El presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, Mauricio Claver Carone, traba el desembolso de 500 millones de dólares a la Argentina en plena crisis cambiaria. Los fondos corresponden a créditos ya aprobados por el organismo para el primer semestre del año, cuya fecha máxima de ejecución fue pautada para el 30 de junio. La comitiva que acompañará a Alberto Fernández al encuentro con Joe Biden en Estados Unidos, en diez días, espera que el tema se resuelva antes para no tener que incorporarlo a la agenda bilateral.

La llegada de esos 500 millones de dólares es importante para fortalecer las reservas del Banco Central en medio de la disputa con el team devaluadores, que por estos días se muestra en plena actividad. Los obstáculos que pone Claver Carone a la acreditación de las divisas, que de acuerdo a lo previsto tendría que haber ocurrido hace meses, y como máximo hace dos semanas, se decodifican en el Gobierno como una señal del funcionario hacia los actores económicos, financieros y políticos que presionan por un salto abrupto del tipo de cambio.

El plan económico que buscan imponer esos sectores es simple: devaluación del 35 al 40 por ciento, déficit fiscal cero en un año y fuerte suba de las tasas de interés para equilibrar. De ese modo el sector agropecuario liquidaría los 14 mil millones de dólares que tiene guardados en silobolsas, bajarían las maniobras especulativas con las importaciones, habría nuevos incentivos para ahorrar en pesos, aumentaría la cotización de bonos y acciones y se iría recobrando la normalidad.

Es lo que postulan las corporaciones agropecuarias que pararon esta semana, sin poder encontrar una razón que disimulara el golpe de mercado por el que militan; fondos de inversión locales y extranjeros; grandes empresas de la Unión Industrial –donde recrudecen las peleas por esa posición-, y la mayor parte de la ortodoxia económica que reviste en Juntos por el Cambio.

Las consecuencias de ese tipo de programas son conocidas en el país: shock regresivo en la distribución del ingreso, transferencia violenta de riqueza en favor de grupos concentrados, explosión inflacionaria, aumento de la pobreza, deterioro del salario y las jubilaciones. En ese caso sí que el país se lo quedan tres o cuatro vivos, mucho más que en la situación actual, que claramente exige mejoras de todo tipo, pero todavía le da al Frente de Todos la posibilidad de intervenir para que ocurra.

Claver Carone, de Trump al BID

En su reciente participación en la Cumbre de las Américas, el presidente argentino levantó la voz contra la intervención de Estados Unidos en el BID. “La banca de desarrollo regional, sin más demoras, tiene que volver en su gobernanza a América Latina y el Caribe. El BID requiere un proceso de capitalización para tener más y mejores medios de financiamiento”, afirmó Fernández, también en nombre de la Celac, por su carácter de presidente pro témpore del organismo regional.

Claver Carone fue elegido titular del BID en septiembre de 2020, por el plazo de cinco años, debido a la presión que ejerció Estados Unidos. Históricamente ese puesto era para un postulante de América Latina y el Caribe, ya que la función principal del BID es financiar el desarrollo en la región. Gustavo Béliz iba a competir por el cargo, pero el Gobierno retiró la postulación cuando quedó claro que no había forma de vencer al hombre que había lanzado Donald Trump.

Claver Carone es el mismo que dijo abiertamente que el crédito extraordinario del FMI al gobierno de Mauricio Macri fue ordenado por Trump para apoyarlo en la búsqueda de la reelección. Lo admitió cuando hacía su defensa como candidato a dirigir el BID, conociendo el caso de manera directa, ya que él había sido representante de Estados Unidos ante el directorio del Fondo Monetario cuando sucedieron los hechos.

Ahora desde el BID, el economista está trabando los desembolsos de créditos a la Argentina. Son programas ya aprobados que necesitan una última intervención de su parte para efectivizar el giro de las divisas al Banco Central. Pero Claver Carone no lo hace con el argumento de que está siendo investigado por una serie de denuncias en su contra: una por malversación de fondos y otra por “falta ética”, según los códigos de la institución, por un supuesto romance con una directiva del organismo.

El gobierno argentino considera que es una excusa y que la verdadera intención es complicar la estabilidad política del Frente de Todos. “Esconde la plata. Se convirtió en un problema diplomático. Ya se vencieron todos los plazos. La última fecha que la Argentina podía tolerar era el 30 de junio”, se quejan en despachos oficiales.

La corrida por la devaluación

El enojo de los funcionarios es porque en este momento cada dólar cuenta. El escenario financiero y cambiario es más que delicado, reconocen. La cotización de títulos públicos que fueron referencia de la última reestructuración de la deuda, como el AL30D, en 17 dólares, cuando estaba en torno a 50 después del canje, es una señal de que “grandes fondos de inversión le bajaron el pulgar a la Argentina”. “Están descontando que los bonos son papel pintado y que el país tendrá que hacer una nueva reestructuración”, lamentan.

Los comportamientos especulativos tienden a multiplicarse en este escenario. La liquidación de exportaciones de las últimas dos semanas fue a cuenta gotas. Los funcionarios estiman que hay 14 mil millones de dólares guardados en silobolsas, a la espera o presionando por una devaluación. “Las tasas de interés no terminan de ser atractivas frente al riesgo de un salto cambiario. No hay apuro por vender. Los costos de la próxima campaña ya están cubiertos con lo que se vendió hasta ahora”, alegan desde ámbitos agropecuarios y exportadores para reclamar una suba del dólar oficial hasta 180 o 190 pesos, desde los 135 actuales.

En cuanto a las importaciones, hay empresas que están logrando eludir los controles oficiales para realizar operaciones mediante el dólar contado con liquidación, lo que presiona más la demanda en ese mercado y eleva la cotización. Este viernes escaló al nivel record de 301,50 pesos.

El desplazamiento de Adrián Cosentino de la Comisión Nacional de Valores (CNV) se produjo en este contexto, aunque también se enmarca en los reajustes del gabinete económico por la renuncia de Martín Guzmán. La designación de quien era su vicepresidente, Sebastián Negri, al frente del organismo llegó con la instrucción de reforzar los controles en los mercados financieros y cambiarios.

Reservas

Hay salida para la crisis. A fin de agosto debería empezar a ordenarse la acumulación de reservas, que es fundamental para regenerar expectativas”, afirman en el gabinete económico. Los bancos y fondos comunes de inversión también necesitan ordenar la situación, dada su alta exposición en títulos del Tesoro y el Banco Central.

“Lo más importante de todo es asumir una posición más fuerte en lo institucional. Las tres caras del Frente de Todas tienen que mostrarse unidas y contundentes. De lo contrario se vive un clima de transición. Se pierde credibilidad”, analiza un economista de ese espacio.

“La salida es política. Hay necesidad de un acuerdo. Pero todavía hay mucha incertidumbre”, remarca. Y Batakis lo sabe.