El cabo primero de Gendarmería Nacional Paul Cornú (35) denunció a tres de sus colegas del Escuadrón 20 de Orán por torturas, vejaciones y amenazas de muerte.

El suboficial detalló que el jueves último, junto a sus hermanos, fueron interceptados por tres gendarmes que, sin identificación y sin mediar palabra, le apuntaron con un arma 9 milímetros cargada con balas de plomo al más joven de sus hermanos, de 19 años y, al interceder en su defensa, lo sometieron a una paliza que duró alrededor de 15 minutos, por la que terminó internado.

Cornú hizo la denuncia en la Policía Federal y está siendo representado por el abogado Hernán Mascietti. “Que la justicia haga que los gendarmes respondan. Los actos que cometieron conmigo son considerados de lesa humanidad como la tortura y vejaciones”, manifestó. 

El denunciante es oriundo de Orán pero prestaba funciones en Buenos Aires. En la ciudad norteña residen su hijo de 6 años, su madre, su padre y sus hermanos. Cornú contó que se encuentra en “disponibilidad” en la fuerza porque demoraron en concederle una  licencia y viajó sin permiso a Orán. Explicó que había informado que necesitaba llevar a su hijo a consultas con especialistas médicos programadas en Salta Capital.

Para contextualizar, Cornú contó que su madre es desempleada y mantiene a la familia dedicándose a la venta de ropa americana en su casa. Su padre es retirado del Ingenio El Tabacal desde hace varios meses, por “enfermedad profesional” y aún no cobra su jubilación.

Por ello dijo que el jueves pasado sus hermanos de 30 y 19 años cruzaron la frontera hasta Bolivia para comprar ropa, y él los acompañó porque quería comprar un regalo para su hijo. Cuando quisieron regresar, un hermano sugirió pagarle a un bagayero para que les pasara el fardo de ropa y eso hicieron.

Cuando esperaban al bagayero del lado argentino. “Llegó una camioneta Amaroc, simple cabina, no identificada. Salen tres gendarmes y nos apuntan con una pistola sin mediar palabra. Lo encaran a mi hermano más chico, uno de los gendarmes carga una reglamentaria 9 milímetros, con bala de plomo y se la puso en la cabeza”, relató Cornú. Dijo que los gendarmes actuaron “sin identificación, sin galones, estaban haciendo lo que ellos querían”.

“Pará, viejo, ¿cómo le vas a cargar así la pistola, no te está haciendo nada?”, refirió que le dijo a un gendarme intentando defender a su hermano.

“Me llenaron de gas pimienta a mí y a mis hermanos. Me metieron en medio del monte, y me dieron una paliza. Un gendarme cargó el arma y me apuntó a la cabeza mientras me decía ‘vos sos un mugriento más, nadie va a llorar por vos’”, detalló.

“Me golpearon en la cabeza, la espalda, el oído, con patadas y piñas. Me patearon el oído y yo les pedía por favor que me dejen, que ya me habían pegado mucho. Ellos decían que no, que yo era mugriento más y que ellos iban a hacer lo que quieran”, añadió. “Uno se sacó el correaje y con las hebillas de metal me empezó a pegar en la espalda. Duró entre 10 y 15 minutos. Los autores eran los tres”, ratificó. El denunciante difundió una fotografía de su espalda lastimada por los golpes. 

Cntó que después de la paliza los gendarmes le sacaron las zapatillas. “Me hicieron correr a orillas del río sobre las piedras y con los pies descalzos. Me hicieron cruzar el río para que quede de la otra orilla, me dijeron que si yo me volvía, me mataban”, relató.

Dijo que no alcanzó a identificarse como gendarme. “Ellos pueden estar representando a la ley pero no es la forma de actuar”, cuestionó.

Cornú estuvo internado en una clínica de Orán por tres días. Dijo que está esperando el resultado de las tomografías de la zona abdominal y la cabeza y que debe consultar con un otorrinolaringólogo porque tiene una disminución auditiva desde que lo patearon en el oído.

También contó que llamó al personal de sanidad de Gendarmería para informar que estaba siendo atendido por la golpiza. "Fue la gente de sanidad del Escuadrón 20, me trataron mal, como un delincuente. Me dijeron '¿Y qué hacía por un paso no habilitado?, por algo lo habrán agarrado a usted'", precisó.

Añadió que tiene miedo de los otros gendarmes, porque además en el Escuadrón 20 tienen todos sus datos personales, y el domicilio de su familia, ya que allí hizo la presentación de un informe por su situación. Indicó que al radicar la denuncia no le ofrecieron protección pero él considera que necesita custodia. Hasta el momento no tiene novedades de la causa. 

El gendarme contó que cuando lo golpearon, hubo 4 o 5  bagayeros que vieron todo. "Me dijeron que no quieren salir de testigos, porque tienen miedo y están amenazados. Ninguno quiere declarar porque los gendarmes los golpean".

Aseguró que en 10 años que estuvo en la fuerza, "nunca vi este salvajismo". "La agresión no es la forma de actuar, por algo existe el uso gradual de la fuerza. No se puede tolerar que un uniformado tenga este accionar porque se le ocurra nada más. En todos los años de mi carrera, nunca vi que los funcionarios públicos actúen de esta manera, sin mediar palabras, con estas acciones, y despreciando la vida de las personas, por lo que me dijeron 'sos un mugriento más, yo te puedo matar cuando yo quiera'", expresó.

Además, explicó que hacer la denuncia penal y al hacer público el caso, ya se considera despedido de la fuerza. "Yo sé que cuando llegue la noticia de la denuncia al Escuadrón 20 o al Centinela, que es el edificio de Gendarmería, van a querer darme la baja", adelantó. 

Y recordó que un gendarme que denunció corrupción en Santiago del Estero y le dieron la baja automática, en 2018. "En el norte, al que no se prende en cosas como éstas lo limpian. Tengo miedo de lo que me pueda pasar a mí o que tomen represalias con mi familia, viendo el grado de salvajismo que tiene el gendarme aquí en el norte", sostuvo.