“Soy una sonrisa con patas”, dice Adriana Metz. La alegría se apoderó de ella días atrás, cuando le informaron la restitución de su hermano, el nieto 140 recuperado por Abuelas de Plaza de Mayo. Días después del anuncio encabezado por Estela de Carlotto en la Casa por la Identidad, Adriana cuenta la historia con emoción y reconstruye cómo ha sido el primer encuentro en un café, con cuatro horas de charla.
“Siempre supe que tenía un hermano”, cuenta Metz en una entrevista con la 750. “No sabía dónde estaba, pero sabía que tenía una hermano y siempre que pude busqué. Primero como una búsqueda pasiva, acompañando a mis abuelos. Después fue una búsqueda pasiva porque cada vez que se solicitaba la presencia de la familia accedía a esos requerimientos,y a partir de 2012 me integré a Abuelas, en la filial de Mar del Plata”, relata la mujer.
El nieto recuperado 140, cuya restitución fue anunciada este lunes en la Casa por la Identidad, es hijo Graciela Alicia Romero y Raúl Eugenio Metz, secuestrados en diciembre de 1976 en Cutral-Có, provincia de Neuquén, y hermano de Adriana Metz, quien "lo buscó desde siempre", dijo emocionada la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto.
Graciela dio a luz a su bebé el 17 de abril de 1977 en el centro clandestino de detención conocido como La Escuelita de Bahía Blanca. La mujer nació el 21 de agosto de 1952 en esa ciudad. Sus amigos y familiares le decían “Peti”. En la conferencia de prensa de este lunes, se describió a Graciela como una mujer “estudiosa, emprendedora y aguerrida", que "tenía buen humor, cocinaba bien y también cosía". Estudió economía hasta que se casó y se abocó a la militancia. Su hermana menor, Maria Elena, fue asesinada por la dictadura en 1977.
Raúl, a quien le decían "Melli" porque tenía un hermano gemelo, nació el 24 de agosto de 1953, también en Bahía Blanca. "Los Metz tenían 10 hermanos. Se criaron en un hogar politizado ya que el abuelo era militante del Partido Comunista y trabajador ferroviario", repasó Abuelas de Plaza de Mayo. Raúl, que "tenía sentido del humor aunque era un poco calentón", comenzó su militancia en la Federación Juventud Comunista junto a su gemelo Néstor. "Eran compinches, militaban, iban juntos al colegio, compartían salidas, amigos", recordó el organismo.
Metz cuenta que la denuncia llegó de forma anónima a Abuelas, que la trasladó a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi), que realizó la investigación preliminar y lo convocó para explicarle que había elementos para sospechar que era hijo de desaparecidos. “Preguntó cómo hacíamos para saber si era así, le explicaron y pidió el turno para el examen, se hizo la extracción en abril y el viernes le avisaron que había compatibilidad con un uno de los grupos de familiares”, detalla la mujer, aún emocionada.
Adriana dice que, de acuerdo con testimonios de sobrevivientes que estuvieron en el mismo centro clandestino que su madre, fueron llevados a Bahía Blanca. “De mi papá hay relatos de sobrevivientes que lo vieron hasta finales de enero de 1977 y de mi mamá está el relato de una sobreviviente, Alicia Partnoy, que dice que mi mamá estuvo en La Escuelita de Bahía Blanca”. “Después de eso, un traslado, sabemos lo que significa el traslado, ¿no? El asesinato. Al no tener un cuerpo es una desaparecida por la dictadura, por el terrorismo de estado”.
El nieto restituido 140 acaba de cumplir 40 años en abril. “Es menor que yo, estoy aprendiendo a ser hermana mayor, con casi 50 años”, dice Metz con emoción.
Cuando sus padres fueron secuestrados, Adriana tenía un año y un mes. “Uno de los milicos que estaban ahí en el operativo me sacó delos brazos de mi mamá y me entregó a un vecino, al que le dijo ‘vos callate la boca y criala como propia. Esto lo declaró el vecino en el juicio que se hizo en Bahía Blanca. Este vecino entendió que más allá del miedo que tuvo, que pasó esa noche, yo era una niña de un año y un mes y tenía que estar con mi familia, porque además lloraba. Imaginate si no iba a llorar, ni un año y un mes tenía y me habían sacado mis viejos”, relata.
La emoción del primer encuentro
La primera conversación con su hermano fue a través de una videollamada de WhatSapp. “Me acomodé, me senté en una silla, acomodé el celular y empecé a hablar. ‘Hola, hola, qué tal’, así nos presentamos”.
A continuación, su hermano le resumió cómo había sido su vida como hijo único. “Entonces yo levanté la mano y le dije ‘¡acá estoy, tenés una hermana!’, y él me dijo ‘sí, ya sé, boluda’. Esa frase es porque se identificó en las publicaciones que yo hice, en las publicaciones de Abuelas, él se identificó con el grupo familiar Metz Romero”, dice.
Luego llegó el ansiado momento del encuentro. “Le avisé que el lunes iba a estar en Buenos Aires porque iba a haber una conferencia de prensa en la que íbamos a comunicar el encuentro de un nuevo nieto y que ahí se iba a decir la información. Entonces me respondió ‘avísame que paso y nos damos un abrazo’.
Cuando se encontraron, fueron a tomar un café, donde conversaron cuatro horas “sentados ahí charlando de un montón de cosas y charlando de nada, una charla entre hermanos de ‘nos vemos, nos juntamos, charlamos’. Hay un montón de información que la tiene que dar él cuando él quiera, si es que la quiere dar a conocer”, agrega, y remarca: “Lo importante es que ese bebé Metz Romero que tanta gente buscó ya es un señor de 48 años y ya sabe que es Metz Romero”.
Por último, Adriana valoró la tarea incansable de Abuelas. “Ellas no enseñan, no solamente a mí, que la perseverancia, el amor, la contención y la empatía por el otro nos va a ayudar a un logro colectivo”.
“Abuelas buscó un herramienta técnica que sirviera para tener la certeza, la ciencia se la dio y la creación del Banco Nacional de Datos Genéticos es una herramienta fundamental para encontrar a los nietos. Pero a su vez —remarcó Metz— también la creación de la CONADI es la parte del Estado que se encarga de hacer estas investigaciones, estas búsquedas y que también fue creado por el Estado a pedido de Abuelas. A pedido de Abuelas, el Estado los creó porque fue el Estado el que facilitó el robo y es el propio Estado el que tiene que solucionarlo, independientemente del gobierno de turno”.