Antes de comenzar cada emisión radial desde una emisora pirata, el protagonista de Suban el volumen tenía un rito. El código implícito entre conductor y audiencia lo daba “Everybody Knows” de Leonard Cohen sonando en un vinilo. Nadie sabe nada (que llega este sábado por HBO Max) podría ser un homenaje, en su contradicción absoluta, a lo que cantaba el canadiense pero también a los hábitos que propone este fenómeno ibérico. ¿Qué es lo que no saben Andreu Buenafente y Berto Romero? La imposible respuesta es parte del encanto de esta empresa nacida en 2013 y que aún busca su razón de ser. Lo mismo vale para el proyecto que ha generado una audiencia transatlántica tras nueve temporadas. ¿Trampolín para la improvisación radial vía streaming? ¿Late Night 2.0? ¿Charla descomprimida entre dos cómicos? ¿Un podcast de alta factura? Este viernes podrán verse en la plataforma de streaming, sus tres primeros episodios incluyendo el especial grabado en nuestro país.

Esta versión de Nadie sabe nada sube el hándicap técnico y visual de aquello que se podía ver por YouTube. Un mix entre el Imagen de Radio de Alberto Badía con los modismos del formato que ambos exprimieron en Buenafuente y Late Motiv. Claro que allí Buenafuente mandaba y el otro hacía de coequiper. El cambio de carcasa obligó a otro tipo de vínculo mediático para la dupla con su química –y parecido físico- inalterable. Ya van nueve temporadas en eso de tomar el micrófono, colocarse los auriculares y hacer bromas frente a un público en vivo. Las anécdotas aquí son "vivécdotas" y los temas parecen surgir desde el momento. “En cuanto al programa todavía sigue sorprendiendo y sorprendiéndonos, hay ángulos o interpretaciones de nuestras vivencias que me regalan algo nuevo”, le dice Buenafuente a Página/12. “La comedia es sorpresa. Y en este caso es sorprender al que tienes del otro lado de la mesa. En cada emisión siempre sucede algo que se va de la norma”, suma Romero.

El desembarco del proyecto a HBO Max incluyó el plus de cuatro programas especiales rodados hace poco más de un mes en México y Buenos Aires. “Fue muy interesante comprobar la sensación de comunidad con los seguidores. Esto, para un programa que crea un mundo propio, basado en la complicidad, universo y palabras claves, territorios comunes, fue muy estimulante. Ver que en Buenos Aires ya nos conocían. Cuando sales de España tienes un afán de ir a contar el programa, a cada minuto nos decían: no nos lo cuenten, háganlo porque ya sabemos cómo es”, señaló Buenafuente.

-Tras nueve temporadas, ¿qué es lo que saben el uno del otro y del programa en sí?

Andreu Buenafuente: -Hombre, evidentemente si contabilizas las horas que llevamos hablando como programa y en la vida privada, yo creo que Berto es de las personas que sé más cosas. Me arriesgo a decir que sé más de Berto que de mí (risas). Esa es la grandeza de esta comunión de los dos, tanto conocimiento y tanto por descubrir.

Berto Romero: -Casi a nivel filosófico es la comprobación total de que nunca llegas a conocer del todo a otra persona. Uno podría pensar que después de tanto tiempo ya sabes cómo va a reaccionar el otro y a mí me sigue sorprendiendo. Esa es la clave de la relación interpersonal pero también de la propia comedia.

- ¿Cómo fue la reacción cara a cara frente al público argentino y el mexicano?

B.R.: - Para mí fue muy emocionante. Lo comentamos mucho con Andreu. Fue como revivir tus primeros pasos en la comedia. Fue encontrar un público nuevo pero no desconocido. Hay una sintonía y familiaridad porque llevan muchos años escuchándonos, pero encontrarnos en el teatro fue una experiencia casi transformadora. El código y la energía fueron distintas. Fuimos a su país y estuvimos rodeados por aquellos que nos seguían por Internet. Y eso ayuda mucho a mantener vivo el formato que se nutre de esto. De asombro, aprendizaje, nos dio gasolina de alto octanaje, nos dio keroseno.

A.B.: -Creo que constatamos la fortaleza del podcast que juega en otra liga más libre y global, eso fue muy bonito y estimulante. Salió el principio activo de cualquier artista que es “querer gustar”. Y como dice Berto, este público…¿cómo has dicho?

B.R.: -No sé, tienes que prestarme más atención. Yo voy dando, genero material pero no lo aprovechas. (risas)

A.B: -Público nuevo pero no desconocido. ¡Ahí tienes! Salimos de nuestro marco reconocible que es España y que también tiene sus diferencias. No es lo mismo Andalucía, Madrid que Barcelona. Como sommelier de público, y esto es a título personal, el público porteño me recordó al de Barcelona, y el de México al madrileño. Este viaje le dio mucha vitalidad al formato que en el 2023 cumple diez años.

-En el 2014 viniste a la Argentina en medio de un redescubrimiento artístico que quedó plasmado en el documental En el culo del mundo ¿Puedes explicar ese vínculo con la Argentina?

A.B.: -Yo tengo una afinidad con lo argentino. Cuando empiezo mi carrera en 1982, me marcó mucho un locutor Carlos Peisojovich. Fue una relación muy breve, de apenas un año, pero se convirtió en mi mentor. Tengo amigos argentinos, pero por sobre todo me reconozco en el uso de su ironía. Es un tipo de humor con el que me siento cómodo. No estuve nervioso en las presentaciones en Argentina, todo lo contrario, diría que estaba excitado. Quería saber cómo iba a ser la reacción haciendo mi trabajo. Este público ya me gustaba de antemano, ahora tenía que confirmarlo. La afinidad viene de muy lejos y la voy cultivando sin impostura y con mucha naturalidad.

-En una de las últimas emisiones, Berto bromeó con la idea de que siempre lo tratas como un colaborador. ¿cuánto tuvieron que ajustar de la dinámica en Nadie sabe nada?

A.B.: -Yo voy a dar una explicación técnica rápida: es una deformación de mi carrera. Siempre me ha tocado el rol de presentar, dirigir, coordinar, hacer programas unipersonales que no lo son. Llevo treinta años haciéndolo. Y en el 2007 entra un tipo al estudio que lo hacía muy bien desde el minuto uno. Era Berto Romero. Y me descolocó. “A ver si se comporta como un colaborador”, pensaba. Y desde entonces he tenido esa lucha simpática y fraternal, como que tengo que descabalgar lo de ser presentador único para tomar conciencia que esto es de a dos. Pero Berto dice eso para provocar.

B.R.: -Andreu solo lleva diez años en este papel de coautor. Hay que darle tiempo para que incorpore la novedad. Dentro de cinco o seis años se despertará en medio de la madrugada a las cinco de la mañana y empapado de sudor dirá: “Espera, Berto también puede conducir conmigo”.

-Ya han hecho varios programas e incluso una película, ¿qué les queda hacer como dueto?

B.R.: -Yo creo que podríamos salir de gira teatral. Más allá de que aquí nos presentemos frente a un público no hemos encarado una obra de teatro. Me gustaría eso de ir de gira con un teatro rodante. Pero lo dejaría para cuando seamos mucho más grandes.

A.B.: - Sería como una adaptación senil de nosotros mismos. Yo creo que con Berto nos daría muy bien tener una peluquería canina. (risas)