Entre la angustia y el estupor, el bloque del Frente de Todos en la Cámara de Diputados decidió convocar a una sesión especial para repudiar el intento de asesinato contra Cristina Fernández de Kirchner. La idea, que había comenzado a gestarse a la medianoche del jueves en los pasillos de Pasos Perdidos, respondía a la necesidad de institucionalizar los miles de gestos de apoyo a la vicepresidenta en un ámbito que pudiera aglutinar a todos los espacios políticos: el recinto. Si la movilización masiva a Plaza de Mayo había sido el abrazo militante a CFK luego de que un hombre le gatillase un arma en la cabeza en la entrada de su casa, la sesión en Diputados tenía que ser el abroquelamiento de toda la dirigencia política en contra de la violencia y el odio. La respuesta de Juntos Por el Cambio, sin embargo, fue ambigua. Con los halcones del PRO presionando para no ir - bajo el argumento de que el repudio a un intento de magnicidio era "puro show" del oficialismo -, el interbloque opositor no terminaba de decidirse qué actitud tomar al cierre de esta edición.

"Esto es un antes y un después. No sé qué va a pasar ahora": la frase, casi desesperada, se repetía en los pasillos del Congreso desde el jueves a la noche. Un reflejo del estado de shock y angustia generalizado de gran parte de la dirigencia del FdT que ni siquiera el amanecer - más de une se quedó girando del Congreso a Recoleta hasta la madrugada - y la llegada de un nuevo día terminaba de disipar. "Hoy podríamos estar con Cristina asesinada y todo el país prendido fuego", remarcaba una diputada cercana al cristinismo desde temprano a la mañana, cuando las primeras columnas de manifestantes comenzaban a llegar a Plaza de Mayo. Entre las expresiones de conmoción, sin embargo, persistía invariablemente una misma exigencia: que todas las fuerzas partidarias expresaran un repudio tajante a lo que había sucedido, que todo el arco político pudiera salir a reprobar el intento de asesinato contra CFK y cerrase filas en torno a una defensa de la democracia.

La respuesta a esa exigencia llegó al mediodía con la convocatoria oficial a una sesión especial. "Hemos presentado proyecto de repudio por lo acontecido contra la vicepresidenta de la Nación y sobre ello hicimos una convocatoria, una sesión especial para las 12 horas, donde creemos que todos los sectores políticos que tienen representación parlamentaria tienen que plantear con contundencia el rechazo a lo que aconteció para que nunca más pase. Y para que empecemos a trabajar una convivencia política distinta a la que venimos teniendo", anunció el titular de la bancada oficialista, Germán Martínez, luego de la reunión de gabinete en Casa Rosada en la que tanto él como la presidenta de la Cámara de Diputados, Cecilia Moreau, habían participado. "Tiene que haber un fuerte espíritu de unidad en el rechazo a lo que sucedió ayer, pasó algo gravísimo. Creo que no terminamos de tomar total dimensión porque Cristina está viva", insistió Martínez. Minutos después, se presentó el proyecto de repudio - que llevaba varias consideraciones contra los discursos de odio - e, inmediatamente, JxC se sumió en estado de deliberación respecto a si debía participar o no de la sesión.

"Queremos garantías de institucionalidad y no un show", deslizaban desde el bloque radical luego de la primera reunión de todo el interbloque opositor. Uno de los principales focos de conflicto tenía que ver con un párrafo del proyecto de repudio: "Desde hace varios años asistimos en nuestro país a diferentes expresiones que incitan la violencia y el odio. Esos discursos surgen de diferentes espacios políticos, culturales, judiciales, y mediáticos. Si bien hace tiempo venimos advirtiendo esta escalada de odio, en las últimas horas se ha llegado a extremos inusitados con el intento de asesinato de la Vicepresidenta de la Nación". "Tienen que cambiar la convocatoria", sostenía, por la tarde, una de las principales espadas del PRO. Del otro lado, sin embargo, los "halcones" macristas estaban también bajando línea de que JxC no tenía que sumarse al "show lamentable montado por el oficialismo". "Acá lo único que importa es saber quién y por qué. Después, los repudios ya los hicimos todos", desdeñó un diputado cercano a Mauricio Macri .

"¿De qué se van a disfrazar mañana si no van? Es por la democracia la convocatoria", cuestionó, mientras tanto, un diputado del FdT mientras se escurría en una de las columnas que avanzaban a Plaza de Mayo. Las posturas en el FdT eran bastante dispares. Mientras un sector abogaba por "bajar un cambio" - "Creo que si algo positivo puede salir de acá es que nos calmemos y veamos que hay una sociedad que está desesperada y que la dirigencia política tiene que ayudar y no encender la mecha", sostenía Daniel Arroyo -, había otro, más enojado, que responsabilizaba directamente a la oposición por la escalada de violencia que había derivado en el atentado contra CFK: "Ellos son responsables. Se tienen que hacer cargo y pedir disculpas", afirmó, tajante, Vanesa Siley, mientras de fondo la columna de SITRAJU cantaba "paro general".

Frente a este escenario, JxC se debatía, dividido entre les que sostenían participar de la sesión pidiendo ciertas "garantías" y los halcones que se resistían a rajatabla. Al cierre de esta edición, sin embargo, los bloques de la oposición habían recibido señales del oficialismo de que se buscaría organizar una sesión "tranquila", para la que se esperaba que pudieran hablar todos los presidentes de bloque. "Vamos a estar tomando presente", advirtió, sin embargo, un diputado del FdT.