Gualeguaychú no elegirá más reina del Turismo, como lo hacía históricamente a principios de diciembre, en la inauguración de la temporada de verano. La decisión, tomada por el intendente Martín Piaggio (FpV), apunta a evitar la cosificación y estereotipación de las mujeres en el marco de la lucha contra la violencia de género. De todas formas, la medida no alcanza al concurso de la reina del carnaval, la fiesta tradicional de la ciudad, de gran impacto mediático. La explicación oficial es que se trata de un evento privado, organizado por un pool de clubes y no pueden imponerle la prohibición. No obstante, se realiza en un espacio de la comuna, como es el corsódromo.
“Más que caer en una mirada punitivista o prohibicionista, pensamos en la construcción de otros modelos culturales, que no sean el de las mujeres cosificadas. Por esa razón, vamos a reemplazar a la reina del Turismo por la elección de dos representantes culturales”, explicó a PáginaI12 Florencia Bugnone, responsable del área de Género y Diversidad de Gualeguaychú. Tampoco se elegirá reinas en los carnavales populares organizados por el municipio, que se celebran por fuera del corsódromo, en los distintos barrios y que se conocen localmente como “matecitos”, explicó la funcionaria. En esos corsos se entregará el Premio Rony, que premiará la alegría y la cultura carnavalera, y que lleva el nombre de un vecino que se travestía y cuestionaba las tradiciones locales. Bugnone destacó que la gestión comunal está trabajando en la transversalización de la perspectiva de género y de la diversidad en las distintas áreas del gobierno municipal. “La decisión de dejar de elegir reina del Turismo y en los ‘matecitos’ se tomó conjuntamente con las áreas de Derechos Humanos, Cultura y Turismo”, precisó.  
Desde que, en diciembre de 2014, el Concejo Deliberante de Chivilcoy implementó una legislación de este tipo, ya varias ciudades tomaron medidas similares, con el fundamento de que se trata de concursos sexistas y discriminatorios, que fomentan la violencia simbólica contra las mujeres. La movida surgió a partir del activismo de organizaciones de mujeres o áreas de género de sindicatos. Villa Gesell en setiembre de 2015 fue el segundo. En la lista también está localidad neuquina de La Angostura, en febrero de 2016, donde ya no se elige reina en la Fiesta Nacional de los Jardines, que se celebra en febrero. 
En Madryn, el concurso de la reina en la Fiesta del Cordero fue reemplazado porla elección de embajador o embajadora, una persona –sin importar su sexo ni su edad– que se haya destacado en actividades tendientes a mejorar la calidad de vida de la ciudad y que promueva la difusión de “una cultura ciudadana, saludable y comprometida”. 
Alrededor de un centenar de municipios de todo el país organizan concursos de belleza entre adolescentes y jóvenes para elegir reinas en fiestas populares, con fines turísticos o para promocionar algún producto regional. Les exigen desfilar en trajes de baño con sandalias de taco aguja y los jurados –muchas veces funcionarios públicos– las evalúan en función de su “belleza física”, además de otras cualidades como “porte”, “desenvoltura” y “personalidad”. Los reglamentos de los certámenes son claramente discriminatorios. No sólo se limita la edad de las concursantes –pueden participar únicamente aquellas que tengan entre 16 y, en promedio, hasta 25 años–, sino que además se les suele imponer como condición que sean solteras y no tengan hijos. En algunos casos, incluso, se eligen “reinitas”, entre nenas de apenas 5 años, como en la Fiesta Nacional de la Flor, en Escobar, donde se corona la reina del Capullo; en la Fiesta provincial del Trigo, en Tres Arroyos, la de la Espiguita, y en el municipio chubutense de Camarones, la del Salmoncito.
Los reglamentos suelen ser discriminatorios y sexistas. La mayoría convoca a chicas a partir de 15 o 16 años y les hacen anotar medidas, peso, color de ojos y cabello. Las medidas que inscriben tienen carácter de declaración jurada y luego las miden para corroborarlas y si no coinciden, las descalifican. En algunas páginas oficiales de gobiernos municipales o provinciales hacen verdaderos “books” de las postulantes e invitan a la gente a que elija a la ganadora.
La expresión más extrema de esta clase de competencias son los llamados Bikini Open, patrocinados por empresas privadas. El que se hacía históricamente en el verano en Puerto Madryn se suspendió la última vez por presiones de organizaciones de mujeres, sindicales y políticas. Uno de los principales argumentos para pedir que la intendencia no apoyara el certamen fue la Carta Orgánica Municipal, reformada en 2010 y de las más progresistas del país, que establece entre los compromisos asumidos por el gobierno local, promover y defender “la igualdad de género” y “la igualdad de trato” entre varones y mujeres.