La derecha liberal se prepara para regresar al poder con un programa extremo. Tal como señalamos las semanas anteriores en esta columna, para gran parte del establishment, el error de la última gestión liberal fue el "gradualismo” a la hora de aplicar reformas y reducir el gasto público. Ese “error” forzado por la necesidad de Cambiemos de consolidarse políticamente en una sociedad mal acostumbrada por el populismo, fue la que derivó en una crisis económica que terminó con la derrota electoral de Mauricio Macri a manos del Frente de Todos. Esta vez, para evitar cíclicos retornos al populismo, las condiciones están maduras para la aplicación de un programa de shock que genere la estabilidad económica que precisa la derecha para consolidarse en el poder por un plazo prolongado.

Ya señalamos la semana pasada que la tesis del “error” del gradualismo se sustenta en dos grandes equivocaciones. Una, la idea de que la inflación tiene un origen fiscal cuando, en realidad, su base es inercial. La otra, que la toma insustentable de créditos durante la gestión Cambiemos se debió a la necesidad de financiar el déficit de las cuentas del Estado, cuando en realidad, se requirió para sostener el rojo en las cuentas externas de nuestra economía. La diferencia es de suma importancia ya que, aún de equilibrarse las cuentas públicas y eliminarse la emisión monetaria con un programa de shock, seguiría vigente el déficit en las cuentas externas y, por lo tanto, la fuente central de la inestabilidad de nuestra economía.

Para poner en datos duros la cuestión, se pueden analizar las cuentas externas de la gestión Macri a partir de datos del Balance de pagos. De acuerdo a la información del Indec, entre 2016 y 2019, el Estado (incluyendo al banco central) trajo 70.000 millones de dólares (descontado el pago de intereses y la acumulación de reservas). La fuente principal de ese ingreso de divisas fue el endeudamiento externo público, dado que la deuda pública en dólares con acreedores privados y organismos internacionales pasó de 74.117 millones  de dólares (que ascienden a 92.079 millones de dólares si se considera válido el excesivo monto pagado por Macri a los fondos buitres), a 165.558 millones de dólares durante ese período.

Ese aporte neto de divisas por parte del sector público se utilizó para financiar el déficit de divisas del sector privado. El mismo se compuso no sólo del déficit de comercio de bienes y servicios, que arroja un rojo de 15.000 millones de dólares en dicho período, sino del pago de intereses de deudas privadas por 25.000 millones de dólares y el rojo financiero de 31.000 millones de dólares, explicado por una fuga de capitales que supero ampliamente el incremento de las deudas externas privadas.

Vemos entonces que el uso real del endeudamiento externo del Estado durante la gestión Macri no fue cubrir un déficit fiscal financiable en pesos, sino conseguir los dólares con que financiar el rojo en las cuentas externas del sector privado. Entonces, si se aplica un shock ortodoxo que equilibra las cuentas públicas y no se emite más deuda externa, ¿de dónde saldrán los verdes para financiar el déficit externo del sector privado?

@AndresAsiain