Las cosas empiezan torcidas entre ciertas estrellas en decadencia. Él, Oscar Jayack, es un escritor de moda que ha caído en desgracia, cancelado por la opinión pública tras haber sido acusado de acosar sexualmente a su ex agente de prensa, devenida bloguera feminista con una considerable base de seguidores. Ella, Rebecca Latté, es una actriz de cine que supo gozar de fama pero, al pasar los 50, los papeles comienzan a mermar y su carrera se va yendo a pique.

Un mal día, en redes (cloacas) sociales, Oscar publica un comentario peyorativo sobre Rebecca; ha seguido de cerca su filmografía y está “decepcionado” porque ya no es “la mujer sublime que nos introdujo de adolescentes en la fascinante seducción femenina”. “No solo está vieja sino que tiene la piel curtida, descuidada. Es repugnante. Ni qué decir de su carácter de tipa sucia y gritona”, despotrica este gilipollas de pésima onda. Ella lo lee y, lejos de amilanarse, lo contacta para cantarle las cuarenta: “Querido boludo, leí lo que publicaste en tu cuenta de Instagram. Sos como esas palomas que te cagan en la calle”, se presenta. Y con corrosiva ironía, dispara que “sí, sí, soy una buena para nada que ya no le importa a nadie, que chilla como un chihuahua para que le den pelota”. Dicho lo cual, Rebecca procede a echar sapos y culebras, y a desearle poco menos que las plagas de Egipto al “bufón” de Oscar.

El intercambio entre ambos personajes bien podría acabar aquí, salvo que la escritora Virginie Despentes convierte este cruce en el arranque de su último libro: la novela Cher Connard (algo así como “Querido boludo”), que está revolucionando el panorama literario francés desde su salida, pocas semanas atrás. En este rotundo bestseller, que seguramente llegue pronto a la Argentina, VD logra imposible faena, especialmente en tiempos de confrontaciones insolubles donde cada quien milita su causa, con ceguera y sordera a cualquier dolor que no sea el propio: los opuestos dialogan, intercambian figuritas.

La actriz sulfurosa de lengua karateka, feminista convencida, otrora objeto de deseo de la platea masculina, acaba carteándose durante meses con el “cretino de manual”, enclenque y poco agraciado, que aprovecha su notoriedad para levantarse minas. Hay una tercera voz en la historia, la de Zoé Katana, la ex empleada de Oscar que se expresa a través de su blog: se ha vuelto activista tras ser despedida y -dicho está- denuncia a su exjefe de acoso, declarándose “parte del ejército de mujeres maltratadas que rompen con el silencio para que la vergüenza cambie de bando”.

“¿Querés saber qué se siente cuando te cancelan? Hablá con cualquier actriz de mi edad. Para la mayoría de nosotras, el purgatorio empieza a los 30”, apunta Rebecca, subrayando la fecha de caducidad que le impone la industria (en Francia solo el 8 por ciento de los papeles se adjudicaron a mujeres con más de 50 en 2019, las Juliette Binoche y las Catherine Denueve siguen siendo excepción). Oscar, mientras tanto, le revela sus inseguridades: “Soy débil, desgarbado, sin un ápice de elegancia”. Dice sentirse solo. Y se avergüenza, aunque no comprende por qué su “cortejo” obsesivo e inoportuno supone acoso…

“¿Sos consciente de que algunas de tus fans más acérrimas te van a reprochar que muestres empatía hacia un personaje masculino que en ficción es acusado por el movimiento #MeToo?”, quiso saber una periodista, y sin enroscarse, esta fue la respuesta de Virginie: “Por supuesto, pero elijo elevar mi libertad como autora. Mi trabajo no es complacer a nadie, hacer lo que el resto espera de mí”. También es cierto que Despentes siempre ha tenido debilidad por quienes habitan los márgenes, la gente descastada, caída del sistema; siempre dispuesta a “sacar una polaroid de lo que está pasando mientras sucede”, en sus propias palabras. La reputada crítica literaria Elisabeth Philippe evidentemente concuerda; por algo califica a VD como “la escritora francesa que mejor entiende nuestra época”.

Quienes han tenido la fortuna de devorar Querido boludo comentan que propone un diálogo en sentido platónico; explican que, página tras página, las ideas circulan, se rozan, chochan, sin bajadas de línea. La actriz y el escritor aprenden a escucharse, y se confiesan sin rodeos sobre temas a granel: la infancia, sus adicciones, la prostitución, la violencia en redes, el abuso, la maternidad, la paternidad, el destrato político a los suburbios… RuPaul’s Drag Race, rap, salud mental, cine, amor, literatura, policía represiva, dietas e imperativo de belleza, confinamiento por covid, volverse obsoletos frente a una sociedad que muta a la velocidad del rayo: de todo platican, siempre por correspondencia.

Y no, la ingobernable punkette no se nos ha aburguesado, sigue siendo la tipa que no transa, que elige narrar las problemáticas de su tiempo sin complacencia ni corrección política. A veces destila rabia; otras, ternura, pero -renuente a cultivar el panfleto- no entrega una guía de buena conducta sobre qué pensar o cómo conducirse. Presenta los claroscuros de una realidad compleja, llena de matices, y deja abierto el debate de modo que el público arribe a sus propias conclusiones.

Confiesa Despentes que “estaba preocupada por no repetirme de ninguna manera. Necesitaba conseguir que diferentes voces interactuaran, y no quería escribir otro Vernon Subutex” (N. de R.: su última obra, coral, exitosísima saga en tres partes que terminó en 2017, luego llevada a la tevé con Romain Duris como protagonista, en una versión que no convenció del todo a la autora. Recientemente el primer volumen fue adaptado en teatro por el muy prestigioso director Thomas Ostermeier). “Por casualidad, había empezado a leer la correspondencia de George Sand y entendí que las epístolas me permitirían alternar distintos puntos de vista”, prosigue la artista respecto al género elegido: “Un formato clásico que pervierto con temas de actualidad, aunque también tenga un costado muy contemporáneo; a través de emails, mensajes de texto, whatsapps, nunca dejamos de escribirnos”.


