"El sistema educativo no sabe qué hacer con las madres y padres puritanos", advirtió hace algunos días a Página/12 el reconocido cuentista y director de la revista y la editorial Orsai, Hernán Casciari. Lo hizo después de que en San Juan suspendieran a un docente por leer una versión de un cuento suyo, Canelones. Cuento que en su versión original, y no la elegida por el profesor, como suele pasar en su obra, aparecen palabras como “tetas”, “culo” y “poronga”. Esto generó el enojo y el repudio extendido de los padres y madres de los alumnos.

A horas de este escándalo, una situación similar se replicó en otro colegio, esta vez, en Neuquén, y por la novela Cometierra, de la docente, feminista y militantes de izquierda Dolores Reyes

La obra cuenta la historia de una joven vidente que tiene la capacidad de conectarse con las personas desaparecidas, por lo que muchos vecinos se acercan para consultarle por sus seres queridos. Pero una escena de sexo implícito hizo que los padres de alumnos de segundo año de la insituación catalogaran la obra como “libro porno” y elevaran una queja.

El hecho fue dado a conocer por la concejal de la Democracia Cristiana local, Nadia Márquez. La funcionaria, que se autodefine como “ militante pro vida, esposa y madre y cristiana”, expuso la situación en su cuenta de Twitter. En tanto, en respuesta al reclamo de los familiares, la supervisora de Nivel Medio del colegio, Karina Aguilar, defendió la lectura del libro. Aseguró que los contenidos sexuales, que representan el eje de la discusión, fueron sacados de contexto.

“El título no puede ser analizado y/o emitir una opinión solamente por un párrafo, sino que el mismo debe entenderse en un todo, ya que apunta a un análisis de la vida cotidiana desde un realismo fantástico, es decir trata, temas como el femicidio, diferentes tipos de violencia, etc. con una mirada fabulística”, señaló Agilar. 

Y añadió: “Por lo expuesto el texto debe ser trabajado en un todo y el vocabulario que utiliza la autora apunta al que es utilizado por los jóvenes en la actualidad, implica contextualizarse, considerando que es una lectura ágil, pero no fácil”.

Un argumento similar fue el esgrimido por Casciari en este diario: “Nadie sabe mucho sobre el tema que se quejan (los padres). La rectora no leyó el cuento inmediatamente ni lo puso en contexto. Las personas con las que hablé, rectora y ministra (de Educación), habían leído muy poco. La queja era por tres malas palabras, pero no se sabía bien en qué contexto estaban ni por qué. Me pareció todo tan absurdo, tan pequeñito, tan poca cosa… y mucho más poca cosa me parece el debate posterior, si se centra en “culo”, “teta” y “poronga” en el cuento”.

Sin embargo, para los padres, Cometierra es una obra que tiene un “lenguaje literario que refleja un contenido poco adecuado en el contexto de desarrollo, educación y formación de lectores en esta franja etaria”. 

Por su parte, el profesor argumentó que el libro de Reyes aborda múltiples problemáticas: “El libro ha sido pensado para trabajar temas de suma importante para mí, para la escuela y para el sistema educativo, como son el consumo problemático de alcohol y drogas ilegales, la violencia de género, las relaciones familiares y las relaciones amorosas”.