A partir de este miércoles, se celebrará la Semana Internacional de Ciencia y Tecnología, organizada por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, en colaboración con la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura. El objetivo será debatir en torno a la necesidad de robustecer las relaciones entre los científicos, gestores y decisores de política pública, para generar “un verdadero diálogo entre todos ellos”; así como también mejorar las instancias de cooperación entre todas las naciones de la región. 

Las presentaciones se realizarán en dos jornadas: la primera en el auditorio de la OEI Argentina y la segunda en el Centro Cultural de la Ciencia, ambas en CABA. Estarán presentes los ministros de CyT y de Educación, Daniel Filmus y Jaime Perczyk, la presidenta del Conicet, Ana Franchi, así como también el titular de OEI, Mariano Jabonero.

“La idea es profundizar el trabajo conjunto y la integración científico-tecnológica de toda la región. No hay demasiados mecanismos de integración y hay temas que son centrales y que requerirían de una articulación clara, como la transición energética, con énfasis en el litio y en la energía atómica, así como la salud”, señala a Página 12 Daniel Filmus. Y continúa: “A partir de la pandemia, se produjo la cooperación entre diferentes naciones, tanto con respecto a la vacuna como en relación a la aplicación de biotecnología a los procesos de fabricación de medicamentos. Mediante una economía de escala, el propósito es trabajar de manera más integrada”.

Asimismo, se prevé impulsar la biotecnología aplicada a la soberanía alimentaria, la prevención de desastres naturales y el desarrollo aeroespacial. En relación a este último eje, el ministro apunta: “Confiamos en la posibilidad de lanzar un satélite meteorológico común para toda la región y analizar cómo podemos relacionarlo con nuestro lanzador Tronador II”. Y remata: “La suma de la inversión de todos los países de la región, en muchos casos, no equipara ni siquiera la inversión de un solo país europeo. Por este motivo, resulta imprescindible elegir prioridades y dirigir los esfuerzos”.

Durante la pandemia, quedó en evidencia que la producción de conocimientos científicos es doblemente valiosa cuando genera algún impacto en la vida de las personas. De aquí que si se articulan los esfuerzos de la comunidad científica más allá de las fronteras según líneas estratégicas específicas (como puede ser el diseño de una vacuna, acciones para mitigar los efectos del cambio climático, proteger los humedales, diseñar terapias contra diversas enfermedades, o bien, impulsar la producción de cannabis medicinal), los resultados a obtener pueden redundar en beneficios para la población. No obstante, el problema es cómo hacer para que la evidencia científica llegue a las personas que deciden los destinos del país.

El evento de esta semana servirá para comenzar a responder a este interrogante al que no se le suele prestar mucha atención, pero cuyas respuestas son medulares.

En defensa de las básicas

Una de las participaciones más destacadas en las jornadas será la de Serge Haroche, Premio Nobel de Física en 2012, reconocido por sus desarrollos vinculados a los métodos experimentales innovadores que permiten medir y manipular sistemas cuánticos individuales. La conferencia será moderada por la periodista de ciencia Nora Bär y por Juan Pablo Paz, secretario de Articulación Científico Tecnológica del MinCyT.

La exposición del Nobel girará en torno a la idea de “ciencia inútil” y la reflexión sobre la “importancia social de la ciencia básica”. En este marco, el argumento que se suele sostener es que no es sencillo advertir las aplicaciones que en el futuro tendrán buena parte de los conocimientos científicos que en el presente se generan. Más bien, la ciencia es un producto cultural que discurre por los caminos más diversos. La ciencia básica --esa que no promete resultados inmediatos--, bajo esta premisa, es fundamental porque es la que desplaza las fronteras de los saberes y tracciona la emergencia de  cualquier desarrollo tecnológico posterior.

En el otro polo, están quienes apuntan a diferenciar los conocimientos estratégicos (los que tienen aplicaciones inmediatas) de los que no lo son. En esta línea, puntualizan que mientras la ciencia es universal, los contextos nacionales (es decir, las problemáticas y necesidades) son específicos. De esta manera, escoger libremente los temas e investigar por el simple hecho de investigar no tiene ningún sentido, menos en un país periférico como Argentina.

Un menú variado

Además, durante las jornadas, científicos, académicos y funcionarios nacionales e internacionales ofrecerán sus perspectivas sobre temáticas relacionadas a la economía y su impacto en la ciencia y tecnología, las relaciones entre la ciencia y el aparato productivo de los Estados, así como también sobre la necesidad de invertir en investigación y desarrollo. En paralelo, se debatirá en torno a las potencialidades que tiene la región iberoamericana en el contexto internacional, los desafíos que se avecinan y las chances de articular esfuerzos entre las diferentes naciones que componen el espacio de cooperación.

Habrá paneles de “Jóvenes investigadores” con la presencia de becarios y becarias que expondrán sus miradas; de “Ciencia abierta y plurilingüe”; de “Género, ciencia y tecnología”; y de "Educación superior y ciencia post Covid-19". Hacia el cierre previsto para el jueves, Filmus entregará el Premio Eduardo Charreau a la Cooperación Científica Tecnológica Regional.

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