Raúl Gustavo Ferreyra, es abogado constitucionalista y catedrático de Derecho Constitucional en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires. Visitó La Rioja y brindó una conferencia en la Feria del Libro: “Corte Suprema de Justicia de la Nación: nueva integración”. En diálogo exclusivo con La Rioja/12, conversó sobre los fundamentos para ampliar la integración del máximo tribunal del país, la falta de democratización del Poder Judicial, y los tiempos de las reformas constitucionales. 

¿Por qué hay que tener una nueva integración de la Corte Suprema de Justicia?

La Corte Suprema de Justicia desde 1863 ha estado integrada por 113 jueces. Más del 30 % de sus magistrados han sido designados por dictaduras militares. Es uno de los altos tribunales más antiguos de todo el mundo. La función de la Corte Suprema de Justicia es analizar la Constitución federal de la Argentina, resolver los conflictos entre la ciudadanía. En esas tareas tienen que ocuparse de un objeto único que es la Constitución y, sin embargo, ese objeto único para mantenerse como tal, requiere pluralidad de enfoques. La misma que tiene la pluralidad de ciudadanía de la Argentina. Dentro de esa dimensión de la pluralidad de enfoques es que yo propicio, desde el punto de vista teórico, que cinco jueces es muy poco. Es un número muy pobre para cubrir la multidimensionalidad que tiene la ciudanía de la Argentina. Una multidimensionalidad donde hay que añadir dos cuestiones que son centrales: la primera es la presencia de la mujer en el más alto tribunal y la segunda la Constitución federal. En el tema de la mujer en casi 170 años de vida institucional de la Corte Suprema de Justicia, solamente dos mujeres han sido designadas por un gobierno constitucional que fue el presidente Néstor Kirchner. En ese marco, es necesario repensar abiertamente una nueva integración de la Corte Suprema para que se pueda concretar la pluralidad de enfoques y se pueda realizar este objeto único que es la Constitución federal de la República. En una Argentina plural, multiétnica, es pobrísimo que solamente tres personas tengan el instrumento para definir la realización de la Constitución y por eso propongo una nueva dimensión con una presencia importantísima de la mujer y una nueva discusión de un nuevo marco de la representación federal. Con la presencia de la mujer, con el aumento del número de miembros y con una contención del ideal de la representación federal estamos en presencia de una nueva integración de la Corte Suprema para abordar los retos y desafíos en el siglo XXI que plantea y exige la ciudadanía.

¿Cuáles son esos desafíos y a los que debe estar acorde el sistema judicial?

La Corte Suprema de Justicia tiene que ocuparse básicamente de los derechos de la ciudadanía y de los bienes fundamentales que en esta cuestión estamos atravesando etapas aciagas del siglo XXI donde prácticamente el 50% de la ciudadanía argentina se encuentra postergada a la pobreza. Debe gobernar y a través de sus fallos debe cogobernar con el Poder Ejecutivo, Legislativo y el Ministerio Público. Debe enfrentar este reto que nos coloca en una situación decisiva y por momentos desesperantes respecto de lo que va a ser la Argentina de los próximos 20 o 30 años. En segundo lugar, a un desafío con el tema de los bienes. Es una preocupación global respecto del fenómeno de la devastación del ambiente. La tarea de conservación del ambiente y nuestra la lucha en contra del calentamiento global tiene ser realizada a través de todos los poderes del Estado. La Corte Suprema debe intervenir en los asuntos de Estado y la tarea que tiene que ver con la defensa de los derechos fundamentales y la protección de los bienes es una tarea del Estado

Cuando habla de la representación federal ¿Cuáles deberían ser los perfiles que debería tener esta nueva Corte?

La Corte Suprema de Justicia es la última palabra en todos los conflictos que se puedan suscitar en los conflictos en la Argentina. Para llevar a cabo hay que tener una magnifica formación jurídica, hay que descansar en la solidez científica y en la solvencia moral de cada uno de los magistrados.

¿Qué opinión le merece que la vicepresidenta Cristina Fernández haya calificado a la Corte Suprema como un partido judicial?

La Corte Suprema y el todo el sistema judicial desde el 10 de diciembre de 1983, que se restauró el sistema democrático, es uno de los poderes que no ha llevado tareas distinguidas y contundentes hacia la democratización. Es un poder que no se ha democratizado suficientemente

¿Y eso qué significa?

Que la democracia como método trae auténticamente la apertura y la horizontalidad en la toma las decisiones. Precisamente la ausencia de democratización hace que no existe tal apertura, tal debate y que no exista tal horizontalidad. Si no hay una apertura es porque hay un ambiente bastante cerrado con decisiones que se adoptan verticalmente y eso es más parecido a un método autocrático y negación de la democracia.

Hay una idea de lejanía del sistema judicial con la ciudadanía y un reclamo sobre que se necesita otro tipo de justicia, inclusive cuando se pide una reforma judicial feminista.

Yo no estoy de acuerdo con la tesis de un teórico enunciada hace muchos años que dice que el juez debe ser la boca que pronuncia la ley. Eso lo dijo Montesquieu. Y tampoco creo que la Corte deba ser un parlamento de sesión permanente ni una Convención Constituyente. Hay cuestiones políticas en sentido amplio y hay cuestiones políticas en sentido estricto. Las políticas públicas deben ser discutidas, adoptadas y los poderes ejecutivos y legislativos. Los jueces no deben hacer políticas públicas, los jueces no deben tener actividad política, los jueces no deben realizar tarea política en sentido estricto. Cuando los jueces realizan política en sentido estricto, la Justicia sale corriendo por la puerta porque algo entró por la ventana.

¿No es tan estricta entonces?

No. Estamos en presencia de un activismo judicial muy pernicioso.

En La Rioja se está pensando en reformar la Constitución Provincial y hubo críticas porque no era el tiempo ¿Cuándo es el tiempo de reformar una Carta Magna?

Mi tesis doctoral es sobre la reforma constitucional y mi tesis posdoctoral es sobre la reforma constitucional, es decir, que es algo que vengo estudiando hace más de 20 años. Sostengo que es inherente a la evolución de la persona y a la ciudadanía la posibilidad de cambio. Soy una persona que frente a la posibilidad de conservación o cambio estoy mucho más abierto al cambio porque creo que la apertura posibilita tener una vida mejor. ¿Cuál es el mejor momento? Brasil reforma su Constitución una vez cada 3 meses desde 1988, Colombia la reforma una vez cada 5 meses desde 1991, la Argentina reformó su constitución 3 veces en el siglo XIX, 3 en el siglo XX y ninguna en el siglo XXI. En el caso de que La Rioja no pueda reformar su Constitución, no será un caso aislado en el constitucionalismo de la Argentina. Mendoza y Santa Fe tienen deseos de reformar y se hace muy difícil. Los partidarios del partido de la conservación siempre van a pensar que no es momento y los partidarios, como yo, del partido de la reforma vamos a pensar que siempre hay un buen momento constituyente pata reformar la constitución. Si usted no reforma la constitución, la actualización se va a realizar quiera o no quiera a través del Poder Judicial. Reformarla cada 20 años es una desmesura. Son tan grandes los planteos que se dan cotidianamente que ya no sé si 10 años son muchos para una reforma.