Manager de Seru Giran y Charly García. Promotor de las visitas de los Rolling Stones, Paul McCartney, David Bowie, Madonna, Prince, Bob Dylan, The Police, U2, The Cure, Bruce Springsteen y medio olimpo rockero más. Dueño de una discográfica que publicó desde Mercedes Sosa y Luis Alberto Spinetta hasta Pixies y New Order. Fundador de las FM Rock & Pop, Metro, Kabul y Spika. Empresario futbolístico en la Argentina y España. Dueño del zoológico porteño. Productor de musicales de Broadway en Buenos Aires y de espectáculos tangueros en Nueva York. Empresario teatral. Organizador de las giras de Violetta, Soy Luna y Tini Stoessel por el mundo. Productor de las primeras exhibiciones inmersivas que se vieron en la Argentina. Y otra vez manager, ahora de Fito Páez. ¿Cuántas vidas tuvo Daniel Grinbank?

"Sí, hice muchas cosas", se ríe el hombre en cuestión. "Y aunque tienen puntos de contacto, muchas son muy diferentes, también. A Grinbank no se le desdibuja la sonrisa cuando habla de su última actividad: la publicación de Te amo, te odio, dame más, su autobiografía. "Tomé conciencia de todo lo que había hecho cuando iba construyendo el libro. Lo trabajé así: primero me hice como un inventario de algunas cuestiones, un esqueleto de temas que quería abordar. Y después, cuando profundizaba en algunas cosas, saltaban otras. En el libro están las cuestiones más salientes, pero quedaron muchas afuera. En algún momento tenía más de 500 páginas y me pareció que era demasiado..."

Gribank reconoce que en la versión terminada del libro quedó mucho por contar: "Prácticamente no está mi vida privada, que es lo más importante de mi vida. Disfruto mucho de mi vida privada, de la soledad, de la lectura, de mis hijos, de mis viajes... Y eso sólo lo pongo cuando se trató de algo que disparó alguna cuestión laboral. Por ejemplo, mi paternidad es para mí lo más relevante de mi vida, pero no le dedico tanto. Si pusiera la instancia de la adopción en Haití, es un libro en sí mismo. Sí traté de darle una dinámica a la lectura, por eso arranco cada capítulo con una anécdota de lo que va a venir después. Me parecía que era avisarle al lector con qué se iba a encontrar en ese capítulo".

"Traté de que fuera lo menos Wikipedia posible -continúa Grinbank-. Si bien había momentos en los que por ahí todos los fines de semana tenía un show en un estadio, si no había una historia, algunas cuestiones las ponía muy salteadas. Y también pasó que varias cuestiones sucedían en simultáneo con la radio, con la producción de shows y posteriormente de teatro. Era un desafío cómo mantener un hilo hilvanador. Y también quise que los lectores tuvieran la posibilidad de saltearse un capítulo si un tema no les interesaba. Por ejemplo, si no te interesa el fútbol y querés ver nada más la parte artística, ¿cómo aislás esa parte respecto de las otras cuestiones? A la vez, traté de que el libro fuera como un reflejo de la coyuntura, ponerlo en un momento de la historia de la cultura, y también si pintaba alguna reflexión, poder meterla. De hecho, fue un libro reescrito varias veces".

-El libro tiene una mirada desde el presente en el que revisás varias de tus posturas, especialmente respecto al machismo.

-Me reviso a mí mismo porque... En primer lugar, no soy escritor. El libro surgió naturalmente de un documental que tengo pendiente y tenía claro que si escribía un libro lo iba a hacer con honestidad. Quería que tuviera la crudeza y la sinceridad necesarias. Y plantear cómo siento las cosas. La perspectiva histórica me la pongo hoy, pero somos personas dinámicas, que vivimos en sociedades dinámicas, que afortunadamente en muchísimas cosas evolucionaron. Cambiaron varias pautas culturales y algunas cuestiones sólo pueden ser miradas en ese contexto y en esa distancia del tiempo. No quería que el libro tuviera una mirada nostálgica, pero de ninguna manera fui la Virgen María... Yo no tenía obligación de hacer el libro; entonces, si lo hacía, lo hacía bien. Y en general tengo la actitud de no ser complaciente, fundamentalmente conmigo mismo. Así que el libro puede hasta ser una larga sesión de psicoanálisis.

-Tu nombre está desde hace años ligado al rock, aunque en realidad es sólo una parte de lo que has hecho. Y ya que hablaste de psicoanálisis: ¿quién es Daniel Grinbank?

