Desde Santiago

Llueve en Santiago de Chile. Otra vez los camiones hidrantes, el agua con químicos, los estudiantes que corren, gritan “pacos culeaos”, vuelven a la carga sobre la avenida Alameda. La imagen parece de años atrás, cuando en estas mismas calles, ante estos mismos chorros de agua, se producían movilizaciones de estudiantes encabezadas por algunos de quienes están hoy frente al Palacio de La Moneda. Es la segunda marcha seguida de represión en la semana luego del plebiscito, otra vez los “cabros” con bronca frente a los Carabineros comandados por el mismo General Director, Ricardo Yánez, que durante el anterior gobierno de Sebastián Piñera.

Quien estuvo al frente del ministerio del Interior, Izkia Siches, bajo cuya órbita se encuentra Carabineros, ya no está más en su cargo: salió del gabinete luego de la derrota del domingo pasado. En su lugar ingresó Carolina Tohá, del Partido Por la Democracia (PPD), proveniente de la ex Concertación. El discurso ante lo ocurrido es que “aquí no hay una interpelación de una demanda del pueblo chileno, hay hechos de violencia que el pueblo rechaza mayoritariamente (…) no puede ser que los estudiantes sirvan de primera línea de grupos de choque”, afirmó Manuel Monsalve, número dos del ministerio, del Partido Socialista (PS).

El ingreso de Tohá ocurrió en el marco de los cambios efectuados que dieron mayor espacio a integrantes de la ex Concertación. Es el caso, por ejemplo, de la nueva ministra de la Secretaría General de la Presidencia, Ana Lya Uriarte, del PS, en remplazo de Giorgio Jackson del Frente Amplio (FA) que pasó a encabezar el ministerio de Desarrollo Social. Ese día de cambios también ocurrió un retroceso hecho público: el nuevo Secretario del Interior iba a ser Nicolás Cataldo, del Partido Comunista (PC), pero su nombramiento fue descartado luego de las presiones de los partidos de oposición. Temblor y concesiones, una imagen post derrota del plebiscito que fue un cross a la mandíbula a seis meses de iniciado el Gobierno.

¿Qué pasó?

La pregunta no cesa de dar vueltas. Cómo fue que de los casi 4,5 millones de nuevos electores, la casi totalidad votara por el Rechazo. Cómo obtuvo 25 puntos de diferencia sobre el Apruebo. Cómo no se lo vio venir. El efecto de optimismo por la masividad de los “apruebazos” y el cierre de campaña en Santiago pueden haber empañado la percepción del ánimo social, no haber detectado una gran mayoría silenciosa que emergió y dijo no al texto redactado durante un año por la Convención Constitucional. No votó a favor de la Constitución vigente, tampoco se pronunció por una propuesta alterna: rechazó la propuesta, o su interpretación, muchas veces mediada, de la misma.

Una de las explicaciones sobre la derrota fue la eficacia de la campaña de miedo. El Centro de Investigación Periodística publicó un análisis realizado en zonas populares de Santiago donde relevó algunas de las razones del Rechazo. Las más repetidas fueron en primer lugar el temor a que las viviendas serían expropiadas por el Estado o no serían heredable; en segundo término, la plurinacionalidad y la división del país; como tercer punto que los fondos de pensiones no serían heredables o serían expropiados; como cuarta razón las críticas al presidente Gabriel Boric y el Gobierno; y, quinto, la crítica a quienes redactaron el texto. También estuvieron presentes el rechazo al aborto, los derechos de diversidad sexual, y el rechazo a los políticos.

Los tres primeros puntos señalados fueron los ejes centrales sobre los cuales se centró la campaña, lo cual evidencia su efectividad. El eje de las pensiones fue el primero en golpear fuertemente a fin de marzo, con titulares falsos como “los trabajadores ya no serán dueños de sus ahorros previsionales”. El Gobierno recién asumía, y estaba por oponerse al proyecto de quinto retiro de los fondos previsionales -retiro del 10% por parte de las personas de sus ahorros de jubilación-, una demanda social extendida luego de los cuatro retiros realizados bajo el anterior Gobierno durante la pandemia y crisis. Las figuras del actual Gobierno habían hecho campaña a favor de los retiros anteriores. “No cumplió”, fue la expresión de una señora que votó el Rechazo y había votado por Boric en el 2021.

La campaña del Apruebo, que comenzó en julio luego de que la Convención Constitucional le entregara el texto a Boric, no contó con figuras claras a su cabeza. El Gobierno respaldó la propuesta de Constitución desde su lugar limitado institucionalmente, a su vez que la cuestionó en parte al sostener que debería ser reformada en caso de ser aprobada. ¿Cuánto tuvo que ver en el plebiscito una ausencia de dirección clara o la situación del mismo Gobierno? Algunos números son llamativos: el Apruebo obtuvo 38.3 por ciento, es decir al porcentaje de aprobación con que cuenta el Gobierno según varias encuestas.

Mayorías volátiles

Victorias y derrotas breves, es una de las síntesis de época que se ha hecho común en varios análisis. El caso chileno no escapó a esa temporalidad. Si el cálculo del Gobierno era esperar la aprobación de la nueva Constitución para iniciar grandes o medianos cambios, entonces la apuesta no resultó. El Gobierno se encuentra más débil, obligado a concesiones como darle más espacio a actores de la ex Concertación que están ahora al frente de los principales ministerios: Hacienda, Cancillería, Interior, Defensa, Secretaría de Presidencia, y Minería, además de puestos de dirección en otras carteas.

Es cierto que la coalición que ganó las elecciones, FA y PC, cuenta con poca experiencia de Gobierno. También que la incorporación central de los aliados puede otorgar gobernabilidad, pero bajo el riesgo de convertirse en continuidad del statu quo impugnado masivamente a partir de octubre de 2019. Esa impugnación no fue lineal, muchos de quienes estuvieron en las calles durante esos meses votaron luego de maneras contradictorias: Apruebo en el plebiscito de 2020, Boric en 2021, pero también al candidato Franco Parisi que hizo campaña desde Estados Unidos, o al mismo José Antonio Kast, y seguramente también Rechazo en 2022. Y muchos nunca fueron a las urnas, hasta este domingo de votación obligatoria.

Boric asumió en un país con movimientos de fondo que no se estabilizaron. Existen varias demandas cruzadas, como de transformaciones y orden, o un orden que lleve adelante los cambios, que no necesariamente son de izquierda, como retiro de pensiones, freno de la inflación, ayudas sociales, seguridad. Otros, que podrían situarse como más claramente progresistas, también tienen apoyo, como educación superior gratuita o un sistema de seguridad pública, como muestra la encuesta de Feedback post plebiscito, donde también se indica que, por ejemplo, la justicia indígena no tiene consenso mayoritario.

Los movimientos de gabinete indican una búsqueda de estabilización política post plebiscito, ante un escenario de negociación con la oposición de cara a establecer acuerdos legislativos, como la reforma tributaria impulsada por el Gobierno y el camino para convocar a la nueva Convención Constitucional. Mientras, las movilizaciones mostraron que puede regresar una conflictividad en las calles ante un Gobierno que se encuentra en un difícil y frágil centro político, tironeado entre su equilibrio interno, la presión de la derecha, la necesidad de impulsar cambios, y el peligro de la frustración social por falta de respuestas.