Lily Safra, una de las mujeres más ricas del mundo, murió a los 87 años en Ginebra, Suiza. La coleccionista de artes ocupaba un lugar destacado en el listado de personas con mayores fortunas de Forbes, con un capital de 1.300 millones de dólares.

La fortuna de Lily Safra

Nació en Porto Alegre, Brasil, en 1938, en el seno de una familia de inmigrantes ruso-judíos de clase media. Con apenas 17 años abandonó su hogar y, a los 19, se casó con el fabricante de medias argentino Mario Cohen. La relación no perduró y en 1965 después contrajo unión civil con Freddy Monteverde.

Cuatro años después, su marido murió de un tiro en el tórax en una habitación de hotel de Río de Janeiro. La investigación concluyó que se había tratado de un suicidio. Tras el fallecimiento, Lily heredó 230 millones de euros y decidió mudarse a Londres, indicó la prestigiosa revista Vanity Fair.

En búsqueda de asesoría financiera para asegurar su forturna, en 1975 conoció al banquero judío libanés Edmond Sagra. Un año después, con un matrimonio de por medio con el empresario inglés Samuel Bendahan, se casó con Sagra. La relación duró 23 años, hasta que, en 1999, un trágico incendio acabó con la vida del banquero.

La fortuna de Sagra fue también heredada por Lily y, con ese dinero, creó una fundación con fines benéficos en su honor: el Edmond and Lily Safra Center for Brain Sciences. Además de este capital, la brasileña también heredó la Villa Leopolda, un placete construido en el sur de Francia por el rey Leopoldo de Bélgica, valuado en 389 millones de euros.

Organización de galas benéficas y su colección de arte

En paralelo, Lily Safra se dedicó a la organización de galas y eventos con fines benéficos, que han sido lugar de creación de amistad con estrellas mundiales como Elton John y con miembros de la realeza como el príncipe Carlos de Inglaterra, Camilla de Cornualles y Alberto de Mónaco.

Además, era una reconocida coleccionista de arte, cuyo catálogo también incluye joyas. En 2010, compró lo que en ese momento era la escultura más cara jamás vendida en una subasta: L'Homme Qui Marche, de Alberto Giacometti, por 103.7 millones de dólares en Sotheby's, Londres.

A su vez, en 2012, organizó una millonaria subasta en Christie's Ginebra con fines benéficos de 70 piezas de su colección de joyería personal, en la que recaudó casi 38 millones de dólares para alrededor de 20 obras de caridad.