Escribo desde y para las feas


Por lo pronto, ella no ha dejado de tipear desde la salida en 1993 de la incendiaria Baise-moi (“Fóllame”), libro y posterior film no apto para paladares mojigatos, que la tildaron como pieza demasiado gore y revanchista, demasiado sexualmente explícita por aquel entonces. No todos los días se veía a dos actrices porno ejerciendo sus destrezas de cerca y, para colmo, interpretando a asesinas seriales. Despentes tampoco soltó el lanzallamas en novelas como Perras sabias, Lo bueno de verdad, Bye-bye Blondie, Apocalypse bebé (distinguida con el premio Renaudot), entre otras. De 2006, además, un trabajo posfeminista a caballo entre la autobiografía y el ensayo, que tuvo/tiene enorme predicamento en tierras locales: Teoría King Kong, posiblemente uno de los textos más citados o parafraseados por el feminismo local. Sobre todo sus primeras líneas, donde VD así saluda: “Escribo desde las feas y para las feas, las viejas, las camioneras, las frígidas, las mal cogidas, las incogibles, las histéricas, las chifladas, todas las excluidas de la gran feria de las que están buenas…”. Además de servir de musa a la obra teatral Vivan las feas, de Mariela Asensio, el libro inspiró el ciclo de perfomances Teoría King Kong, del Cervantes, con dirección de Romina Paula, Victoria Roland, etcétera.

TKK: apenas la punta de un icerberg que emergería imparable en este siglo 21, entre laureles, más adaptaciones, cantidad de premios, consagración absoluta. Nada mal para la chica que, a los 17, abandonó Nancy por Lyon para nunca regresar, porque la vida dócil no era agua para su molino. Después, ganarse la vida: moderando servidores Minitel, vendiendo discos, revelando fotografías en un supermercado, prostituyéndose ocasionalmente (por curiosidad, por gusto y para ganar más dinero: tuvo 50 clientes en dos años), laburando en un peep-show, escribiendo críticas de pelis porno…

El clásico de Despentes es un imprescindible de lectura feminista

Premios y lugares consagrados

Informan medios galos que las últimas semanas le han devuelto la sonrisa al mercado editorial francés. “Han repuntado las ventas aún en este contexto angustiante de pérdida de poder adquisitivo”, corrobora Guillaume Husson, delegado del Syndicat de la Librairie Française (SLE), en referencia a la inflación que impacta al país (sin superar el 7 por ciento interanual, dicho sea de paso). Otro escollo al que ha tenido que hacer frente la industria es el aumento significativo de los precios del papel y de los costes de la energía, que ha redundado en un -leve- aumento en el precio de los libros.

Así las cosas, la nueva temporada literaria -evento francófono que corre desde fines de agosto hasta octubre, antesala de prestigiosos galardones a las letras como el Femina, el Renaudot, el Médicis y el Goncourt- se muestra auspiciosa. De hecho, aún cuando el número de lanzamientos de este año es el más bajo en dos décadas, no deja de ser una cifra considerable, con 490 títulos nuevos. Entre los cuales, Le Livre des Soeurs, de la belga Amélie Nothomb, y Chien 51, del francés Laurent Gaudé, que están siendo favoritos del público, aclamados por lectoras y lectores. No tanto, claro, como Cher Connard, de Despentes, que les lleva una ventaja aplastante: representa casi el 20 por ciento del total de ventas de nuevos títulos en librerías, acorde al diario Le Figaro, que por algo la llama “la novela estrella de esta temporada literaria”. No se equivocaron los editores al lanzar una tirada de 250 mil ejemplares...

A pesar de tan colosal suceso -en consonancia con los comentarios favorables que ha recibido de la prensa especializada-, la obra está fuera de carrera para los premios más notorios de Francia, los mentados Goncourt. Habrá quien eche la bronca, pero hay razones de peso para que la hayan descartado de entrada: el hecho de que Virginie fuera parte del jurado durante cuatro años vuelve “éticamente inadmisible su nominación. Y eso no quiere decir en absoluto que no nos gustara su libro; por el contrario…”, según Didier Decoin, presidente de la Academia Goncourt, que ha sugerido que la consideren para el Nobel de Literatura.

Despentes renunció al jurado en 2020, esgrimiendo que en la cima de sus prioridades estaba retomar la escritura. También encarar otros proyectos personales, como la creación de una editorial, La Légende, fundada junto a fotógrafa y videasta Axelle Le Dauphin con la expresa misión de “promover la representación y visibilidad de la cultura queer y feminista a través de la creación de un colectivo de investigación, defensa, archivo y difusión”. ¿El primer lanzamiento? Pulp - Golden Years, homenaje al mítico club lésbico parisino Le Pulp, que cerró sus puertas en 2007 tras una década de exitosa andadura.

Volviendo al asunto de los laureles, VD parece ser la primera de la lista para los Prix Médicis, que se entregarán el 8 de noviembre. Ya han presentado la selección en sociedad, donde -bien vale destacar- las mujeres son rotunda mayoría en la categoría de novela francesa: 13 autoras sobre un total de 15 candidaturas. Compiten, entre plumas consagradas y otras menos experimentadas pero igualmente incitantes, Catherine Millet, Claudie Hunziger, Anne Serre, Olivia Rosenthal, Monica Sabolo, Polina Panassenko. Y Virginie, por si hace falta aclararlo.