La protesta más temida contra la cumbre del Grupo de los Veinte países industrializados y emergentes que comienza hoy en Hamburgo acabó ayer en choques violentos entre manifestantes encapuchados y agentes policiales.

Mientras los poderosos del mundo aterrizaban en la ciudad del norte alemán para participar en la Cumbre del Grupo de los Veinte, miles de manifestantes se reunían con la promesa de convertir el evento en un “infierno” y formar “el mayor bloque negro de Europa”. 

Unas 12.000 personas se reunieron bajo un sol radiante en la plaza del Mercado del Pescado de Hamburgo junto al río Elba para dar rienda suelta a su descontento con la política de las principales potencias industrializadas y emergentes y más tarde marchar por la ciudad en la protesta más temida por las autoridades.

Una variopinta comunidad de antisistemas, punks y radicales de izquierda de distintos países de Europa, pero también de ecologistas, jóvenes estudiantes y veteranos de la revolución estudiantil de mayo de 1968 pobló la plaza, muchos vestidos de negro. “Venimos acá porque nuestro primer objetivo es un mundo sin identidades nacionales”, explicó Norman, un estudiante de arte que llegó a Hamburgo a dedo junto con su compañera Vanessa. “Estos encuentros de caviar y champán no son importantes y es lo que queremos dejar claro”, lo secundó su amiga.

“La forma masiva y dura en que ha actuado hasta ahora la Policía motiva a la gente a probar cosas”, opinaron los estudiantes. “No hemos venido a armar lío, pero si intentan detenernos, no seremos nosotros los responsables”, lanzó la advertencia Kemal, un kurdo residente en Alemania que blandía una gran pancarta en la que demandaba “Un mundo sin imperialismo ni fronteras”.

La protesta fue organizada por un grupo de antisistemas en torno al centro “Rote Flora”, un antiguo teatro ocupado desde 1989 que suele ser escenario cada 1 de mayo de violentos choques con las fuerzas de seguridad. Los organizadores esperaban la asistencia de unas 10.000 personas, pero llegaron más. La Policía calculaba que entre ellas podría haber hasta 8.000 violentos y manifestó especial temor a cómo se comportará el cerca de millar de activistas llegados de países como Grecia, Italia, Francia o Escandinavia.

Un tren fletado especialmente arribó esta mañana proveniente de Basilea llevando a unos 800 militantes del extranjero. El convoy tardó en vaciarse debido a que todos los pasajeros fueron controlados por la Policía. Dos italianos con antecedentes de violencia fueron interceptados en el aeropuerto y devueltos a su país.

A primera hora de la tarde reinaba la calma antes de la tormenta. Grupos de música como la banda punk “Die Goldenen Zitronen” (“Los limones dorados”) con el tema “Si fuera una zapatilla” sobre la facilidad con que las zapatillas cruzan las fronteras y la dificultad de los seres humanos para hacerlo se alternaban sobre un escenario con oradores de distintas partes del globo. 

Entre ellas destacó la activista mexicana María Trinidad Ramírez, del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) de la localidad de San Salvador Atenco, en la que está prevista la construcción del nuevo aeropuerto internacional de la ciudad de México en contra de la voluntad de lugareños y campesinos. “(El presidente Enrique) Peña Nieto no nos representa a los mexicanos. Representa al despojo de las tierras, la violación a los derechos humanos de los pueblos originarios”, sostuvo Ramírez, mientras en el público gritaban “Zapata vive y vive” en solidaridad con el movimiento zapatista mexicano.

Los temores se confirmaron unas horas más tarde, cuando la columna de manifestantes quiso ponerse en marcha y cerca de un millar se tapó la cara, algo que está prohibido en Alemania, y lanzó botellas y tablones a la nutrida dotación de policías en el lugar, según dijo la Policía. 

Las fuerzas del orden contestaron con cañones hidrantes y gas pimienta y demandaron al resto de los manifestantes a separarse del llamado “bloque negro”. Hubo heridos y la protesta se dio por terminada, pero algunos grupos siguieron protagonizando destrozos.

El tema de la seguridad ha sido una obsesión para los organizadores del G20 en Hamburgo. Unos 20.000 policías de todo el país están destacados en la ciudad. En la antesala del encuentro se produjeron los primeros choques entre manifestantes y policías en los que también los agentes emplearon cañones de agua y gas pimienta. El duro accionar policial fue criticado en las redes sociales. 

La manifestación “Bienvenidos al infierno” es una de casi una treintena de marchas, actos y bloqueos organizados en Hamburgo para protestar contra los poderosos del mundo. El punto culminante será la gran marcha programada para el sábado, el último día de la cumbre, a la que se espera la participación de hasta 100.000 personas.