Branford Marsalis será la principal figura del Mendoza Sax Fest, el encuentro de saxofonistas más grande de Argentina y uno de los más importantes de Latinoamérica, que tendrá lugar entre este viernes y el lunes, en el Espacio Cultural Julio Le Parc, el Teatro Independencia y el Teatro Mendoza de la capital cuyana. Del gran evento musical, que prevé la realización de conciertos, jam sessions, conferencias y momentos de formación para músicos, participarán además sus connacionales Jonathan Helton y Griffin Campbell, el francés Carl-Emmanuel Fisbach, los chilenos Agustín Moya y Denisse Serrano y el cuarteto de saxofones Isthmus Sax, de Panamá. Por Argentina estarán los saxofonistas Walter Casciani, de Mendoza; Mariana Cuadra, de San Juan; Mauro Ciavattini, de Córdoba, y Jorge Retamoza y Ricardo Cavalli, de Buenos Aires.

Marsalis, uno de los jazzistas más destacados de estos tiempos, llega directamente a Mendoza desde Estados Unidos para ofrecer dos conciertos bien distintos y una serie de clases magistrales. El viernes, en la apertura del encuentro, actuará en el Teatro Mendoza junto a la Orquesta Sinfónica de la Universidad Nacional de Cuyo, dirigida por José Luis López Antón. El domingo, lo hará al frente de un cuarteto que se completa con notables músicos argentinos: Ernesto Jodos, en piano, Jerónimo Carmona, en contrabajo, y Oscar Giunta, en batería. Las masterclass serán el sábado y el domingo, a las 9.30, en el Teatro Plaza de Godoy Cruz. “No siento que mi manera de tocar sea sustancialmente distinta con orquesta o con un cuarteto, que es una formación que amo. Sí siento que la exigencia, y por lo tanto la entrega, son diferentes. Cuanto más pequeño es el grupo con el que dialogo, menos estridencia busco, para matizar el volumen y el tempo sin necesidad de un líder. Digamos que son dos dialectos distintos que funcionan dentro de un mismo idioma”, dice Marsalis en charla con Página/12.

Miembro de una ilustre familia de músicos arraigada en New Orleans y proyectada en New York --hijo de Ellis y hermano mayor de Wynton-- Branford mantiene, como muchos jazzistas de este tiempo, una fluida relación con lo que se conoce como “música clásica”. Si por un lado su nombre suena con potencia entre figuras como Art Blakey, Miles Davis, Dizzy Gillespie, Herbie Hancock o Sonny Rollins, por el otro no desentona entre Heitor Villa-Lobos, Aaron Copland o Ralph Vaughan Williams, por ejemplo. “Nunca intenté desarrollar un sonido particular para cada género. Como todos, cuando empecé con el saxo yo tenía mi sonido y traté de desarrollarlo, pero probando sobre la música, haciendo música. Y encontré que la mejor manera es frecuentar una gran variedad de música, esa práctica me dio versatilidad. En la música occidental las notas son exactamente iguales, por lo que las características está en la técnica de cada uno”, asegura Marsalis.

Respecto al lugar que ocupa su instrumento en la música que se produce hoy en día, Marsalis no se muestra particularmente interesado. “Es que tengo un conocimiento muy limitado de toda la música que se produce hoy en día, por lo que realmente no sabría qué decirte”, se justifica el saxofonista y prefiere seguir hablando de su música: “Personalmente me llevó diez años de trabajo consciente lograr combinar emoción y sonido, que creo que tiene que ver con usar la técnica cuando es necesario”, comenta Marsalis. “Pero no sabría cómo enseñar a crear una emoción con el sonido”, agrega.

-- ¿Qué es lo que más te interesa transmitir a los jóvenes saxofonistas?

-- Nada en particular. La dirección de la clase la dan de ellos. Yo sólo respondo preguntas, en base a mis experiencias.

-- ¿Podría darnos su definición de jazz?

-- El jazz es como el español. Se habla en muchos lugares de distintas maneras. Pero como toda música, deriva de una cultura. Por eso, querer tocar bien una música sin entender la cultura que la creó, es imposible. Es un problema que ahora todo se llame jazz.