de Diputados, Esteban Amat Lacroix, si la escasez de gasoil limitaría la cantidad de gauchos. “Para nada. Van a venir siete mil”, aseguró el legislador. “¿Usted está seguro?”, le retrucó este medio. “Seguro, seguro”, contestó.

Urtubey, junto a Aráoz (Imagen: Analía Brizuela). 

En ese momento, el presidente de la Agrupación Tradicionalista Gauchos de Güemes, Francisco Aráoz, cosechaba aplausos entre el público presente. Aseguró primero que “los malos entendidos se habían arreglado”, sin mediar otras explicaciones. Luego recordó el pacto entre ciudadanos, gobierno y gauchos que representaba la convocatoria del 16 y 17 de junio. Como no nombró a las fuerzas militares en el acuerdo, dejó abierta interpretaciones de una alianza tácita entre civiles y militares, aún en tiempos democráticos. Casi un pacto de fe. Y finalmente dijo, sin ocultar su euforia: “en Salta no existen grietas”.

Cuando las bandas militares de la Policía de la provincia y del Servicio Penitenciario, reemplazaron a la Banda de Música de los Infernales, comenzó el verdadero desfile: el de los gauchos. Poco a poco las incógnitas del gasoil se disolvieron en fríos números. Las primeras agrupaciones fueron de otros lugares del país: Uruguay, Concordia (Entre Ríos), un puñado de la provincia de Buenos Aires, otras de Córdoba. Cuando la Polícía de Salta pasó, eran 156. Pero cuando el ex gobernador Juan Manuel Urtubey se sacó su sombrero, los gauchos sumaban 300. El gaucho número mil que saludó a Güemes era del Fortín “El Prado” de Cerrillos. El gaucho dos mil que pasó montado, era de Río Piedras (Metán). Y finalmente, el gaucho 2.800, fue de otro fortín de Cerrillos y cerró el desfile.

Bettina Romero. Sesión de selfies con gauchos (Imagen: Analía Brizuela). 

Se fue la Virgen Peregrina y el caballo que portaba el viejo pretal de plata de Martín Miguel de Güemes. Se fueron presurosas las autoridades provinciales por la explanada del Monumento rumbo a los vehículos que los esperaban por la calle Augusto Cortázar. Los salteños, que ya empujaban para acercarse y tomar una foto a las autoridades, encontraron en Bettina Romero gestos de proximidad. La intendenta capitalina se metió en la vida de todos ellos en cada selfie que aceptó. La coplera Micaela García la acompañaba con sus versos improvisados desde el palco que ya habían abandonado las autoridades. Salta/12 le preguntó si la escasez de gasoil impactó en la cantidad de gauchos presentes en el desfile. Evitó hablar de números y respondió: “es importante que un problema tan grave no empañó los actos que recuerdan a un héroe tan importante como lo fue Martín Miguel de Güemes”.