El proyecto de salario básico universal está en debate no sólo en la política, sino también al interior de los movimientos sociales. Si bien ninguna organización rechaza que el Estado otorgue un ingreso destinado a poder comer en un momento en que los precios de los alimentos están desbocados, sí sostienen grandes diferencias sobre si el ingreso universal es el reclamo detrás del que enfilar fuerzas.

¿Qué dicen quienes lo cuestionan? Básicamente, que está destinado a contener los desbordes sociales pero no soluciona sus causas. Que resuelve la indigencia sin cambiar las causas de la desigualdad. En esta línea, las organizaciones más críticas recuerdan, alzando una ceja, que se trata de una política recomendada por el FMI y el Banco Mundial. Además ven sus organizaciones, construidas en resistencia al neoliberalismo desde los ‘90 y se preguntan: “¿Hicimos todo este esfuerzo para hoy pedir un subsidio de 14 mil pesos?” Obviamente, su respuesta es que no. Por su parte, las organizaciones que apoyan el ingreso universal ponen en la balanza otro tipo de motivos, como el de terminar con la indigencia. Valoran que este ingreso básico se implemente como un derecho -es decir, que podría sostenerse a pesar de los cambios de gobierno, como ocurrió con la Asignación Universal por Hijo. Las referentas sociales indican que beneficiará a las mujeres, reconociendo de hecho el valor de los trabajos de cuidado. Otro argumento señala el beneficio de liberar a los pobres del “impuesto cognitivo”, es decir, la inversión de recursos psíquicos que tiene que realizar el que vive el día a día, el que está en la lucha por la subsistencia.

La propuesta pasó a primer plano cuando Cristina Kirchner apoyó la idea de que se debata la creación de un ingreso básico universal. En el Congreso existe un proyecto presentado por los diputados del Frente Patria Grande, que se referencia en Juan Grabois y propone un monto que cubra la canasta básica individual por adulto equivalente, hoy de 14.400 pesos. Esta semana la senadora cristinista Juliana Di Tullio mantuvo una ronda de consultas elaborando otro proyecto, destinado a familias de cuatro miembros con ingresos que no alcancen a cubrir la canasta alimentaria (la línea de indigencia para ese grupo hoy es de 44.500 pesos mensuales).  Las organizaciones sociales van a mantener el tema en agenda esta semana, con una jornada de protesta anunciada para este miércoles 20.  

A continuación, algunas de sus posturas en debate. Primero hablarán quienes tienen críticas al ingreso universal -ya que en este momento son los posicionamientos que han tenido menor difusión-; y luego, sus defensores.

Pablo Chena - Movimiento Evita:  “Creo que la propuesta de salario universal no soluciona los problemas que la economía popular tiene que resolver. La gran causa de la desigualdad socio laboral es la informalidad. La desigualdad no se resuelve con un ingreso mínimo para los informales, sino extendiendo las fronteras de la formalidad a aquellos modos de trabajo que no son reconocidos”.

“¿Qué significa formalizar a los trabajadores informales? Formalizar el trabajo informal no es sólo registrarlo para que puedan inscribirse por ejemplo con un monotributo productivo (lo que sería tener una formalización fiscal), sino acceder a formalización comercial (poder facturar y estar en blanco), productiva (acceder a maquinarias y tecnología), financiera (acceder a crédito) y laboral (tener un sindicato, una jubilación y a una obra social)”.

Chena: 


“La economía popular tiene que ir hacia la formalización, es decir acceder a todo ese paquete. La formalización también incluye una política de ingresos, que es un salario que complemente los ingresos desvalorizados por el mercado”.

“Para la emergencia actual, yo preferiría que el IFE se extendiera por un tiempo, pero iniciar rápidamente el proceso de formalización en el que se discuta la política de ingresos. Por ejemplo: ¿cómo se van a reconocer con ingresos los trabajos de sociocomunitarios? ¿Qué política de ingresos va a tener el trabajo en el caso de las empresas recuperadas?”

“Pensar sólo en dar un ingreso a los trabajadores informales, así planteado, es un error y un concepto horrible: es catalogarlos y dejarlos como informales. Es un parche que no construye la institucionalidad que te hace falta”.


Coco Garfagnini- referente nacional de la Tupac Amaru:
“No estamos de acuerdo con la propuesta de ingreso universal de Juan Grabois porque es aceptar que en la Argentina no se puede generar trabajo. Nosotros queremos discutir cómo se genera trabajo; lamentablemente, en el Frente de Todos eso no se está discutiendo”.

