Ayer se aprobó en el Congreso la ley de equidad de géneros y además obtuvo media sanción la ley de cupo trans.

La verdad que tenía pensado hoy hablar sobre el precio de los alimentos, de la inflación, de la necesidad de escuchar, mirar y patear la calle, de ver la diaria, la que sufren los sectores más postergados que pacientemente esperan que cambie el viento.

Iba a hablar de la necesidad de aprovechar las oportunidades que ofrece la pandemia de implementar otras lógicas. De salir de un chaleco de fuerza muy ajustado cuyos nudos tensa la derecha a fuerza de títulos y presiones con sus lugares comunes y angurria histórica con el mismo odio de siempre al de abajo. Necesitan sostener los privilegios y el orden establecido en Argentina y en el mundo. 

Un par de comentarios escuchados por ahí, en pantallas de discurso único, que ninguneaban, chicaneaban, frivolizaban el tema, me hizo cambiar de idea. Al fin y al cabo también estamos hablando de privilegios, de sistemas que se sostienen sobre la negación de derechos de otres.

Quienes tenemos un par de años en el periodismo sabemos perfectamente como funciona la cosa. Como en todas las actividades, asistimos a diario a violencias que están naturalizadas.

La particularidad que tiene la discriminación que sufren las mujeres y las personas trans en los medios de comunicación es que esa estigmatización o discriminación se amplifica hacia las audiencias.

Como oyente, como televidente, también me siento excluida y muchas veces violentada por ese universo donde aún hoy se nos admite en todo caso secundando a una voz o imagen masculina.

Dije otres. Yo sé que las E o la sola idea de rediscutir la palabra, el lenguaje, lo que se nombra y lo que no, lo que se reconoce en el decir y lo que no, ya altera e irrita de sobremanera. Hay quienes no pueden parar de mencionar a la real academia española, la importancia de la buena educación y una sarta de excusas bastante amplia que queda de lado en otras oportunidades.

Pero que las E no les impida ver la inequidad. Que las E no les robe la posibilidad de pensar un instante. Hagan una prueba. Piensen rápido en tres, cuatro, programas de política en tv conducidos por hombres. Piensen igual de rápido 3 o 4 hechos por mujeres. Piensen columnas de opinión o editoriales realizadas por mujeres. ¿Difícil no?.

Agarren las radios más importantes del país y fijense en los principales horarios quienes conducen y que rol tienen las mujeres. Y si pido que me nombre a personas trans que tengan la posibilidad e expresar sus opiniones políticas o generales ante el micrófono, se complica más todavía.

Hay números, muchos, pero cito algunos: El 78 por ciento de las empresas de medios está dirigida por hombres. El 30 por ciento de las personas que trabajan en empresas periodísticas son mujeres, cuando llamativamente, las mujeres son el 64 por ciento de quienes estudian carreras de comunicación. Estos datos corresponden a una investigación de 2018 de la Asociación Comunicación por la igualdad.

Entonces no estamos discutiendo una pavada. Sin embargo hay quienes niegan el debate frivolizando un reclamo genuino. Hablemos de una vez por todas de la cuestión de fondo y en todo caso reconozcan que están defendiendo privilegios. 

Hablemos sobre por qué las mujeres en los lugares de poder molestan y más cuando sus discursos cuestionan las injusticias estructurales. Hablemos de por qué si levantamos la voz somos locas o histéricas cuando los medios están llenos de tipos puteando y diciendo gansadas de todo tipo sin que nadie los cuestione.

¿Por qué nuestra capacidad se juzga con parámetros diferentes a los que se utilizan para los varones? ¿Por qué además de estudio y capacidad además nos piden obedecer estereotipos de belleza que terminan siendo crueles? ¿Por que a las mujeres no tienen permitido envejecer?

Son defensores de un orden expulsivo y discriminador en el que se cubren unos a otros, para que nada cambie, lo digo en términos generales. Y se cubre por acción u omisión, porque callar ante determinados comentarios, conductas o injusticias también es ser funcional.

Los medios del establishment objetan que les van a quitar la pauta, que los van a perseguir con está ley, nada de eso está en la ley, pero que bien vendría, no ? De paso discutir la pauta. Presionaron todo lo que pudieron. Algunas figuras de juntos por el cambio se ausentaron y otros votaron en contra sin poder evitar que se transforme en ley.

La ley es un gran avance y seguro será observada a nivel mundial, promueve la equidad en la representación de los géneros desde una perspectiva de la diversidad sexual. Es obligatorio para medios públicos y propone incentivos para que privados se sumen, no es sólo equidad de genero, también promueve la perspectiva de género. El incentivo tiene que ver con un certificado que permite acceder a pauta oficial, pero no establece castigos.

Las que trabajamos en el medio hace algún tiempo, en mi caso bastante, sabemos que la ley tiene sobrados argumentos. Y no les estamos pidiendo permiso, no estamos esperando una bendición ni la aprobación. Estamos exigiendo lo que nos corresponde, estamos reclamando nuestros derechos históricamente vulnerados y los derechos, ya aprendimos, no se negocian.