El tirón del deseo, el rastro del cuerpo, la transformación humana. Los objetos de estudio de Antu La Banca en su faceta solista, Antuantu, son de una carga -emocional, antropológica- potente. Y a pesar de que su sonido sea inquieto y experimental, al borde de lo inclasificable, la discografía de esta artista patagónica radicada en Berlín está compuesta por una sustancia persistente: la metamorfosis.

“Claramente todo está cambiando y se mueve y se transforma. El tema es si abrazás esa transformación como algo positivo”, dice Antu, dispuesta a charlar sobre su EP más reciente -Música tonta-, su producción musical en la capital alemana, la mercantilización de la diversidad sexual y los algoritmos de Spotify. Hija de artistas, la búsqueda de Antu pasa fundamentalmente por no repetirse. “La música siempre fue una extensión de mi vida cotidiana”, sostiene la cantante de 30 años.

Antu, que actualmente divide su tiempo entre presentaciones en vivo en Berlín, los últimos detalles del nuevo disco de Nunca Fui a un Parque de Diversiones -la banda que tiene junto a su hermano Manque, su amigo de la adolescencia Joshua y el productor Ariel Schlichter-, la producción de otros artistas y el futuro de su proyecto solista, se perfila como una de las voces más singulares del indie argentino.

--¿Qué historia querés contar con tu música?

--Por lo general, mis letras son catárticas. Siempre hay una cosa política en lo que escribo, no necesariamente explícita o panfletaria, sino sobre las relaciones humanas. Incluso si hago canciones de amor, hay cierta crítica sobre las formas de vincularnos. Trabajo muy inconscientemente, no tengo mucho orden en lo que hago ni en lo que quiero decir.

--¿Por qué decidiste cambiar La Plata por Berlín?

--Me pasaba que no me encontraba mucho en la escena, si bien justo antes de venirme a Berlín, en 2019, ya se había consolidado una especie de movida. De hecho, creo que me fui en el mejor momento para estar en La Plata. Pero también fue un movimiento que estuvo bueno.

--A tu EP más reciente le pusiste Música tonta, ¿por qué?

--En realidad es un chiste. Hay mucha ironía en lo que hago, por más que no se note. Quizás sí se nota en el vivo, porque hablo entre tema y tema o me comunico con la gente, y cuando hago discos es bastante más solemne y serio todo, y parece que estoy diciendo una gran cosa. Pero ese es el chiste de la “música tonta”. Hago un tema con unos acordes re deformes y un solo de guitarra descontextualizado y un estribillo así, tonto. Esencialmente es una respuesta irónica a cierto esnobismo en la música.

La canción Música tonta es el epítome de la producción discográfica de Antu. En cuatro minutos, el tema condensa un registro chill inicial, una voz perforada por el autotune y despojada de toda noción de género, un puente instrumental de guitarra eléctrica que parece sacado de un disco totalmente distinto, y un cierre brutal a lo dubstep cuya combinación funciona con la misma fuerza que golpea. Y golpea fuerte. Así es la música de Antuantu, un hyperpop friki, una procesadora de sonidos y glitches que licúa el carácter experimental de artistas como Arca, Charli XCX, Miranda!, Sophie y Aphex Twin.

--Se podría decir que tu música siempre estuvo atravesada por la transformación. ¿Estás de acuerdo?

--Claramente, todo está cambiando y se mueve y se transforma. El tema es si abrazás esa transformación como algo positivo para seguir conociéndote más. En mi caso, la transformación tiene que ver con una búsqueda constante y con intentar no repetirme, porque la música siempre fue una extensión de mi vida cotidiana.

--Con este concepto de transformación en mente, ¿creés en el género?

--El género existe y negarlo sería muy necio. Ahora, si creo que me representa o no… eso es más complejo. Sí creo que estamos en un momento en el que el género se ha desdibujado un montón, pero al mismo tiempo el sistema logró capturar esa imagen borrosa y volverla mercantilizable. Es muy fino el límite entre la disidencia y la asimilación.

Foto: Cecilia Salas

--¿Cómo te posicionás y te identificás frente a esa realidad?

--Entendiendo que es una creación humana y tiene una función “no inocente” en la sociedad, creo en la abolición del género. Pero eso no significa que no pueda servirme del concepto para comunicarme con los demás o experimentar con mi cuerpo. Con el género, me identifico como una persona trans y uso pronombres femeninos, pero eso no significa que quiera ser mujer o que sea mujer. Que experimente con hormonas (o con lo que sea) no significa que tenga un ideal binario ni un modelo de sexualidad en el que quiera encajar.

► Humanidad cyborg

En nuestra era, dice Donna Haraway, todos somos quimeras, híbridos teorizados y fabricados de máquina y organismo. Somos, en una palabra, cyborgs. Antu está de acuerdo con la filósofa norteamericana. “Somos cyborgs en muchos sentidos”, asegura la cantante. “Nos alejamos un montón de los instintos y lo que la humanidad misma llamó Naturaleza. Hemos construido nuevas maneras, nuevos lenguajes, nuevos códigos. Y apropiarse de ellos, manipularlos y experimentar es fundamental para generar fugas en la norma”.

Esas fugas en la norma son la materia prima de la discografía de Antuantu, marcada por una metamorfosis rebelde que nunca encaja en un solo rótulo. Las letras, que van desde la introspección más oscura -como en El puente, donde la nostalgia afectiva se entrevera con la pulsión suicida- hasta la reflexión sobre el deseo y la comunicación humana, también se ajustan a esta filosofía creativa.

--En Mixta, cantás “si hubiera sabido, si no hubiera metido mi nariz en ese plato…”. ¿Dirías que hay una relación entre tu música y las drogas?

--En ese caso puntual, es una frase sobre una amiga y su relación con la cocaína. Pero no hay algo particular entre la droga y mi música. Sí me encanta tomar LSD y hacer música, pero no es un método. De hecho, tengo cero método para hacer música.

--¿Cómo es eso?

--Mi forma de producirme como artista es muy intuitiva. Generalmente, si hago una canción la hago de golpe y con el tiempo la voy produciendo. En este EP, por ejemplo, la canción El puente tiene por lo menos seis años. Y Música tonta, tres. Voy uniendo los temas en relación a un relato estético, hay canciones que van quedando y después voy rescatando.

--No te movés con la inmediatez que domina a la música mainstream y a nuestra época en general, entonces.

--Como no tengo una estrategia ni un objetivo publicitario, no tengo un plan. Hay un montón de protocolos dentro del funcionamiento de la música hoy, en relación a las plataformas de streaming y la comunicación en redes, que yo elijo no seguir porque necesito respetar los procesos que se me dan naturalmente. Está claramente planteado que para subir tus reproducciones en Spotify tenés que sacar material cada tanto tiempo, por ejemplo. Todo eso a mí no me sale y no tiene que ver con mi forma de hacer música.

--¿Dónde está tu enfoque como artista hoy?

--Mi enfoque está en tocar en vivo y en el underground de Berlín. Eso funciona y me está yendo bien. Cada vez va más gente, me ocupo de armar los flyers como a mí me gusta, de elegir las bandas con las que quiero tocar, elegir el lugar. Eso da sus frutos más concretos.

--¿Qué viene después de Música tonta?

--Se viene el lanzamiento del nuevo disco de Nunca Fui a un Parque de Diversiones. Estamos terminando la tapa, sólo falta decidir si lo sacamos este año o el que viene. Acá, en Berlín, tengo shows hasta el 15 de diciembre. Y estuve haciendo temas nuevos de Antuantu. Me estuvo costando, pero de a poco van saliendo canciones nuevas. 


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