Una atmósfera de optimismo, acaso exagerado, rodea la previa de la Selección Argentina a ocho días de su debut en el Mundial de Qatar. Para millones de hinchas, sobre todo para los más jóvenes o para quienes sólo se acercan al fútbol en estas grandes ocasiones, el único destino posible es el de volver a ser campeones del mundo. La ilusión popular ha adquirido ese tamaño y una aureola épica, reforzada por los mensajes periodísticos y publicitarios que se ha venido difundiendo en estos días, rodea al equipo que capitanea Lionel Messi y dirige Lionel Scaloni. Sin que casi nada pueda hacerse para poner esa expectativa en su justa medida.

La esperanza es enorme. Tanto como podría ser la decepción si la Selección no gana el Mundial, no llega a la final, no figura ni siquiera entre los cuatro primeros y se queda afuera en los octavos, los cuartos de final o en la fase de grupos. Montada en la Copa América que se le ganó a Brasil en Brasil en 2021 y en el invicto de 35 partidos que se extiende desde 2019, la pasión de los hinchas pone a la Argentina en un nivel de candidatura que no se condice con la realidad. "La Selección puede ganar y perder con cualquiera", dijo Jorge Valdano cuando pasó hace poco por Buenos Aires. Y más o menos en el mismo sentido, acaba de expresarse Angel Di María: "Estamos para pelear con cualquiera", señaló el delantero rosarino. Y es tal cual.

En los cálculos previos (que no siempre suelen darse) Francia y Brasil asoman como los grandes favoritos. Y la Argentina figura en una segunda línea de candidatos junto con España, Bélgica, Alemania, Holanda, Dinamarca y Croacia. La Selección hará un gran Mundial si figura entre los cuatro primeros y un buen Mundial si llega a cuartos de final. Una eliminación en octavos como sucedió en Rusia 2018 dejará sabor a poco tanto en los paladares exigentes de la cátedra como en los de los hinchas apasionados. Y sólo podrá hablarse de fracaso si una combinación nefasta de resultados no le permite a la Argentina superar la fase de grupos. Un escenario posible aunque poco probable.

Pero lo que ahora alarma es la instalación de un triunfalismo exagerado y el creer que el Mundial es un viaje de ida con destino seguro de campeón. El riesgo es que los mismos que agitan las banderas celestes y blancas y convocan a la ilusión, dentro de 20 días apunten los índices acusadores para señalar a Scaloni, Messi y el resto de los jugadores y se llenen la boca hablando de fracaso y buscando culpables. Campeón o nada es una disyuntiva falsa e irreal, un capricho antes que un pronóstico bien fundamentado. La Argentina ni por asomo es la máxima favorita a ganar el Mundial. Está para dar pelea e ir creciendo con el correr de los partidos. Es cierto: juega Messi y lo sostiene un grupo unido y con hambre de gloria. Eso concede el derecho a la ilusión. Pero no a suponer que Qatar será una fiesta.