Desde Santa Fe

El Ministerio Público pidió seis condenas en el juicio a un grupo de tareas de la Policía Federal y el Ejército imputado por la persecución política a militantes del PRT que terminó con el fusilamiento por la espalda de dos de ellos, Carlos Cattáneo de 24 años y Fernando Lucio López de 17, cuando intentaban escapar de un operativo de fuerzas conjuntas, el 27 de febrero de 1976. El fiscal Martín Suárez Faisal solicitó al Tribunal Oral de Santa Fe que condene a la máxima pena que es la “prisión perpetua” a los cuatro acusados por los crímenes: el comisario Rodolfo Gómez Trintinaglia, el sargento Ricardo Olivera y los cabos Víctor Stahlberg y Elbio Eduardo Píccolo por el “homicidio agravado” de Cattáneo y López y el secuestro y torturas de sus compañeros Eusebio Cabral, Carlos Courault y María Inés Gutiérrez. Y en una segunda escala, reclamó seis años de prisión para un coronel que operaba en el Destacamento de Inteligencia Militar 122, Héctor Melitón Martínez, por la “privación ilegítima de la libertad” y “tormentos agravados” a un sexto militante del PRT, Horacio Alberto Amado, el 23 de enero de 1976. Y cuatro años de cárcel para un cabo de la Policía de Santa Fe Lucindo Benencia –adscripto al Area 212 del Ejército- por el mismo delito contra otro perseguido del PRT, Juan Clemente Chazarreta, que murió en la Comisaría Primera, en junio de 1976. Melitón Martínez ya cumple una condena a 12 años de prisión –en su domicilio en Rosario- por los mismos cargos que le imputan ahora en su segundo juicio.

En el arranque del alegato, Suárez Faisal describió la escalada de la persecución a los militantes del PRT. El 23 de enero de 1976, represores “vestidos de civil” que se movilizaban en “autos particulares”, entre ellos un Ford Falcon, secuestró a Amado que tenía 18 años y a su compañero de militancia, Antonio Patterson. En la Comisaría Cuarta y con la capucha en la cabeza, los interrogaron “durante más de tres horas” Melitón Martínez –que era teniente primero del Destacamento 122- y dos oficiales de inteligencia: Raúl Pedro Nicuesa de la Policía Federal y Oscar Natali, que operaba en el D2 de la Policía de Santa Fe, pero también estuvo adscripto en el 122 del Ejército.

“El rol de la inteligencia” en el terrorismo de estado era marcar “objetivos” que luego eran “secuestrados por los grupos de tareas”, dijo Suárez Faisal. Pero “el accionar de Melitón Martínez no se limitó a eso, sino que también interrogó personalmente bajo tormentos a detenidos por razones políticas”. En el juicio, “se ha probado que Martínez mantuvo privado ilegalmente de su libertad y sometió a tormentos a Horacio Amado el 28 de enero de 1976, mientras estaba en cautiverio en la Comisaría Cuarta”. En el interrogatorio participaron los policías Nicuesa y Natali, que quedó registrado en el libro de la seccional, que es una de las pruebas de la causa. El ingreso de Martínez a la Cuarta se anotó a las 17.15 y su salida a las 20.10, tres horas después. “No fue casualidad que Martínez haya ido con Nicuesa y Natali a interrogar a Amado, sino que fueron seleccionados para esa tarea de inteligencia”, agregó el fiscal. En el juicio, Amado contó que le “pagaron mucho, hicieron una ronda y lo golpeaban entre ocho o nueve” represores. La peor tortura era el “teléfono”, los golpes en el oído hasta sangrar.

Suárez Faisal recordó después el operativo del 27 de febrero de 1976, que comenzó a las dos de la tarde con el ataque a una casa en Primera Junta al 3400, propiedad del padre de Carlos Courault, que había refugiado allí a sus compañeros del PRT: Cattáneo y a su pareja María Inés Gutiérrez que estaba embarazada; a Cabral y a López, de 17 años. Ante el ataque de fuerzas conjuntas, los cinco escaparon por los techos vecinos hasta bajar por calle San Lorenzo, donde Cattáneo y López fueron baleados por la espalda. López agonizó hasta el 2 de marzo en el hospital Piloto.

“Las víctimas huyeron hacia el norte por calle San Lorenzo y a metros de la esquina de Tucumán, el primero en caer fue Cattáneo, quien recibió varios disparos por la espalda y un soldado lo remató en el piso, según nos contó María Inés Gutiérrez” en este juicio, remarcó Suárez Faisal. “Gutiérrez también había sido herida en la pierna izquierda con un disparo que le fracturó el fémur”. En la cuadra siguiente, tras haber cruzado la esquina de La Rioja, López “fue herido de gravedad” en la espalda y unos minutos después Cabral y Courault se entregaron con las manos en alto. Otra de las pruebas que señaló el fiscal es que las heridas de balas de Cattáneo, López y Gutiérrez eran de calibre 9 mm., según quedó asentado en el Libro de la Sala Policial del hospital Piloto. Las armas reglamentarias de la Policía Federal utilizan esos proyectiles.

La casa de los Courault en calle Primera Junta al 3400 fue “totalmente saqueada”, relató el fiscal. “Carlos Couraul nos contó que los vecinos le dijeron a su papá que llegaron con una camioneta y se llevaron todo lo que había en el inmueble, como era una práctica habitual en aquella época, apoderarse ilegítimamente de los bienes de las víctimas del terrorismo de estado”, agregó.

El fiscal cerró el alegato con el pedido de penas, solicitó “prisión perpetua” para los cuatro policías federales: el comisario Gómez Trintinaglia, el sargento Olivera y los cabos Stahlberg y Píccolo por el “homicidio agravado” de Cattáneo y López y el secuestro y torturas de Cabral, Courault y Gutiérrez. Seis años de prisión al coronel Melitón Martínez por “privación ilegítima de la libertad” y “tormentos agravados” a Horacio Amado. Y cuatro años de prisión al cabo Benencia por los mismos delitos “en perjuicio de Juan Clemente Chazarreta”.

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