Tras cinco años de estudios, un equipo de investigadores de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) comprobó las bondades de una esencia vegetal derivada de una especie aromática que permite bajar los índices de reproducción y longevidad de los pulgones, una de las plagas que afectan los cultivos de lechuga. Se trata de un avance preliminar que, si bien fue registrado dentro del laboratorio, podría ser llevado pronto al campo para ser utilizado por un productor.

El trabajo realizado por científicos del Centro de Investigación de Sanidad Vegetal de la Facultad de Ciencias Agrarias consistió en evaluar la eficacia del aceite esencial obtenido a partir de plantas de Lippia Alba, una especie aromática nativa de América ampliamente estudiada por sus cualidades medicinales, antifúngicas, bactericidas, antivirales y citotóxicas, para combatir a los pulgones durante su tiempo de vida. “Estos ensayos tienen un gran valor, porque si bien la esencia no mata al insecto, afecta su longevidad y controla la reproducción al hacerle ver que es ambiente ya no es propicio”, explicó al Suplemento Universidad la ingeniera agrónoma María Silvia Tacaliti, quien está al frente de la investigación.

La otra gran noticia es que el proceso evita la utilización de agroquímicos que están lejos de ser sanos para el ser humano”, señaló la ingeniera.

Según explicó, la lechuga tiene múltiples enfermedades y plagas que la afectan, causadas, principalmente, por hongos. En tanto, los pulgones, desmerecen el aspecto físico del cultivo, fenómeno que impacta en su valor comercial: “Los productores no buscan matar al insecto, porque si uno lava la lechuga en su casa está apta para consumir, pero son conscientes de que la apariencia del producto no es la ideal”, explicó Tacaliti.

Durante el ensayo de selección, “se liberaron seis áfidos adultos (insectos que se alimentan de materias vegetales y forman plagas perjudiciales) entre dos discos de lechuga de 3 centímetros de diámetro, uno sumergido en la solución de la esencia y el otro usado como control", detalló.

Para Tacaliti, eliminar individuos del ecosistema no es un objetivo a futuro. Por eso, aclaró que la búsqueda de este componente natural “simplemente es mantener al insecto a raya para que la producción sea exitosa”.

Por otra parte, se refirió al debate impulsado por los movimientos ecologistas en relación al excesivo uso de agrotóxicos en los cultivos, con su consecuente impacto ambiental y sobre la salud de las personas. “Considero que el poder lo tiene el consumidor. Cuando uno exige, las cosas cambian. En Argentina, por ejemplo, cuando compramos un aceite de soja no sabemos si es transgénico o no. No me refiero a si es malo o bueno, simplemente creo que todos tenemos derecho a saber qué consumimos o cómo fue producido”, expresó.

En esa línea, destacó la mayor concientización sobre “lo que se debe llevar a la mesa” y recalcó que “el productor va a hacer lo que el consumidor le dicte”.

La investigadora, que también ejerce la docencia en la casa de estudios platense se mostró orgullosa por los avances obtenidos con el ensayo y subrayó que “el valor de adquirir el conocimiento, más allá de no contar quizás con las condiciones ideales para lo que un proyecto de investigación requiere”. En ese orden, ponderó que “con pocos recursos se pueden hacer muchas cosas, y eso es algo conmovedor”.

En referencia al futuro, Tacaliti aseguró que los científicos tienen la “deuda pendiente” de contar mejor los distintos proyectos que se llevan adelante, con términos “más coloquiales”, para que el conjunto de la sociedad pueda comprender la importancia que tienen.