Hace años que Blitto viene pisando fuerte e imprimiendo su huella de estilos e identidades mutantes dentro del under electro pop porteño y alrededores. Su primer disco homónimo, producido por la peluquería Prana, cumple este año una década y nos recuerda un debut por demás explosivo: melodías electrónicas con letras cargadas de sentimientos y emociones junto a invitadxs de lujo como Viudas e Hijas de Roque Enroll, Miss Bolivia, David Bolzoni y El Remolón & Non Poet, entre otrxs. Siete años después vino el heterogéneo Sanar, con el cual experimentó sus raíces rockeras combinando el siempre omnipresente pop con sonidos más sucios y alternativos. Ahora, siguiendo con la recta certeza de jamás seguir un camino recto, nace Macumbiada, un disco y un término que combinan macumba y cumbia y se originan en su inquieta e inagotable creatividad para fusionar la estética y la festividad de la religión umbanda con la cumbia y los elementos del electropop latino, reuniendo siete canciones inclasificables, por demás diversas y a su vez temáticas que confluyen como una oda al desamor causado por el fin de una relación turbulenta, contada con elementos ornamentales y letras que buscan la honestidad de la simpleza en un vocabulario religioso y directo. En su constante necesidad de cambiar y borrar toda frontera de estilos, vestuarios y géneros, Blitto abrazó el veganismo gracias al amor de su perro Falcone, fallecido hace poquitos días, y desde 2009 sumó a su permanente actividad musical y performática el activismo por el derecho animal, llegando inclusive a vivir en un refugio de animales por un periodo de tiempo. Junto a la cantante trans Rocío Rocha, el productor José Ocampo, Mario Gaitán y otrxs invitadxs y amigxs nace en poquitas horas este ritual melódico, macumbiero y bailable. A poner play, prender las velas y bailar el desamor que se acaba el mundo.

¿Cómo llegaste hasta acá?

–Hoy siento que salí del electro pop y me metí con Macumbiada, un disco electropical que nace de una relación de amor de la que vengo hace dos años con un pibe que me castigó un montón. A partir de eso me debatí entre hacer un disco llorando y re triste, con un piano y un violín, o canalizar esa historia por el lado festivo: me cago de risa de tu amor. Sí, me arruinaste la vida pero me divierto con las chicas en la disco. 

¿Y la fusión de componentes, sobre todo con la religión umbanda?

–Este pibe es umbanda y esa estética me inspiró muchísimo. También estuve en Brasil y conocí chicos umbanda y me fascinan los colores, el agradecimiento, las velas, todos esos elementos que me parecen re latinos. No es por hacerme el original pero nunca escuché que dentro del pop una marica pop hiciera un disco electropop con sonido umbanda.

¿Macumbiada es un espejo de las mutantes identidades de Blitto?

–Yo soy músico, cantante y performer, una especie de machona latina. Nací en José C. Paz y tengo esa cosa de chongo del conurbano y no tan de mariquita palermitana, aunque en realidad tengo un mix entre las dos cosas: soy la chica tonta de Palermo, una Barbie, y por otro lado un chongo que te dice “qué hacés vieja, conmigo corta la bocha”. Se me mezclan las dos cosas y de ahí sale esto. Un quilombo el puto (risas). Siempre me gustó la fusión, ¡y la fusión de la fusión! Estamos en el post post post postmodernismo. 

¿Cómo sería eso?

–Todo al natural. Hacer lo que se te cante. Si sos trash, hacé lo que quieras. Nada de caretas. De ahí me parece que sale la esencia de todo. Hay que liberarse de todas las etiquetas y de todos los rótulos, y creo que el arte siempre apunta a eso, o al menos mi arte. No existe la pelea entre la luz y la oscuridad. Somos la luz y también la oscuridad. Las semillas se germinan en la oscuridad y de ahí nace todo lo creativo. 

