Muchas mujeres pasaron por los camarines, hoteles, autos y casas de verano de los Rolling Stones, un grupo de rock & roll que engordó su leyenda a partir de una extensa historia de emancipación hormonal, aun hasta hoy. Pero pocas tomaron la relevancia histórica de Anita Pallenberg, acaso la mujer más importante de la historia del grupo junto con su amiga y contemporánea Marianne Faithfull. La modelo y actriz no sólo compartió intimidad con los Stones, lo hizo con sus tres hombres más importantes: Brian Jones, Keith Richards y Mick Jagger, en ese orden. Tal como pasó con Faithfull, el bagaje cultural, el vanguardismo, y el desparpajo físico y emocional de Pallenberg obraron como fuente de inspiración en una época netamente formativa de la cultura rock, que por entonces era una suerte de esponja absorbente de todo el “exotismo” originario de distintas culturas.

Pallenberg falleció ayer en Londres a los 73 años, según le comunicó al mundo su amiga, la actriz Stella Schnabel, a través de su cuenta de Instagram, junto a la leyenda: “No encontré nunca una mujer como tú, Anita”. Aun sin precisiones sobre el motivo de la muerte, las hipótesis apuntan al cuadro de hepatitis C que había contraído años atrás debido al consumo de heroína, que la obligó a entrar reiteradas veces en planes de desintoxicación. “Pensé que nunca llegaría a los 40”, declaró oportunamente, a propósito de un estilo de vida que cuadra sin matices en el ajado lema de “sexo, drogas y rock & roll”.

Italiana de nacimiento, pero criada en su mayor parte en Alemania, la modelo y actriz tuvo todo eso. Primero inició un romance con el guitarrista Brian Jones tras visitar el camarín de los Stones durante un show en Munich, en 1965, y poco después dio pie a uno con Richards, que devendría en matrimonio y tres hijos juntos. Con Jones fuera de la banda, Pallenberg volvió a sacudir la estructura de poder dentro del grupo al multiplicarse los rumores de amorío con Mick Jagger durante el rodaje de Performance, película británica protagonizada por el cantante. “Una de las primeras peleas que tuvimos Anita y yo fue por toda la mierda de Performance. Mick y Anita interpretaban a una pareja, me lo veía venir. Estaban rodando porno de tercera”, reconoció el propio Richards en sus memorias.

Más allá del fuego interno, Pallenberg influyó en la banda por partida doble. Desde el punto de vista musical, el grupo escuchó con atención sus opiniones y hasta la incluyó en los coros de “Sympathy for the Devil”, dato no desechable para un submundo dominado por hombres. Pero el aporte más importante provino del área espiritual, ya que había formado parte del círculo de Andy Warhol en Nueva York, y los músicos ponderaban su espíritu libre y cosmopolita. Alejada en el último tiempo de los compromisos públicos, Pallenberg será recordada como una fuerte personalidad femenina dentro de una cultura que atravesaba su auge absoluto, mientras las mentes y los cuerpos estaban siendo releídos por una juventud deseosa de nuevas respuestas y cosas en las que creer. “No creo haber conocido tanta gente interesante en ese mundo”, reconoció recientemente. “La gente es gente y yo no era una fanática. No me entusiasmaba conocer a Lennon. No es mi personalidad. Por supuesto que lo conocí y para mí era como conocer a cualquier estudiante de arte”.