Día de sol, de esa siesta del 22 de agosto de 1972. Y la radio que cuenta, que un intento de fuga, que fueron muertos. Fusilados. Ejecutados. Trelew.

Recuerdo que lo primero que hice fue correr a la facultad. Necesitaba mis compañeros y allí estaban todos. Abrazarnos y tener veinte años y no entender la locura que se instalaba entre nosotros.

A las seis de la tarde formalizamos asamblea en el aula magna de nuestra Facultad de Arquitectura. Una asamblea como nunca, unidos. Decidimos toma de facultad por mayoría absoluta, es que no nos cabía más dolor en el cuerpo. Compañeros, como nosotros, muertos de ese modo, la mentira de la fuga, y la furia y la impotencia. Difícil, pienso ahora, conjugar en ese momento la fuerza de la edad, las convicciones y este ramalazo atroz de la muerte mal llegada de la mano de los malditos del odio inventando fugas.

Cerramos puertas y allí quedamos, se fueron formando grupos. Discutíamos, nos esmerábamos en hacer proyecciones y lecturas del momento. También llorábamos.

El estupor, ese sentimiento, nos sobrevolaba, ese modo de asombro que te deja pasmado. Y tanto hablar nos iba asentando. La noche fue larga. Muy larga. Muy triste. Un velatorio sin cuerpos. Pero nosotros estábamos vivos y sentíamos que íbamos a resistir. Nuestra mirada en ese momento no fue tan aguda, no alcanzó a vislumbrar el horror sin límites que se aproximaba, y se instalaría en años de muerte, desolación, desaparición y miedo.

Como a las cinco o seis de la mañana, desde los balcones de nuestra facultad -que en esa época quedaba en la avenida Vélez Sarsfield-, veíamos cómo desalojaban violentamente a los compañeros de Ingeniería, la Facultad del frente. El anticipo de lo que nos sucedería a nosotros. Fue un operativo impresionante. Nosotros éramos más de setecientos. Sumados a otras facultades, es de imaginar que no habría cómo trasladarnos en primera clase. Y tampoco entrábamos en todas las comisarías de Córdoba. Pero se hizo. Nos tuvieron hasta el otro día y nos abrieron prontuario a todos.

El día 24 fue el velatorio real en la sede del Partido Justicialista en la ciudad de Buenos Aires. Familiares y militantes fueron reprimidos. Una tanqueta militar ingresó rompiendo la puerta principal mientras los caballos de la policía dispersaban las personas.

Fue el inicio de la conducta militar de esos tiempos que venían, así, llegando rápido. Hace unos años en un viaje desde Esquel a Puerto Pirámide pasé muy de madrugada por Trelew. No pude parar de llorar.

Luego llegué al mar.

En el fusilamiento del 22 de agosto de 1972 fueron asesinados José Ricardo Mena, Eduardo Adolfo Cappello, Mario Alberto Delfino, Carlos Alberto Del Rey, Rubén Pedro Bonet, Clarisa Rosa Lea Place, Carlos Heriberto Astudillo, Susana Graciela Lesgart, Miguel Ángel Polti, Mariano Pujadas, María Angélica Sabelli, Humberto Segundo Suárez, Humberto Adrián Toschi, Alfredo Elías Kohon , Jorge Alejandro Ulla y Ana María Villarreal de Santucho.

POR ELLOS Y LOS TREINTA MIL DESAPARECIDOS: MEMORIA VERDAD Y JUSTICIA PRESENTES AHORA Y SIEMPRE

Ana Paulinelli es socia de Página/12 e integrante del Club de escritura.