Entrepanes

Hijo directo de lógicas nacidas con la pandemia, Manduca es el más nuevo de los polos gastronómicos porteños: un recorrido al aire libre por diez puestos de comida –muchos de nombres reconocidos–, unos pocos con mesa dentro, el resto con barras donde pedir al paso. Manduca es parte del complejo de teatros La Plaza y, en palabras de sus dueños, busca dar opciones para los espectadores que quieren evitar los clásicos de la Av. Corrientes. 

“Sentimos que la oferta de la zona era muy uniforme y que muchos de los que venían al teatro terminaban comiendo en otro lado de la ciudad”, cuenta Nicolás Kompel, quien junto a Juan Francisco Casas está a cargo de la organización del paseo gastronómico. La oferta está bien pensada: hay pizzas napolitanas de San Paolo, cocina vegana de Leti t V, helados clásicos de Scannapieco, vermú y platitos de Sifón, ceviches de Asu Mare y baos de Koko, entre otros.

Dentro de los lugares nacidos especialmente para Manduca, ahí está Batacazo, una sanguchería que intenta devolver al sándwich el lugar que merece en una comida callejera y urbana. Los panes son caseros: hay un PBT delicioso, bien argentino, mullido y dulzón; y otro que se llama schiacciata, más intenso, similar en miga y elaboración a una focaccia delgada. También los pickles son caseros: en grandes frascos a la vista se ven zanahorias, ajíes, rabanitos, chucrut y nabos, entre otros. Hay sándwiches más simples, como el de jamón, queso y manteca ($1300) y otros más glamorosos (el de mortadela con nuez, brie o straciatella según el día, y pesto, $1600). El de vittel toné es excelente: con palomita horneada a baja temperatura logran una carne tierna y rosada con una salsa de atún, anchoa y alcaparra repleta de sabor ($1500). Se suman opciones como crudo y queso, salame y queso, y uno más de milanesa completo que cotiza alto en las preferencias ($1700). 

Para picar, ideal antes de entrar a una obra, las croquetas de quijada braseada son perfectas ($750).

Batacazo queda en Paseo La Plaza (Av. Corrientes 1660). Lunes de 10 a 16; martes a domingos de 10 a 24. Instagram: @batacazo.sangucheria.

El renacer de un clásico

La barra de acero, los 15 taburetes, el fuego, las carnes y los chorizos. Y el nombre al frente, un ícono de la porteñidad con medio siglo de historia a sus espaldas. Tras un cierre forzado por el Gobierno de la Ciudad en 2021, el famoso Los Platitos reabrió en Manduca, inaugurando una versión simplificada y al paso. “Trajimos la misma idea de barra que teníamos en frente del local de Costanera”, cuenta Eduardo Bianco, hijo de Antonio, el mítico fundador original de Los Platitos en los años 60. De aires modernos pero con guiños a la estética de los 70s (azulejos de colores pasteles, la tipografía del logo, los paneles de madera), en este nuevo Los Platitos se mantienen muchos de los best sellers del local original. 

La estrella de la carta es el sándwich de cuadril: más de 200 gramos de carne muy tierna (le dicen cuadril; en realidad es ojo de bife), cocinada al momento sobre la parrilla a gusto del comensal (a punto, cocida o jugosa, $1700). A pedido se agrega jamón, lechuga, queso, tomate ($50 cada uno) y una generosa porción de ricas papas fritas ($700). Además hay un muy sabroso chorizo mixto ($900), morcilla ($900), mollejas al plato o en sándwich ($1900), bondiola ($1500) y lomo ($1700). Se suma ensalada y, de postre, flan mixto ($820). Nada más, nada menos.

En estas dos semanas desde su apertura, los comensales que llegan repiten más o menos las mismas palabras: “Los extrañábamos”, dicen. Es que una gran parte de ellos son clientes de toda la vida, habitués que quedaron huérfanos tras el repentino cierre del local original. Para completar la nostalgia, en el local trabajan algunos empleados históricos de la casa: Jorge (en los fuegos) y Verónica (en la caja), ambos con más de tres décadas en Los Platitos. Eugenia y Ramón, 15 años cada uno. Y de encargado está Rodolfo; él es más nuevo, que entró recién en 2017.

Los Platitos en Manduca no logra reemplazar al viejo Los Platitos de Costanera, con su enorme salón y aires familiares; pero sí funciona como un homenaje, con la misma carne, las mismas brasas y el mismo nombre.

Los Platitos queda en Paseo La Plaza (Av. Corrientes 1660). Lunes de 10 a 16; martes a domingos de 10 a 24. Instagram: @losplatitos57.

El deli sin culpas

Sobre la barra se ven algunos libros, una suerte de biblioteca gastronómica que muestra el gran momento que vive la cocina judía en el mundo. Aparecen autores como Mark Russ Federman, la reconocida Lori Zabar, también Joan Nathan y otros, recorriendo recetas tradicionales y modernas, vegetarianas y con carnes, con sabores del Medio Oriente e influencias del Mediterráneo. A esa cocina apunta ¡Oy Vey!, uno de los nuevos locales de Manduca, aún en etapa de estreno y de desarrollo. Por ahora, la carta es sencilla, con juegos propios que van marcando un camino y dirección. 

Hay pastrón casero ahumado ahí mismo, hecho con grano de pecho macerado por 10 días, que sale en pan de tipo Goldstein (de centeno y trigo, con abundante kummel dando sabor), también un lajmashin más dulzón que los clásicos de Armenia o Líbano (lleva tamarindo, naranja y ají mirasol, además de la carne picada y las especias, $500). El falafel en pan pita ya es uno de los sándwiches más pedidos ($1100, con el falafel bien fresco, con abundante perejil, cilantro y menta), aunque en plan de picada rápida tal vez lo mejor sea convertirlo en picada, pidiendo las bolitas de garbanzo molido junto con otros clásicos del local, como los knishes y bohios ($300), también el hummus y el babaganoush ($700). Dentro de los más disruptivo, suman unos varenikes de papa que salen fritos, perfectos para comer con la mano.

Mientras que buena parte de la oferta de Manduca apunta bien fuerte a la noche, que es cuando más gente recorre el Paseo La Plaza a tono con los horarios del teatro, ¡Oy vey! Gana aires diurnos, con la idea de ir sumando un mostrador llenos de delis salados y dulces para comer caminando o llevar a la casa. En el capítulo más goloso, hay babka, un pan elaborado con leche y con agregado de chocolate nacido en Europa del Este ($600) y prometen sumar cheesecake, leikaj y otras delis dulces. 

El lema de la casa es ¡comé sin culpas!, un juego de palabras que apunta directo al corazón culposo del judaísmo con humor y con sabor. Como debe ser.

¡Oy vey! queda en Paseo La Plaza (Av. Corrientes 1660). Lunes de 10 a 16; martes a domingos de 10 a 24. Instagram: @oyvey.deli.