La imagen de la tapa del disco combina esa idea simbiótica entre oscuridad y claridad…

–En la tapa estoy vestido como la Yemanjá, que es una diosa del umbandismo que en Cuba se llama “la virgen de la regla” y en el catolicismo sería una especie de personificación de la Virgen María. La Yemanjá te brinda fortaleza, te brinda hijos, te brinda todo. En la foto se ve el mar turbulento, que es esa relación que te conté, y la montaña y el peso de las rocas… Salí del desamor, de las lágrimas de sangre, y encima se me muere mi perro Falcone. Entonces, o termino triste o termino bailando en la disco. Todo eso fue la musa del disco, pero las canciones son universales: yo quiero que las escuche todo el mundo y que cualquiera pueda bailar macumbiada.

¿Y por qué elegiste a la Yemanjá?

–Me gusta personificar a una mujer y además no soy una mujer. En el disco, en el personaje, en la Yemanjá. Y encima soy una deidad, ¡tomá! Soy la deidad que da todo. Dejando la tristeza, el dolor y la traición atrás de la figura y dispuesta a salir del mar dando a cada paso amor, proveer fertilidad al corazón. 

¿Cómo encaraste la personificación de una deidad que tiene tantos fieles y seguidores?

–La personificación de la Yemanjá la hago con mucho respeto. Yo no me río, al contrario: es mi homenaje, mi aporte al umbandismo. Yo no soy un umbanda, pero la estética me parece hermosa. Tiene esa cosa latina, muy de La isla bonita de Madonna. Es una religión que nació de la calle, de los africanos, no es una religión careta. Tomé su estética porque me parece súper linda y lo hago con mucho cariño y con devoción hacia su imagen. 

¿Las canciones de Macumbiada son un antídoto contra el desamor?

–El disco habla del desamor, como dice la canción “El hijo de puta”: “Por qué no podés decirme que me amás. Odio tus mensajes, odio tus salidas, odio los regalos que me hacés en Navidad. Odio esa bombilla de mierda que me dabas para chupar”, o “Conjuros”, que es como un rap y una maldición de corazón a corazón. El desamor no viene por dónde metés la pija, sino porque rompiste la confianza, y cuando eso se rompe nada vuelve a ser igual, se arruinó la amistad. Yo podría haber salido hecho bolsa, llorando, pero no: salgo hecho una reina potente, pero con amor, no como una Paris Hilton pelotuda.

¿Cómo engancha esta propuesta con tus anteriores shows?

–Cuando arranqué éramos un montón, como una especie de trova rosarina como la de Fito Páez, pero la trova electrónica… ¡La trola electrónica! (risas). Y ahí veníamos Dani Umpi, Gaby Bejerman, La Terremoto de Alcorcón, La Prohibida de España, yo. Éramos un clan de músicos y performers que surgió más que nada junto a DJ Jara en las fiestas Divas y Divos en el Dorado, y con Miranda!, que fue como el impulso. El concepto de show que tengo ahora con Macumbiada es el de salir vestido de la Yemanjá, y de golpe arrancarme la peluca en el segundo tema y quedar más como Blitto pop y tirar un cover de Valeria Lynch, ponele, y ya para el último tema termino todo tajeado, bien a lo Iggy Pop. Yo mismo soy así, y lo que implemento en vivo es como un vestuario cebolla. Así es mi carrera también, no me centro porque me aburro.

¿Qué esperás del público?

–Voy a lanzarme a tocarlo en las discotecas por las que me muevo siempre. Me gustaría que la gente lo baile, se divierta, lo sienta. Las letras son simples, que es algo que me cuesta mucho, porque suelo ser muy rebuscado. Me gusta que sea simple para que sea más pegadizo. Quiero hacer un disco que se baile, no romperle las bolas a la gente. Ya hay mucha mierda en el mundo, así que bailemos el desamor, canciones simples sobre el desamor. Te juro que la simpleza es lo más difícil, pero fluye sola, yo no la busco. Cuanto más forzadas son las cosas, mas mentira son.

Como en el amor.

–Tal cual.

Doble presentación de Macumbiada: miércoles 5 de julio, a las 22, en Bar Jolie, Av. Juan B. Justo 1658, y domingo 9 de julio, a las 21, en El Emergente Bar, Gallo 333.

blitto.bandcamp.com