“Grabois acepta este modelo de país y quiere mitigar sus defectos, que son las consecuencias de un país factoría, colonial. Nosotros creemos en otro modelo de país que produce, genera empleo, distribuye la renta, un país que existió con Perón y con Néstor Kirchner”. “Hay un problema si pensamos que la única manera de garantizar un plato de alimento para nuestro pueblo es poniendo en el bolsillo de los más humildes 14.400 pesos por mes, mientras la riqueza que se produce en nuestro suelo, subsuelo, mar, espacio, trabajo y desarrollo se termina licuando por la canaleta de la especulación y la fuga de capitales”.


Garfagnini:



Eduardo Belliboni, Polo Obrero: Nosotros estamos más cerca de la idea de un seguro para el desocupado que tenga relación con el salario. Lo de Juan Grabois no tiene relación con el salario, sino que es un bono. Un seguro al desocupado reconocería, en cambio, que la responsabilidad de que no haya trabajo es del capital, no de los trabajadores. Por lo tanto, con un impuesto al capital se puede pagar un seguro de desempleo”.

“No coincidimos en el salario básico universal de 14 mil pesos. Lo que pedimos es universalizar el Potenciar Trabajo y defender la organización popular en los barrios”.

Belliboni:



En apoyo al ingreso universal

Dina Sánchez, Frente Darío Santillán: “Creo que el salario básico universal es una medida feminista porque viene a reconocer los trabajos de cuidado. En los dos años de la pandemia la rama sociocomunitaria, las compañeras de comedores populares, las promotoras de salud, fueron las que más trabajaron. Las situaciones de violencia aumentaron muchísimo y fueron ellas las que bancaron la situación. Tenemos además compañeras trabajando en los espacios de niñeces y de adultos mayores, ¿y qué nos pasa? Que la rama sociocomunitaria no es reconocida como trabajo y tiene los problemas de ingresos más graves”.

“También es una medida feminista en el sentido de que el primer problema de las mujeres cuando permanecen en un círculo de violencia es que no tienen autonomía económica. No se pueden ir”.

“Creo que el salario universal no va a solucionarle la vida a nadie, pero sí va a dar a las personas más opciones. Escucho que desde los sectores políticos dicen que de dónde va a salir la plata, que no es momento; pero al mismo tiempo hablan de reconstruir la Argentina y de hacerlo de abajo para arriba. ¿Y cuándo va a ser el momento? Porque abajo están justamente esos 7,5 millones de personas que trabajan pero no tienen derechos. Pienso en las pibas que están vendiendo pañuelos en el tren Roca, en las que están cartoneando con los pibes arriba del carrito. Es a ellas a las que va a llegar el salario básico universal”.


Dina Sánchez: 



Juan Grabois, Movimiento de Trabajadores Excluidos: “Al Salario Básico Universal lo venimos planteando hace años. La cuestión es bastante sencilla: hay una enorme cantidad de trabajadores y trabajadoras sin derechos ni ingresos suficientes para vivir con el piso mínimo de dignidad aceptable para una sociedad que se dice democrática". 

“Alguno podría decir que es un subsidio al desocupado. No es así. Si uno ve la tasa de desocupación es muy baja y la tasa de actividad es muy alta. Esto, ¿que quiere decir? Que son todas personas de laburo, que ganan el día a día y no les alcanza para llegar a la línea de pobreza y en muchos casos a la de indigencia. Con el Salario Básico Universal terminamos con la indigencia en la Argentina y reducimos fuertemente la pobreza. El ingreso que recibiría cada persona es la Canasta Alimentaria, es decir, cubriría la línea de indigencia del adulto equivalente, actualmente en unos quince mil pesos. Esto tiene un beneficio adicional, el de liberar a los pobres del “impuesto cognitivo”, es decir, la inversión de recursos psíquicos que tiene que realizar el que vive el día a día, la que está en la lucha por la subsistencia".


Grabois:



"No se trata de los más pobres únicamente, sino de todas las personas que trabajan en la informalidad sea por cuenta propia (la mayoría) sea como asalariados en pequeñas empresas y comercios. Acá entra desde una cartonera de Catamarca hasta el vendedor de la carnicería de Florencio Varela, desde el pibe del delivery y hasta la señora que cuida a una vecina viejita, desde el campesino santiagueño hasta el pequeño productor hortícola platense. Hay que asumir la existencia de este enorme universo y encontrar soluciones adecuadas e integrales para cada uno, pero lo primero es garantizar que entre lo que ganan y el salario universal salgan de la situación dramática que viven hoy. Esto además permite tener un registro claro y poder ir formalizando de a poco todos esos puestos de trabajo”.