Newell´s Old Boys hizo méritos para quedarse con la victoria y para conseguir una diferencia más amplia que el mezquino 1 a 0 final, pero no merecíó que su triunfo quedara empañado por un penal que cobró Silvio Trucco, dejando muchas dudas, en una supuesta mano de Mayada. Es probable que el equipo rosarino hubiera ganado de cualquier manera el partido de no mediar ese gol que le hizo bajar un cambio en la búsqueda del arco contrario. Y también es cierto que lo pudo haber liquidado el duelo antes en una infracción que le cometió Mina a Formica y que el árbitro dejó pasar. Vale decir, en definitiva, que a River no le queda demasiado margen para el pataleo. No le puede echar la culpa a Trucco de sus propias deficiencias y del desequilibrio que se dio en el juego. 
Hubo un solo gol en el partido porque Batalla es el arquero de River. La continuidad que logró desde la salida de Barovero le permite ir creciendo día a día y consolidarse en su función. Anoche mostró seguridad, estuvo cerca de atajarle el penal a Scocco y tuvo dos intervenciones extraordinarias. En una, tapó un cabezazo abajo, contra un palo, a la salida de un corner, de Formigliano; en la otra, en sociedad con el travesaño, evitó que el bueno de Maxi Rodríguez marcara el segundo de Newell’s en una entrada franca, por el medio del área, más que un penal en movimiento. A Batalla le hicieron un solo gol porque Formica fue muy morfón en una llegada en el primer tiempo en la que  debió cruzarle la pelota la pelota a Scocco, que llegaba solo, en lugar de cerrar los ojos y patear al arco. Y le hicieron un solo gol porque Maxi Rodríguez llegó muy exigido en otro avance a fondo de la primera mitad y porque en la última jugada del encuenttro Formica, después de sacarse a dos rivales de encima, calculó bien la comba, le dio con el pie abierto, como corespondía, pero la pelota salió rozando el segundo poste.

Pity Martínez intenta pasar ante la marca de Prediger.

River tiene jugadores de muy buena técnica, como se sabe. Nacho Fernández, Martínez, D’Alessandro son capaces de generar un circuito de toque prolijo que les permita abastecer a los dos de arriba, Alario y Driussi, que por otra parte también tienen ductilidad para juntarse en el toque. Pero si D’Alessandro no pesa, no acierta en los centros y siempre es tapado cuando intenta el remate al arco y Martínez se entrega ante la marca asfixiante de un rival que se para en bloque, la pelota nunca les llega redondita a los de adelante y las posibilidades se reducen. Casi a cero se redujeron ayer. Porque salvo un cabezazo débil de Driussi en el primer tiempo y una pelota que le metieron en profundidad a Larrondo (entró en los minutos finales) que el arquero rosarino desbarató con una rápida salida, no hubo otras llegadas. 
Si por algún momento se pensó en el ultimo cuarto de hora que River podía alcanzar el empate fue porque los dueños de casa se metieron muy atrás, a sostener la victoria. Podrían haber optado por manejar la pelota o en todo caso dividirla en el medio, pero decidieron atrincherarse permitiendo que los visitantes tocaran de derecha a izquierda y de izquierda a derecha buscando un hueco que nunca pudieron encontrar.
Newell’s se mantiene en el segundo puesto y sus hinchas además de festejar el triunfo montaron un show de bengalas que tiene más que ver con el triunfo sobre Central en el último clásico, que con el presente.
Y River, por su parte, empieza a pensar que aunque falta mucho todavía, tiene poco que hacer en este torneo y es mejor concentrarse en la Copa Argentina.


Claves

  • Newell’s fue claramente superior en todos los aspectos del juego y mereció ganarle por más goles a un rival que casi no creó situaciones de gol, porque perdió la lucha de la mitad de la cancha.
  • La buena actuación de Batalla impidió que los rosarinos consiguieran una victoria más amplia porque tuvieron varias llegadas a fondo, la mitad de ellas desbaratadas por el arquero en notables intervenciones.
  • El partido se ensució con la gran cantidad de faltas que se dieron especialmente en el primer tiempo en el que Trucco debió recurrir mucho a la amarilla.