-Un culo inquieto, sin lugar a dudas. Un emprendedor. Y si bien no todas las actividades que abordé fueron rock, hay como ciertos valores del rock que son constantes. En este mosaico de cuestiones distintas, todas fueron hechas con satisfacción. En el momento, era lo que tenía ganas de hacer. Eso es una constante en el libro. También hay como instancias en las que por ventas de compañías tenía que buscar otras alternativas, por las cláusulas no compit. Es verdad que abordé muy distintas cosas. Pero, por ejemplo, cuando arranqué a producir cosas Broadway, tiene que ver también con la idea de grandes espectáculos, de grandes producciones. Y desde mi costado de productor, siempre me fascinaron las grandes producciones. Cuando entré en la contradicción de la locura de cosas que pasaron con animales y después de la experiencia de haber convivido en el zoológico con biólogos y veterinarios, siendo un tipo muy bichero, me fascinó esa instancia. Disfruto mucho ahora las exhibiciones, que es algo que si hubiera terminado el libro unos meses más tarde tendría un lugar más importante. Lo mismo volver a ser manager, como estoy siendo. Disfruto de cada instancia que voy atravesando laboralmente. Y cuando no la pasé bien, como cuando estuve dentro de estructuras corporativas, estuve muy poco tiempo, traté de salirme. Siempre tuve una fidelidad a mi gusto.

-Eso de ser "culo inquieto", ¿es porque te cansás rápido de las cosas?

-No, no hay una regla. Hoy estoy haciendo una actividad, la de manager, que hacía hace cuarenta años. Y estoy gozando muchísimo con Fito Páez y con los demás artistas. Antes de la entrevista estaba escuchando las grabaciones de Luz Gaggi, una cantante que estamos produciendo, y gocé de escuchar su música y me conecté con la persona de su oficina para hacerle algunas correcciones que me parecía que había que hacer. Y es algo que me sigue generando placer. La música siempre tiene lugar en mi vida. Es más, el cierre del libro es buscándole un título de una canción. Y "Déjalo ser" es más amplio... Pero no puedo negar que mi trabajo está muy ligado al disfrute. Inclusive, cuando le fui entrando con más ganas a este libro, le fui tomando cariño. No sé qué hubiera pasado si no hubiésemos tenido una pandemia; si hubiera tenido el tiempo para dedicarle, para ir a inventario... Porque la memoria también te falla con tantas cosas; entonces, fue también llamar a gente con la que por ahí hacía quince años que no hablaba y reencontrarme en un diálogo telefónico... Fue placentera la construcción del libro, incluso en cuestiones en las que yo tenía una mirada y al que le consultaba tenía otra. Quería entender la mirada del otro, porque siempre sobre el mismo hecho hay miradas distintas.

-¿Y aprendiste algo sobre vos mismo haciendo el libro?

-No, porque está muy presente en mí todo lo que hice. Creo que lo transmito en el libro, por ejemplo con la impronta que ponía cuando creé Rock & Pop u otras radios, o cuando seleccionaba artistas o el rol de manager frente al artista: en general, y no exento de errores, soy un tipo que me manejo con convicción. No quiere decir que mis convicciones sean las correctas; de hecho, en el libro queda expresado que muchas veces no lo fueron.

-En un momento decís que no estás arrepentido de nada, pero que hay cosas que no volverías a hacer "ni en pedo". El fútbol, con el que perdiste una fortuna, ¿es una de ellas?

-Sí, aunque hace seis meses estaba mirando incursionar en Independiente.

-No aprendés más...

-(Se ríe) No, creo que precisamente porque aprendí, no entré. Si no hubiera tenido la experiencia anterior, quizás entraba. Pero es también priorizar a qué mundo querés pertenecer. El micromundo del fútbol tiene componentes que en algún momento me... Más allá de la viabilidad económica, de sentir qué podía o no sumar, el planteo fue: domingo a la noche, estoy en mi casa con mi hija, ¿tengo ganas de hablar con un programa partidario de Independiente? No. Y si estoy, tengo que hacerlo. Entonces, la propia dinámica de haberme acercado a ver si entendía y tener la experiencia de lo vivido fue la dinámica que me expulsó para no hacerlo de nuevo. Entonces, hay una cierta capitalización de experiencias. Y también de saber qué proyecto de vida voy definiendo de acuerdo a distintas instancias de mi vida.

-¿Otro arrepentimiento es haber vendido Rock & Pop, la productora y la radio, al grupo mexicano CIE? Es bastante impactante la carta del Mariscal Romero aconsejándote que no lo hicieras.

