Desde Irbil

El primer ministro de Irak declaró formalmente la victoria sobre el Estado Islámico (EI) en la ciudad norteña de Mosul, diciendo que su derrota marca el “colapso” del autoproclamado califato. El gobierno iraquí sale fortalecido de la derrota de los jihadistas, quienes hace tres años lanzaron el califato tras su inesperada captura de Mosul, la segunda ciudad más grande de Irak. Los servicios de seguridad iraquíes no podrían haber tenido éxito militarmente sin el poder de los ataques aéreos liderados por EE.UU. para destruir cualquier posición defensiva del EI. Esto produjo una enorme cantidad de víctimas civiles y una destrucción inmensa. 

El premier Haidi Al Abadi se negó hasta ahora a trabajar en un plan político para Mosul, probablemente especulando con que su influencia sobre los kurdos sería mucho mayor después de la victoria militar. Durante varios años después de la invasión estadounidense de 2003, los kurdos fueron actores centrales en el control de Mosul, donde había una importante minoría kurda. También aprovecharon el avance del EI en junio de 2014 y el colapso de las fuerzas del gobierno de Bagdad para apoderarse de los territorios disputados entre ellos y los árabes.

La ofensiva para recapturar a Mosul sólo podría ser lanzada en octubre del año pasado después de que hubo un acuerdo orquestado por Estados Unidos. sobre lo que ocurriría entre los líderes iraquíes y kurdos.

Esto probablemente sorprendió al EI porque las relaciones entre Bagdad y Erbil habían sido muy tranquilas. Estados Unidos en aquel momento esperaba que la batalla para tomar la ciudad duraría dos meses en lugar de los nueve meses que de hecho tomó.

El gobierno iraquí, que es esencialmente chiíta, debe decidir ahora cómo lidiar con la mayor ciudad árabe sunnita en Irak que siempre se consideró como un obstáculo para su gobierno. La caída de Mosul no es sólo una derrota para el EI, sino para los árabes sunnitas, que eran la comunidad dominante en Irak antes de la caída de Saddam Hussein en 2003, aunque sólo representase una quinta parte de la población.

Una gran parte del cuerpo de oficiales del ejército iraquí provenía de Mosul y el ministro iraquí de Defensa era de la ciudad.

Estados Unidos dice que la reconstrucción de las instalaciones esenciales en Mosul costará al menos 1.000 millones de dólares y no hay nada previsto para esto en el presupuesto iraquí, que ya está bajo presión debido a los bajos precios del petróleo.

Gran parte de los ingresos petroleros se gastan en salarios y pensiones para siete millones de empleados públicos y/o para pagar la guerra. Es poco probable que los líderes políticos chiítas en Bagdad den prioridad a la reconstrucción de una ciudad que siempre han considerado como el corazón de la resistencia sunnita.

La caída y devastación de Mosul es el acontecimiento más reciente y más calamitoso para los sunnitas de Irak. Sus otras ciudades principales como Ramadi, Fallujah, Tikrit y Baiji todas fueron gravemente dañadas por la guerra.

Al menos 900.000 personas de la ciudad de Mosul viven en campamentos, pero a los de la llanura de Nineveh al este de la ciudad no se les permite regresar a sus aldeas, muchas de las cuales están siendo destruidas por topadoras. La batalla por Mosul abrió la puerta a la limpieza étnica y sectaria, ya que los ganadores de la guerra buscan crear un nuevo paisaje político.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Páginal12.

Traducción: Celita Doyhambéhère.