Querido por todos, humorista, actor, músico y animador infantil: la familia de Carlitos Balá confirmó este viernes la triste noticia de su muerte. Fue un artista que cautivó a chicos y grandes y que quedará en la memoria de más de una generación con sus inolvidables personajes y sus icónicas frases.

Balá se encontraba internado en el Sanatorio Güemes, a donde fue internado por algunos dolores y mareos. "Estamos devastados pero unidos y así se fue él, con la familia unida y mucho amor", confirmó su nieta Laura Gelfi. Mensajes de afecto y cariño comenzaron a llegar desde todos los ámbitos, actores, políticos y diversas instituciones.

Las históricas invenciones de Carlitos Balá

Carlitos Balá era, en el fondo, un gran inventor. Su enorme creatividad y oficio lo llevó a dar vida a más de una decena de frases populares, conocidas a lo largo y ancho del país y personajes que no se quedan atrás, aunque, claro, a veces no se vean con tanta calidad, como es el caso de Angueto, el perro invisible.

Angueto nació en Estados Unidos, cuando Balá visitó una tienda en Disney y encontró una correa rígida. Enseguida se le ocurrió el chiste del perro. “Un turista que estaba al lado se asustó y me gustó la idea porque pensé que podía ser un buen personaje”, comentó el humorista en una entrevista. El nombre se lo puso por su hija Laura a quien, cuando era chica, le decían “anguetita”.

También encarnó grandes personajes como Indeciso, que se debe seguir debatiendo si comprar un producto “hoy, o quizás mañana, mejor hoy, a quizás mañana, hoy…”; Petronilo, a quien Argentina le queda chica y tiene que comprar dos números más; y Miserio, “un caso serio, que se pasa el día buscando hacer la máxima economía”.

Balá creó además decenas de frases icónicas, como “sumbudrule", "Angueto quedate quieto" y un verdadero clásico: "¿Qué gusto tiene la sal?".

La historia de este último gag surgió durante el verano de 1969 en las playas de Mar del Pata, cuando el humorista estaba intentando sacarle unas palabras a un niño jugando en el mar y, a punto de darse por vencido, le dice: “El mar tiene gusto a sal, pero ¿qué gusto tiene la sal?”. Y sí, “¡salado!”, le contestó.

También se destacan latiguillos como “más rápido que un bombero”, “ya mismo y sin cambiar de andén”, “quédese tranquilo y duerma sin frazada”, “pero escúcheme una situación señor”, “ea-ea-ea pe-pé”, “¿un gestito de idea?”, “fabulósico”, y “está un kilo y dos pancitos”, entre muchas, muchas más.