“Es una obra que nos ha traído muchos placeres y la queremos seguir haciendo. Genera un clima muy íntimo, la gente queda enganchada, y eso es algo que noto dese el escenario. Se logra una comunicación fabulosa y con un personaje raro, porque es un tipo que tiene obsesiones, tics, y usa estas obsesiones como defensas que tapen su deseo”, comenta Ignacio Amione sobre Duele, el unipersonal tragicómico que protagoniza y vuelve a los escenarios hoy –y todos los viernes de septiembre– a las 21 en La Usina Social (Jujuy 2844).

Escrito e interpretado por Ignacio Amione, con dirección de Ofelia Castillo, Duele ha sido premiado y seleccionado para participar de los ciclos "Un escenario distinto" del Teatro La Comedia (2021), "Escenarios entre el mar y el río" (Mar del Plata 2020), "No estamos solos" de Teatro La Morada (2019), y "La semana del teatro independiente" de ATIR Rosario (2019). “Con Ofelia (Castillo) creamos un personaje bastante corrido y en un sentido exacerbado. ¿Viste cuando decís ‘qué le pasa a este tipo’? Porque cuando empieza la obra, te quedás un poco sorprendido; así como pasa con ciertos amigos que uno conoce y acepta como son, como si en estos casos el personaje terminara por ser más real que la ficción. Todo esto surge de una dramaturgia que hice, un poco autobiográfica y ficcionada. Como siempre digo, hice análisis durante 20 años y ahora tengo 45. ¡Media vida haciendo análisis! Eso hizo un poco de mella en mi forma de hacer teatro”, continúa Amione.

-El humor seguramente te permita decir mucho de lo que querés pero de maneras más o menos amables.

-A través del humor se dice lo que no se puede, pero ahí estuvo la mano de Ofelia, a quien convoqué porque la admiro. Cuando escribí la obra, imaginaba una cosa, pero cuando la agarró ella la llevó para su lado. Hicimos mucho hincapié en los detalles, en cómo habla, cómo es. El detalle marca la diferencia entre una obra buena y una obra mala, porque no es tanto el contenido de lo que uno narra sino cómo se lo narra. Ofelia ha hecho mucho café concert y humor, así que lo llevó hacia el terreno donde se siente más cómoda; de manera tal que cuando llevamos el texto a escena surgieron muchas cosas cómicas. Nos reímos de las desgracias de este fracasado, de este antihéroe; un tipo muy raro y cómico a la vez, con el que uno se siente identificado. Yo soy además ingeniero, y los ingenieros tenemos ese costado obsesivo. Eso está laburado también ahí, con Ofelia lo hemos sabido explotar con muy buenos resultados. La gente se va muy contenta luego de ver la obra; hice muchas obras, pero a ésta la siento diferente.

-Ofelia Castillo seguramente te permitió una distancia necesaria con el personaje, algo que por sí solo no podías lograr.

-Me entregué cien por ciento a ella. En el teatro también hay una relación de tipo psicoanalítico, porque si no hay transferencia no funciona. Si vos no admirás un poco a tu director, te cuesta entregarte; y si no lo hacés, la obra no sale bien. Le pedí a Ofelia que hiciera con el texto lo que quisiera, y lo fuimos retocando. Así laburo también yo como director, hay que trabajar desde la creatividad de cada uno. Y con ella hicimos un buen equipo. Hizo pelota el texto y vino bárbaro (risas). Le dije que quería hacer algo de calidad, bien actuado, y que no me importaba el tiempo que llevara. Estuvimos como tres años hasta que se estrenó, y son sólo 50 minutos de obra.

-¿Cómo te resulta hacer un unipersonal?

-Nunca había hecho unipersonales antes, pero en este caso, de antemano estuvo la necesidad de hacer el texto, de contarlo. Si bien no soy dramaturgo, cuando lo escribí me fue muy fácil, porque salió de adentro, de lo más profundo. Pero nunca me lo propuse como un unipersonal. Sin embargo, se dio así y es fabuloso, porque es todo un desafío. Es muy difícil hacerlo, sobre todo físicamente hablando: al personaje hubo que trabajarlo, habla de determinada manera, canta y toca la guitarra, porque también es un exmúsico. Requiere de mucha entrega física, es muy intenso. Cuando termino la obra la camisa queda empapada, es pura agua, como si hubiese corrido una especie de maratón. Pero es fabuloso, es el entrenamiento que a mí me gusta. Además, como en el unipersonal no hay corte, uno va acumulando energía, no parás, la energía se va dando desde la continuidad y eso me encanta.

El personaje de Duele se deja ver con una guitarra y un abrigo grandote, que parece no se saca nunca. Como dice el actor, “cada objeto que hay en la obra tiene una historia, y él está atrapado en el lugar de sus recuerdos. Hay cuatro objetos que no lo dejan salir, como la guitarra y la campera: un camperón de cuero grande que le sacó al padre. Pero no quiero spoilear lo que pasa”.