El juez Javier Aranibar, de la Sala I del Tribunal de Juicio, condenó a un hombre a 14 años de prisión por violaciones sistemáticas cometidas en perjuicio de su hijastra desde ella tenía apenas 11 años. La víctima tuvo tres hijos a causa de esos delitos. El acusado la había obligado a casarse con él cuando ella cumplió 18 años. La primera denuncia de la joven fue por violencia de género, hasta que pudo revelar que había sido abusada desde la infancia por su padrastro.

El abogado Álvaro Arias solicitó 20 años de prisión para el acusado. La fiscala Cecilia Flores Toranzos pidió 17 años de prisión. En tanto, el abogado defensor, Adrián Reyes, pidió absolución. Finalmente el juez lo sentenció a 14 años de cárcel y le impuso la obligación de pagar una indemnización a la víctima.

Arias es parte del grupo Alfa, integrado por abogadxs que brindan asistencia legal familiar y comunitaria gratuita a quienes no pueden pagarla. A ese grupo llegó en 2018 la joven  madre, luego de que una mujer de una iglesia evangelista a la que le había relatado la situación que vivía con el acusado, hiciera el nexo con esta organización. 

"Ella llegó a los 22 o 23 años. El proceso empieza después. Llega por violencia de género, con el tiempo cuenta la situación real. Ella había sido denunciada por él (el imputado) en 2018, por violencia física contra los niños. De los informes de la OVIF surgió que ella estaba en situación de riesgo. Después ella hace la denuncia pero por violencia de género, lo excluyen del hogar", explicó Arias a Salta/12.  Según indicó en 2019 recién la víctima formalizó la denuncia por abuso sexual contra el ahora condenado L. E. J. 

La joven relató que cuando ella tenía diez años de edad, el ahora condenado era la pareja de su mamá. En esa época se mudaron a vivir a Salta, desde Mar del Plata. Ella era la mayor de cuatro hermanos. El hombre comenzó a abusar de ella desde los 11 años. Los primeros hechos fueron cometidos cuando la madre viajó a Mar del Plata y dejó a sus hijxs a cargo del acusado. Entonces, el hombre mandó a sus hermanos a la casa de unos amigos y se quedó solo con ella en la casa. 

La joven dijo que una noche él le dio un vaso de gaseosa y después de beberlo vio que en el fondo había restos de pastilla. Se sintió mareada y sin fuerzas. Entonces su padrastro la violó. Durante varios días seguidos le dio pastillas en la comida y en la bebida. A ella le dolía mucho la cabeza y él le decía que con esas pastillas se le iba a pasar. Los abusos continuaron hasta que regresó su madre.

Arias señaló que su representada "llevó la pastilla que él le daba para dormir" a la audiencia de juicio. El abogado indicó que el acusado usaba primero la violencia física y las pastillas para abusar de la que entonces era una niña. 

"Después, a los 13, comienzan abusos por medio de la manipulación, la mantuvo cautiva y callada", manifestó Arias.  

La joven relató que cuando ella cumplió los 13 años, su padrastro le dijo que “como él le había sacado la virginidad tenía que tomarla como esposa porque la Biblia así lo decía”. Si ella no accedía, se iba a ir al infierno. Ella le creía. Manifestó que no quería pero él insistía diciéndole que tenían “que ser uno”. A partir de ese momento continuaron los abusos hasta que la víctima cumplió 15 años. 

La denunciante contó que el acusado también le daba las pastillas para dormir a su madre, quien luego decidió separarse y regresar con ella y sus hermanos a Mar del Plata. Sin embargo, la joven se dio cuenta de que estaba embarazada y su padrastro la manipuló, "la hace escaparse para que se encuentre con él", indicó Arias. El abusador le decía a la adolescente que “iba a dejar una criatura sin padre, como su madre había hecho con ella”. 

La joven dijo que este hombre le mintió a su mamá que el bebé era de un gendarme con quien ella había salido y la convenció para que no viajara y se quedara en la casa de su abuela paterna. Estuvo ahí un tiempo y luego la llevó a vivir con él, a una casa alquilada. En 2011 nació su primera hija. El ahora condenado le decía que tenía que agradecer porque gracias a él tenía comida y un techo. Por eso ella debía servirlo y ayudarlo en todo.

"La tuvo como su mujer, encubiertamente, porque ante los ojos de la gente la hacía pasar por su hija. Primero usaba la manipulación religiosa. Toda la familia era de la iglesia evangélica. Él se mostraba como autoridad religiosa ante la familia. Utilizó eso para manipularla, a tan corta edad. La chica embarazada a los 15 años tenía una dependencia económica, material, la aisló de todo tipo de contactos. El hombre delineó la realidad que él le mostraba", señaló Arias.

"La chica estaba vulnerable psicológica, económica y materialmente. Múltiples vulnerabilidades que él aprovechó. La madre, según ella, no sabía, se enteró años después cuando le habla por teléfono. La hija estaba aislada, no tenía a nadie", relató el abogado. Además, señaló la importancia de otros contactos, en la escuela, en la iglesia o en la comunidad.

Luego de que la joven cumpliera 18 años, en 2013, el hombre la forzó a casarse con él. Ella estaba embarazada de su segunda hija y había manifestado que no quería, pero el abusador le decía que si no se casaban, sus hijos iban a ser “hijos del diablo”. En 2015, la joven quedó embarazada de su tercer hijo. 

"Era tan perverso, la edad era abrumadora", señaló Arias, dijo que el condenado tiene más de 60 años y le triplicaba la edad a la joven. Contó en base al relato de su representada, que cuando iban a la iglesia y alguien cuestionaba al hombre, éste acudía a otra. Así llegaron a una iglesia, donde la joven conoció a una mujer que advirtió una situación de riesgo y la puso en contacto con quien ahora es su abogado. 

La importancia de creer a la víctima 

Álvaro Arias señaló que haber logrado que se condene al abusador para la joven "significó un reconocimiento de que ella no mintió. Significó una reivindicación desde lo simbólico importante para poder reparar su vida" "Él jamás tuvo autocrítica, se consideró víctima, como si ella hubiera armado todo esto para perjudicarlo", indicó el abogado.

Contó que el desafío estuvo en probar que la ahora joven jamás, en ninguna instancia, había dado consentimiento. "Se logró probar que fue víctima de manipulación todo el tiempo que vivió con él, que hubo abuso sexual. Se trabajó con la cuestión manipulativa (del acusado). Ella no tenía otra opción más que depender de él. El casamiento era una fachada para querer blanquear el delito. Él tenía un fuerte sesgo machista", señaló. "No eran solo los abusos. Era el total sometimiento. Ella hasta lo bañaba. Ella no manejaba dinero, él la vigilaba en todos lados. Ejercía el completo dominio de ella. El matrimonio no justificaba nada", resaltó Arias.

Arias sostuvo que el abuso sexual "es demoledor para el psiquismo de la persona". Indicó que las víctimas llegan a creer que no tienen otra opción, esto conlleva depresión, melancolía u otras consecuencias para la salud mental. Incluso pueden llegar a naturalizar el abuso.

El abusador fue condenado como responsable del delito de abuso sexual con acceso carnal agravado por la guarda y por ser cometido contra una menor de dieciocho años de edad aprovechando la situación de convivencia preexistente.

El grup ALFA brinda asistencia gratuita a sectores en situación de vulnerabilidad social y tiene un equipo especializado de abogadxs para asistir a víctimas de abuso sexual en la infancia. Sus oficinas están en la Avenida Hussein, Grupo 648, manzana 5, lote 10, del barrio Castañares de la Ciudad de Salta.