El recorrido de Sebastián Presta tiene varias estaciones. Trabajó con el padre en su almacén de El Palomar, de cadete en una empresa de cable, fue asistente de cámara y de producción en Gente que busca gente, y de ahí llegó a Duro de domar donde empezó a hacerse conocido por sus videos de humor con Sebastián Wainraich, y estalló con sus videos de Préstico en la web. Se subió a las tablas para hacer Entre ella y yo y este año protagoniza Mi novia, mi mujer y yo en el Paseo La Plaza; además, participó de la atípica tira de Telefé El primero de nosotros, que acaba de terminar.

“Hoy digo que soy actor, y me costó ponerlo. No me hacía mucho cargo”, confiesa Presta a Página/12 minutos antes de empezar la función. “Yo me considero más actor base, encima. No un gran actor. Es otra cosa que me pasa: hace 20 años venía al Paseo La Plaza desde El Palomar y tenías la foto de Hugo Arana, Jorge Marrale, Darío Grandinetti... Unos actorazos. ¡Y hoy estamos nosotros! Es muy fuerte verme a mí y a mis compañeros. Me encanta y me da un poco de nostalgia también”, dice.

En la obra Presta interpreta a Fernando, un cuarentón que (todavía) vive con su madre y quiere presentarle a Leticia, su novia feminista (Vicky Almeida) a Victoria, su madre tradicionalista (Graciela Tenenbaum) en la cena de Nochebuena para contarle una importante noticia. Una temática repetida pero que en Mi madre, mi novia y yo está muy bien resuelta en la justeza del guión, la dinámica de la dirección, y las excelentes actuaciones del trío sobre el escenario. Una guerra fría entre dos mujeres con posiciones (e ideas) opuestas, que crecieron en contextos diferentes que forjaron sus personalidades y sus conductas pero que sin embargo pueden dialogar, en la que Fernando es tironeado de ambos lados e intenta hacer equilibrio tambaleándose cada vez que abre la boca por ocultarle cosas tanto a su novia como a su mamá.

-Tu personaje en teatro es medio neurótico, y su situación, aunque exagerada, es algo que se vive cotidianamente en muchísimas casas. ¿Te sentís identificado con él?

-Al principio yo no la quería hacer. Me parecía medio pelotudo esto de que un hombre de 43 años siga viviendo con su madre. La trabajamos con la autora, y cuando la estrenamos nos dimos cuenta la cantidad de muchachos mameros que hay. Y la obra tiene mucho de mí porque cuento que mi padre no me hablaba, que no jugaba conmigo, ¡que es verdad! En la obra mi tía y mi mamá están peleadas y se amigan, en la vida real mi madre estaba peleada a muerte con mi tía Irma, y se murieron sin volver a hablarse. Hay un montón de cosas mías, pero no sé si podría hacer lo que hace Fernando, me parece bastante pelotudo pero me sirve para la obra. De hecho, me fui de mi casa a los 21 porque me echó la psicóloga. Era re mamero... Me fui a San Telmo a vivir con un amigo.

A Gustavo, su personaje en El primero de nosotros, lo define como “bastante quedado y machirulo” porque le costaba conectar con su mujer y su hijo, descuidando a su familia. “Así lo criaron, así fue, y nunca imaginó que si no cambiaba mínimamente perdía a la familia. Es difícil cambiar y aggiornarse”, explica Presta. “Tenía cosas graciosas pero no es un antihéroe simpático. Y no le quedó otra que cambiar. Una noche me pasó que saliendo de acá, venía una señora con un cochecito con un nene y dos nenes más. Y cuando me vio me dijo 'Gustavo, vos sos igual a mi marido: feo, vago y pajero'. ¡Hasta mis amigas me llamaban y me decían que me odiaban! (risas) Y al final me terminaron queriendo”, cuenta sobre el personaje con el que debutó en telenovelas.

