Cathy Come Home (1966)

Antes de debutar en la gran pantalla con Pobre vaca (1967), Ken Loach realizó una serie de unitarios para la televisión británica, entre ellos este drama de 75 minutos protagonizado por una chica que abandona su hogar en el campo para iniciar una nueva vida en la ciudad. Allí conoce a un joven camionero del cual se enamora y con el cual termina casándose. El embarazo de Cathy coincide con un accidente laboral de su marido, punto de partida de una serie de problemas económicos que terminarán dejándolos literalmente en la calle. La emisión original fue vista por una cuarta parte de la población británica y su temática encendió una discusión pública acerca de la problemática de los sin techo y la falta de contención social estatal ante esa clase de situaciones. De alguna manera, la última película de Loach muerde la cola de este telefilm al tocar un tema esencialmente cercano: la incapacidad para poder trabajar como inicio de un calvario personal.

Kes (1969)

Quizás el film más recordado del joven Loach, Kes –una de las mejores diez películas inglesas de la historia, según el British Film Institute– narra la relación entre un adolescente de clase trabajadora y su mascota, un halcón. Basada en la novela A Kestrel for a Knave, del recientemente fallecido escritor Barry Hines, esta historia rodada en locaciones reales del norte de Inglaterra y con actores no profesionales estableció el nombre de Loach como uno de los realizadores con mayor conciencia social en aquellos convulsionados fines de los años 60. Abusado en su hogar y en la escuela, el futuro de Billy Casper parece pautado de antemano por un determinismo inexorable: será minero o no será nada. Algo cambia al toparse con ese cernícalo y comenzar a entrenarlo, incluso una ligera posibilidad de torcer el destino. El dialecto de Yorkshire hablado por los personajes fue demasiado para los distribuidores de la película en los Estados Unidos y Loach se vio obligado a preparar una versión doblada en un inglés más neutro.

Riff-Raff (1991)

Uno de los grandes éxitos en la carrera de Loach (y el título que inició la carrera de Robert Carlyle), Riff-Raff retrata las condiciones de vida de la clase trabajadora británica con patetismo bien entendido y algo de humor, elementos que el realizador continuaría explotando durante el resto de su carrera. Carlyle es Stevie, un escocés que sale de la cárcel y se muda a Londres, donde consigue un empleo como albañil en una empresa dedicada a restaurar viejos inmuebles venidos a menos y transformarlos en casas de lujo para las clases más acomodadas. Durante esos menesteres conocerá a una chica desempleada que intenta sin éxito convertirse en cantante. En el momento del estreno, el director declaró que Riff-Raff (slang para chusma, gentuza) “es una película sobre la gente que construye las casas en mi país, que precisamente es la que no tiene una casa donde vivir.”

Los navegantes (2001)

Nuevamente, los cambios en el mundo laboral, la incertidumbre y la posibilidad del desempleo: cinco ferroviarios de Sheffield, especialistas en el mantenimiento de trenes y rieles, ven cómo el mundo según lo conocían cambia radicalmente cuando la compañía para la cual trabajan es privatizada. Incluso la amistad del grupo, que parecía a prueba de descarrilamientos, es puesta en tensión cuando uno de ellos es transferido a otra empresa rival. La situación se complica aún más cuando, algún tiempo después, la posibilidad del cierre definitivo de la empresa avanza a pasos acelerados, a partir de una nueva definición de una vieja palabra: “competitividad”. El guion de Los navegantes se basó en un caso real ocurrido en 1995, cuando el tendido férreo inglés comenzó su etapa final de transferencia a manos privadas.