Hablando en el santuario de San Cayetano, en el barrio capitalino de Liniers, donde se habían congregado además de los peregrinos miles de personas convocadas por los movimientos sociales (ver aparte), el cardenal Mario Poli pidió “actitudes solidarias y fraternas que nos permitan reconstruir esta Argentina que nos duele a todos” y, en sintonía con lo expresado días atrás por la Comisión Ejecutiva del Episcopado y utlizando las mismas palabras de sus colegas , se refirió al “pan que alimenta nuestra vida” y que se hace “más inalcanzable a causa de la inflación asfixiante que padecemos y que genera miseria”.

Ante la multitud el arzobispo porteño dijo que quienes llegan hasta San Cayetano lo hacen “porque saben bien que, cuando se cierran las puertas que han golpeado muchas veces, se abren las puertas del santuario y se encuentran con San Cayetano, quien intercede ante el Jesús que tiene en sus brazos, para que todos reciban las gracias materiales y espirituales que necesitan para seguir caminando”. Se preguntó entonces Poli “¿Cómo no pensar en la cantidad creciente de hermanos y hermanas que se acercan cotidianamente a los comedores, en los adultos mayores que no pueden comprar sus medicamentos, en las familias cuyos ingresos son cada vez más insignificantes?”, porque, dijo, “como reza una canción: «No es posible morirse de hambre en la tierra bendita del pan»”.

Y tal como lo afirmaron en días pasados el presidente de la Conferencia Episcopal, el obispo Oscar Ojea, y los miembros de la Comisión Ejecutiva del episcopado católico, el cardenal reiteró que “el pan que se pide para todos, el que se logra con el propio trabajo, es un clamor de justicia”.

El arzobispo de Buenos Aires usó como analogía la parábola bíblica del Buen Samaritano quien asiste a un hombre herido que encuentra en su camino para señalar que “ante tanto dolor, ante tanta herida, la única salida es ser como el buen samaritano” tal como enseña el papa Francisco. Porque, agregó Poli, “toda otra opción termina o bien al lado de los salteadores o bien al lado de los que pasan de largo, sin compadecerse del dolor del hombre herido en el camino”.

“El ejemplo del Buen Samaritano –dijo el obispo- nos devuelve una mirada solidaria de la realidad, no para escandalizarnos, sino para conmovernos y comprometernos”.

Resulta significativo que tanto Poli en San Cayetano, como la Comisión Ejecutiva se han referido en los mismos términos a la inflación que “genera miseria” y la dificultad de las personas para conseguir el pan mediante el propio trabajo. De esta manera las manifestaciones públicas de la jerarquía eclesiástica dan cuenta de la preocupación que existe en la conducción de la Iglesia Católica por la gravedad de la situación social que tanto los obispos como los sacerdotes perciben en los sectores populares.

El 28 de julio último Ojea se había reunido con dirigentes de los movimientos sociales  quienes además de plantearle preocupación por las cuestiones sociales también le pidieron que interceda por la persecución judicial que algunos de sus referentes están sufriendo en todo el país. En esa oportunidad el Presidente de la Conferencia Episcopal se mostró dispuesto a hacer gestiones ante las autoridades y pidió mantener un canal de diálogo abierto para pensar en acciones coordinadas.

Antes, el 26 de julio, los Curas en la Opción por los Pobres (COPP) habían denunciado una “sinfonía del mal” al servicio del poder económico  en un documento titulado “Una república sin los pobres en el centro es una ficción”.

En San Cayetano el cardenal Poli dio gracias por los “muchos Cayetanos anónimos” a quienes describió como “hombres y mujeres que no pasan de largo ante el dolor de los que están en la banquina del camino de la vida; son los samaritanos de nuestros días que comparten su tiempo y sus bienes, y sin medir sacrificios renuevan en el cuerpo social el anhelo de felicidad que Dios ha puesto en el corazón de cada ser humano: la esperanza, la virtud que sostiene en las pruebas y nos hace esperar tiempos de encuentro y paz entre los argentinos”.

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