“Me llamaron y ni me tomaron el casting. Increíble. Me dijeron que los guionistas pensaron en mí cuando escribían el personaje”, recuerda el actor. “Era el marido de Mercedes Funes. Cuando pregunté los protagonistas no lo podía creer. ¡Pensaba que se habían equivocado! Porque me ha pasado en otro momento que se equivocaran de Sebastián pelado”, bromea. Es que la novela contó con un gran elenco: Luciano Castro, Jorgelina Aruzzi, Paola Krum, Benjamín Vicuña, Damián De Santo, Carola Reyna y Rafa Ferro, entre otros. “Al principio estaba recagado en las patas, me hacía el canchero como que somos compañeros pero no lo podía creer. Y muchos me dijeron que me conocían de los videos”, señala, y afirma que “grabar con ellos fue fantástico. Aprendí una bocha. Estaba todo bien organizado. Yo muchas veces tuve que hacer pequeñas ficciones mías y se hacían como podíamos, el camarógrafo llegaba tarde, no hacía foco, se había olvidado la batería...”, compara.

(Imagen: Bernardino Avila)

-Algunas veces dijiste que en tu vida cotidiana sos más más bien “amargo”, aunque tus personajes trabajen mucho en la comedia. ¿Cómo llevás esa dualidad?

-La manejo re normal, el problema es la desilusión del otro. Me dicen que quieren que vaya a la radio para que nos caguemos de risa, pero voy a ir a la radio y no nos vamos a cagar de risa. Soy tranquilo, entonces le pasa al otro, es su desilusión. Quizás antes lo explicaba más y ahora no. Los tacheros me dicen “Pensé que eras más gracioso”. Rozo lo amargo a veces. Quizás si el otro tiene esa fantasía de encontrarme y la remo, pero si es un personaje medio raro no la remo. Me pasó el otro día, que fui a ver una obra de teatro y en la calle se me acercó un tipo que no sabía si me iba a pegar o qué, me empezó a grabar y me dijo “Hoy justo vi un video tuyo. Mandale un saludo a mi hijo y putealo”. Y no me dio para explicarle que me estaba acosando...

-El tipo de humor que hacías en los videos hoy sería muy polémico. ¿Se puede hacer humor con cualquier cosa? ¿O hay temas que no se pueden tocar?

-El humor es sanador, y creo que se puede hacer humor con cualquier cosa, pero bancate la que se viene. Hay cosas desubicadas que me causan gracia, pero hoy prefiero no hacerlas. Más si perjudica a una minoría o un grupo oprimido. Es una línea muy delgada, porque a veces hacés chistes zarpados y esa misma gente de la que de alguna manera te estás burlando te lo festeja y se caga de risa. Creo que de alguna manera enseñás, porque con la exageración mostrás lo que se hace más disimuladamente. A mí lo que me pasa es que hay cosas que ya no me parecen graciosas. Hoy tenés que hacer un humor un poco más inteligente. Por supuesto que nos zarpamos, pero no podría volver a hacer ese humor ahora.

-¿En qué obra, película o serie te hubiera gustado participar?

-No puedo creer que me resulte tan difícil, porque hay muchas cosas que me gustan, que me movilizan o emocionan, pero siento que si yo estoy ahí la cago. Pero si tengo que elegir me hubiese gustado participar en una serie como That 70's show, o en Sense 8 de las hermanas Wachowski, que antes hicieron Matrix. ¡Y me hubiera encantado hacer de Neo! Sé que no corresponde (risas). En cosas nacionales me cuesta más. Me gustan originales, sin mí. Me hubiera gustado trabajar en alguna de las de Pedro Almodóvar, más las viejas que las nuevas, y en alguna en la que esté Ricardo Darín, que me encanta como actor y como persona.

* Mi madre, mi novia y yo se presenta los miércoles y jueves a las 20, viernes a las 22, sábados a las 19.30 y 21.30 y domingos a las 19 en la Sala Pablo Picasso del Paseo La Plaza (Av. Corrientes 1660).