-No estoy arrepentido. Pero me pareció honesta la postura del Mariscal y en algunas cuestiones tenía una mirada correcta. En el libro intento reflejar un cambio de la dinámica, tanto en la producción de espectáculos como en los medios. Yo amo la radio, es para mí el medio por excelencia, pero si me preguntás si hoy tendría una radio en la Argentina, dudo. No es algo que hoy por hoy,elegiría como proyecto laboral o empresarial, con los avatares de la economía argentina y con tanta incidencia de pauta oficial.

-Si tuvieras que ir por algo nuevo, ¿qué elegirias?

-Lo de las exposiciones es un mundo fantástico que se me abrió, estoy muy entusiasmado. Y para mí lo nuevo es ser manager con una concepción de que lo digital está posibilitando la internacionalidad. Es algo que busqué en los '80, pero era mucho más difícil que lo que hoy permiten las redes. Hay nuevas herramientas y entender el mundo digital me genera una fascinación especial, porque si bien el título de manager es el mismo, se juega un juego distinto. La manera de difundir es otra, la manera de sentir que puedo tener una trascendencia internacional con lo que produzco cambia completamente la perspectiva. Se me abre otro universo: uno en el que la música latina tiene hoy un furor importante en el hemisferio norte. Se me abren desafíos muy interesantes. Y, a la vez, también es entender cómo usar los algoritmos sin que los algoritmos me usen a mí. En el libro hablo bastante del cambio de mentalidad de analógico a digital, y de cómo los algoritmos te van condicionando y llevan a la pérdida de la individualidad. Creo que el desafío de la libertad mental del ser humano hoy pasa por jugar con las redes sin que estas te atrapen. Hay que reconocerlas y darse cuenta de que en el mundo de las comunicaciones nunca hubo un poder tan supremo como lo que pueden ser Google o YouTube, pero tratando de ver cómo usarlo sin meterme en una telaraña que me morfe mi libre pensamiento.

-Ahora como manager y siendo también productor, ¿cómo ves el panorama en la Argentina? ¿Hay lugar para producir cuando existe un jugador de tanto peso internacional como Live Nation?

-Hay lugar, pero no en el mismo esquema que yo podía tener en los '80 o en los '90. Buscar las exhibiciones o ser manager implica tener contenidos propios. Pero si quiero competir hoy con Coldplay, me siento bastante en inferioridad de condiciones con alguien que domina el mundo. Entonces, se hace inviable. Pero hay un sector de músicos que prefieren trabajar con lo independiente y lo artesanal, entonces hay que detectar eso. Y también, aunque hay un envejecimiento, existe una vigencia de muchos artistas que trabajaron conmigo muchos años y siguen respetándome a pesar de estar con Live Nation. Qué sé yo, la última vez que vino U2 era Live Nation, pero por la relación que tengo con la banda y con el manager, hice yo la gira.

-En un momento hablás de que quisieron jubilarte antes de tiempo. ¿Pensás que alguna vez vas a retirarte?

-Mientras siga disfrutando del trabajo, no. No veo por qué. Igual, sé que a veces no sos consciente de cuando entrás en una caída libre y estás rodeado de un microclima, y no te das cuenta de que te volvés patético. Espero tener la sabiduría de darme cuenta cuando entre en ese declive, o de que que haya gente que me lo haga notar. Pero mientras disfrute de lo que hago y pueda hacerlo, de ninguna manera voy a retirarme.

-La primera anécdota que contás en el libro es de un viaje a Las Vegas en el cual perdiste todo lo que tenías antes de hacer el check in en el hotel. ¿Siempre hay una apuesta más para hacer?

-Siempre. De hecho, reinventarme después de la pandemia y ponerle un énfasis tan grande a lo digital no sólo es un cambio sino sentir que estoy produciendo para un nuevo mundo. Entonces, esa producción necesita de nuevos recursos, nuevos conocimientos y otras sapiencias. Los ocho Movistar Arena de Fito los llenamos con redes, no hicimos otro tipo de publicidad. Pero también pudimos hacer difusión desde la Argentina para los shows en Estados Unidos y España. Eso es lo nuevo de entender las posibilidades de los instrumentos digitales. Y es fascinante. Tiene muchas cosas a favor y también muchas en contra, pero hay algo que tengo claro y es que ya no se trata de si quiero hacerlo o no: no se puede de otra manera. Si quiero mantenerme en esta industria, tengo que renovarme y entender profundamente otro mundo y la lectura de ese nuevo mundo.