Un mes después de que Fernando Sabag Montiel gatillara una pistola a centímetros de la cabeza de su madre, Máximo Kirchner reapareció en la escena pública en un acto con la militancia de Morón. "No fue una sorpresa", aseguró el presidente del PJ bonaerense, quien vinculó el intento de asesinato a Cristina Fernández de Kirchner a un "esquema de violencia que es acicalado por los medios de comunicación". El fantasma del atentado contra CFK estuvo bien presente durante todo el acto, no solo en las palabras de Kirchner - que era la primera vez que se refería públicamente al tema -, sino fundamentalmente en el minucioso operativo de seguridad que se terminó montando para les 4 mil militantes que asistieron. A modo de anticipo de los nuevos tiempos que corren para el peronismo, el acto en el Club Los Matreros no tuvo ni banderas ni batucada, ni puestos de chori ni de venta de merchandising justicialista: solo una cincuentena de filas de sillas prolijamente organizadas para que les militantes pudieran ubicarse luego de haber sido previamente cacheados. "Lo que queremos saber quién estaba detrás de Sabag Montiel y Brenda Uliarte", exigió Kirchner, entre chiflidos.

La seguridad

"Todos muestren la pulserita", pide un chico joven con una pechera celeste que dice "Organización" mientras intenta ordenar el ingreso de las columnas de Nuevo Encuentro y La Cámpora que avanzan por la calle Doyhenard. Todas son seccionales de Morón - ya que se definió que no se movilizaría desde otros municipios - y avanzan cantando "Si la tocan a Cristina qué quilombo se va a armar". Muchos arrastran banderas que dicen "Si el pueblo quiere, Cristina puede" y que, luego, deberán dejar de lado para poder ingresar al predio en el que Máximo Kirchner hablará por primera vez desde el intento de asesinato a la vicepresidenta.

"Hoy estamos modo G20", explica otra chica que también lleva la pechera de "Organización", mientras un compañero suyo - hay más de cincuenta pululando en los alrededores del club Los Matreros - revisa las mochilas de todes les que quieren ingresar. Son ya las 4 de la tarde, hora a la que estaba previsto el acto, y les más de 4 mil militantes que van ingresando al predio se van ubicando en las cientos de sillas ordenadas de cara al escenario. En el lateral derecho, la dirigencia aguarda a la llegada de Kirchner. Están los ministros nacionales Gabriel Katopodis y Juan Zabaleta, los intendentes Julio Zamora y Damián Selci, los ministros bonaerenses Walter Correa y Nicolás Nardini, y las funcionarias Luana Volnovich y Victoria Donda. A las 4 y media, dos organizadores le avisan a los cuatro guardias de la seguridad privada de Máximo Kirchner ubicados al costado del escenario que ya nadie más puede ingresar. Minutos después, Kirchner sube al escenario junto al intendente de Morón, Lucas Ghi, y el titular de ACUMAR, Martín Sabbatella.

El acto

"Es un día peronista", comienza, entre los aplausos de los presentes, el diputado nacional y presidente del PJ. Luego, en un tono similar a actos pasados, comienza a desgranar las principales dificultades económicas que atraviesa el país - "Desde el 2015 que fuimos para atrás, es como si la Argentina hubiera entrado en un tobogán que cada vez se verticaliza más" - y dispara contra Mauricio Macri: "El expresidente Macri duplicó la inflación, sin pandemia y sin guerra. Y después justificó la deuda con el FMI porque habíamos movimientos extraños con la lira turca", ironiza. Se refiere, además, "a la insatisfacción material de parte de la sociedad que es también espiritual" y la inscribe en la proliferación de la anti política: "El desafío no es suprimir al otro sino incluir a la mayor cantidad de personas", insiste, y agrega que "esas situaciones son la punta de lanza para instalar los modelos de exclusión, de violencia y de odio".

En ese momento se refiere por primera vez al atentado contra CFK: "Para muchos fue una sorpresa, pero para los compañeros que fueron golpeados en la esquina de Juncal por la policía política de Larreta no fue una sorpresa", dice, y recuerda que ese mismo jueves a la mañana él había dicho, en declaraciones radiales, que la oposición estaba viendo "quien mata al primer peronista". Vinculando el atentado con la represión de la policía porteña a quienes se estaban manifestando en defensa de la vicepresidenta en la puerta de su casa hace más de un mes, Kirchner le exigió al jefe de Gobierno porteño que "sea inflexible con Macri" y "no con pibes y pibas de 16 años" que estaban tomando algunas escuelas porteñas. "Cuando Macri te maltrata tenés que pararte si querés gobernar la Argentina. Pasa que lo que ellos proponen es un país al margen de la democracia", asegura, nuevamente hablándole a Larreta.

"Jueces y fiscales que la juzgan van a jugar con Macri a Los Abrojos, los abogados de los que intentaron matarla son asesores del macrismo, ¿qué puede estar pensando hoy la vicepresidenta? ¿Qué es lo que quieren hacer?", interroga, e insiste: "La situación de violencia que les costó tanto condenar. Tanto es el odio, ¿no piensan que pueden generar algo mejor? ¿No piensan que pueden construir una sociedad diferente? ¿Cuándo y a quién se le ocurre que rompiendo cabezas o eliminando la vicepresidenta de nuestro país le va a ir mejor?".

En otro tramo, el presidente del PJ bonaerense vuelve a defender la lucha de les estudiantes que estuvieron tomando las escuelas porteñas y la vincula con la de los trabajadores del neumático: "Pareciera ser que a los pibas y pibes, y a las trabajadoras y trabajadores, se los califica de cualquier manera por ejercer sus reclamos para la búsqueda de su dignidad. Ahora cuando vienen las cerealeras no son intransigentes, no son inflexibles", argumenta, previo a asegurar que "el Estado fue extorsionado y puesto de rodillas por las cerealeras".

Ya sobre el final, Máximo retoma la idea de que "nadie puede creer que las respuestas provengan de más violencia" y cierra el acto diciendo: "Nada de miedo, todo coraje. Nada de odio, todo amor". Les miles de militantes se paran a aplaudirlo y cantan, al unísono: "Cristina presidenta".