“‘Mal arreado’ es el primer tema que escribí y puedo seguir tocando”, considera Julián Peralta. El pianista compuso el tango para el segundo disco de la Fernández Fierro, en los comienzos de su carrera. Veinte años después, ahora con una orquesta típica propia y un sexteto, Peralta reconoce en esa composición algunos de los elementos que caracterizan su estilo y el sonido de una generación. Estará presentando el EP homónimo en Hasta Trilce (Maza 177) este sábado a las 21, con su orquesta en pleno y las voces de Black Rodríguez Méndez, Victoria di Raimondo, Hernán “Cucuza” Castiello y Juan Iriarte. También anticipará temas del tercer volumen de Un disparo en la noche, esa suerte de mapeo del tango contemporáneo que su troupe propone hace ya varios años.

Tiene la actividad febril que lo caracterizó siempre, impulsada por el parate pandémico, en que no le encontraba sentido a escribir su música. Ahora, el compromiso con los colegas lo empuja para adelante. “Llamar a 12 músicos y decirles ‘tal día grabamos’ y se agendan el día, fuiste: te obliga a laburar, a llegar al ensayo con los arreglos escritos”.

-Este EP es el primer registro de la típica que no es Un disparo en la noche, ¿por qué?

-Hay una especie de efeméride que son los veinte años de “Mal arreado”. Lo hice hace 20 años para el segundo disco de la Fierro y ahora me parecía lindo grabarlo con la típica. Es el primer tema que escribí y puedo seguir tocando. Esribí algunos antes, que grabé y todo, pero no podría tocarlos hoy.

-¿Por qué?

-A cualquier edad te ves una etapa adolescente, con la que uno ya no se reconoce o no está de acuerdo. La mayoría de esos temas los puedo escuchar con nostalgia y mirarlos con cierto cariño, pero siento que eso no es lo que soy. Con “Mal arreado” sí. Lo puedo defender desde el yo-adulto.

-¿Qué encontrás ahí puntualmente?

-Hay algunos desarrollos de lo modal. Voy a ser un embole: es un tema bimodal, en la misma lógica que las vidalas, pero en vez de hacerlo sostenido en base a las terceras del foklóre y en base a eólico y dórico, que son un poco más felices, esta se sostiene en sexta, que es más tanguero, y frigio y eólico, que es más depre. Que es el tufo de las cosas que escribo. Tiendo a escribir medio depre. Jodemos con que hacemos tango-drácula. Es lo que me sale.

-¡Para extraerle la energía al público!

-¡Ponele! Igual ahora le encontramos la vuelta para que no suene tan corchazo, tan bajón. Ese recurso técnico representa una puerta que se abre en el lenguaje del tango. Que no es mía, sino que está en la música desde siempre, pero fue un camino posible para encontrarle una contemporaneidad al sonido.

-Esa “puerta” define a buena parte del tango contemporáneo.

-Hay algo de eso. Hay gente que dice que ese sonido que venimos laburando desde esa época, va quedando en muchos grupos del tango. Pero yo no creo que sea un sonido “mío” o de los colegas con que hicimos algunas de esas experiencias, sino un sonido que esta dando vueltas en el aire. Uno lo baja al papel. Otros sonidos representan otras cosas: la esperanza del período de entreguerras, por ejemplo. Ese sonido de “Vida mía” no lo vamos a encontrar ahora. Tiene una sonoridad distinta. Esta época tiene su sonido. Sigue existiendo Disney, claro. Hay un mercado, pero si tenés consciencia de la realidad, Disney te queda lejos.

-Ahí aparece también Un disparo en la noche.

-Claro. No es todo el tango, pero es una parte que existe. Creo que es un movimiento, entonces a veces algunas músicas lo representan, o a uno lo representan. “Mal arreado” para mí es ese cambio de época.

-Este EP es instrumental. Con la típica venían trabajando con cantores.

-La música instrumental es mi primer vínculo con la música. Casi debería decir que soy más de hacer música instrumental que cantada. Siempre estoy cómodo ahí. Pero la típica nació de otra manera y era la contracara del laburo instrumental de Astillero. Pero ahora con Astillero hicimos un disco cantado con el Chino y tenía ganas de grabar este repertorio que íbamos mechando en las presentaciones en vivo. Grabarlo me ayudó a meterme en ritmo al terminar la pandemia, también.

-Con la pandemia parecía complicado volver a montar una típica así.

-Pero yo no puedo dejar la típica. Es un sonido institucional. No lo puede dejar nadie, ¿eh? Toda persona que estuvo alguna vez en una típica quiere volver. Es un sonido de comunidad. Es una asamblea. Y tiene un sonido muy difícil de abandonar.

-¿Qué van a anticipar del volumen 3 el sábado?

-El vol.3 va a ser más parecido al vol.2, con algún tema mío o de Mariano (González Caló), que son hechos para el disco, y mucho material de los colegas. Ya tengo arreglados algunos: un chamamé de Juan Iriarte, “Desolación” de Pablo Sensottera, “No sé vivir” del Pacha, “Sombras y noches” de Juancito, ¡todo depresión y muerte!

-Señalabas una contracara con Astillero, ¿también en lo experimental?

-Como es un sonido institucional, también después de haber hecho experimentos en otros contextos, los podés llevar a ese lugar. Lo que ocurre es que en otros formatos tenés más posibilidades de experimentar. En una típica no podés. No hay tiempo ni el marco para trabajar eso. ¡Es un quilombo! La posibilidad real es llevar la búsqueda de otros contextos al sonido de orquesta, una vez que tenés esa experiencia en estadío avanzado. Ya tuvo resultados, sacaste conclusiones y sabés qué se puede llevar a lo orquestal. Y siempre hace bien volver a la típica. ¡Te vuela la peluca! Estás ahí y te empuja la cuerda, ¡te soplan, literalmente, los bandoneones! A esa energía no hay con qué darle.