No sorprende el regreso del fascismo. Es una estrategia global a la que nosotros, los progresistas, de izquierda, etc., confundidos, avergonzados y debilitados por nosotros mismos, le hacemos el juego. ¿Por qué Global? ¿Acaso creen que las películas de Batman y el Joker contra el sistema son casuales? ¿Que son casualidad que todos los discursos disruptivos y diferenciadores digan exactamente lo mismo? Es una corriente, con nosotros de cómplices, para meternos por la ventana a tipos como Milei o Meloni (tipa en este caso), Zelensky o Bolsonaro.

Debilitan la política tradicional, dividen la capacidad transformadora de la sociedad en “ismos” irreconciliables entre sí, y al fin plantean una solución elemental, fácil de entender. Eso se llama agenda de mayorías versus agenda de minorías. Las agendas de minorías serían las “batallas culturales” que nosotros libramos todo el tiempo, aquellas que iban a definir nuestro futuro, futuro que resultó ser el pasado. Y el peor de los pasados.

Adelanto el diagnóstico así pueden dejar de leer y ahorrar tiempo. No teman por el futuro de nuestras “batallas culturales”. Nos van a dejar ganar (algunas o todas, no importa) mientras ellos se quedan con la sartén y el mango. Nosotros festejamos la sirenita negra de Disney o un no binario en la tapa de Vogue mientras ellos se quedan con un país y quizá con un continente.

Lo digo una vez más: no hay que culpar al enemigo. El enemigo piensa diferente y chau. La culpa es nuestra, que creemos que el poder se define en hablar en inclusivo o en que el representante de una minoría salga en Vogue. A ellos nos les importa la tapa de Vogue. Sí ser los dueños de Vogue y de los medios y de internet, etc. Si es negocio (o si les sirve) poner a un esquimal en bolas en la tapa de sus medios, lo harán. ¿Quieren diversidad? Acá está. Pero venga Europa a mis fauces.

¿Qué hace la derecha mientras nosotros nos transformamos en voceros de minorías? Le habla siempre a la mayoría, a sus miedos y urgencias: el trabajo, los inmigrantes, el dinero, la comida. ¿Por qué nosotros dejamos de hablarle a las mayorías?

¿Qué estábamos haciendo nosotros mientras tanto? Peleando para que no pongan una plataforma petrolera submarina, en nombre de un ecologismo que no sabemos de dónde apareció (ellos sí lo saben, nosotros no), porque nos creímos que esa era la “batalla cultural” que había que dar esa semana, cuando el partido se estaba jugando en otra cancha.

Para terminar con este brulote, quiero decir que estos ismos son otra forma (nuevas formas) de colonialismo. Son sectores de la sociedad corriendo detrás de ideas implantadas por el poder verdadero, de Wall Street a Tik Tok, pasando por las redes y medios del mundo, sin que nosotros podamos hacer nada. Lo vengo diciendo desde hace rato, entre otros que lo dicen mejor que yo.

Ustedes me dirán que no es así, que esta zona del mundo está volviendo el progresismo más o menos de izquierda, pero es un regreso muy condicionado por economías comprometidas con deudas a cien años, con sociedades histéricas, y un fascismo que se ha envalentonado mientras nosotros discutíamos nuestras coloridas “batallas culturales”.

Para más desconcierto nuestro, este fascismo/neoliberalismo/derecha es dueño de las fábricas que contaminan mientras que sus CEOs financian a los ecologistas que las combaten. O sea: nos marcan el camino de las batallas culturales que debemos librar. ¿Se entiende?

La estrategia es global y nosotros no tenemos la llave que apaga y enciende ninguno de los mecanismos de poder: internet, medios, etc. No supimos acumular ese tipo de poder y nos quedamos pedaleando en el aire además de acumular derrotas. Nos volvimos pastoriles y contemplativos en lugar de revolucionarios o transformadores. Tumbamos estatuas y festejamos tapas de revistas que ¡son del enemigo!

Y el enemigo es un enemigo que aprende. ¿Berlusconi es feo o se volvió viejo? Entonces ponemos a una rubia linda. Es una mujer, ¿no era lo que pedían? Pidan, que a nosotros no nos importa quién gobierne. Nos importa el poder.

Y ojo, que si vuelve la derecha cada vez más facha que tenemos acá ya no van a cometer los mismos errores de antes. Aprenden, consultan a los que saben o reciben órdenes, es lo mismo. Vean cómo Larreta nos puso en el rincón de una lucha simbólica diciendo que prohibía el idioma inclusivo en las escuelas. Y nosotros libramos (y ganamos) una “batalla cultural” donde no había nada en disputa porque nadie te puede ordenar cómo hablar.

Y a no olvidar que la derecha fascista tiene muchos idiotas útiles, que se vuelven cada vez más peligrosos. Idiotas útiles sirven para votar o para ir a pegarle un tiro a cualquiera que moleste. No sé si he sido claro. Cómo estaría mal si lo hizo el Joker… ¿Y nosotros? Ahí andamos, defendiendo a La Sirenita… que además es un ícono del enemigo. Ufff…

 

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