Querides lectores: he de confesarles que las noticias de antepenúltimo momento me han obligado (con mi propia complicidad, eso sí) a cambiar el título de esta nota, y también el contenido. Si no, sería un sinsentido mayor del que ya es. Originariamente hubiera sido: “¿Por qué ganan los malos? 4: El mito de Sandraca”.

Iba a explicarles entonces el mito de la troyana Casandra, a la que Apolo le concedió el don de la clarividencia a cambio de su amor, pero luego ella le dijo “no es no”. Aunque él aceptó, la condenó a que nadie le creyera nada (quizás como venganza porque a él primero le dijo que sí y después que no). Casandra andaba por la vida prediciendo lo que iba a pasar, y nadie le hacía caso. Y ni siquiera daba la cosa como para que anduviera por ahí gritando “les dije, les dije” en griego antiguo, frente a las ruinas de su propia ciudad destrozada.

De esto pasaron varios milenios, y se ve que nuestros medios enfermónicos aprendieron la lección. Habrán pensado: “¿Para qué decir la verdad si nadie te va a creer?; mejor mentimos, así todos nos creen”. No tuvieron en cuenta que lo de Casandra era un castigo por no cumplir la promesa. O quizás les vendieron algo a los dioses y después les trucharon la mercadería. Lo cierto es que son “Sandraca”. O sea, Casandra al revés: mienten, y mucha gente les cree.

Tal como les dije, pensaba hablar de este tema (en realidad, lo hice), pero las ¿asombrosas? declaraciones del Sumo Maurífice, "Alemania va a ganar el Mundial porque son una raza superior” (y los hechos posteriormente ocurridos) me superaron.

Cómo dejar pasar semejante muestra de ignorancia condimentada con necedad bañada en prejuicios, salsa de maldad picante, soberbia light y chips de racismo subordinado a desconocimiento de cómo, cuando se creían lo de raza superior, trataban a sus propios aliados italianos –vale decir, la propia ascendencia maurificia, aunque él se autoperciba ario, quizás porque es la segunda mitad de la palabra “millon-ario”–.

No, no lo podía dejar pasar, y no lo hice.

Aclaración innecesaria (pero pertinente): si uno observa a los jugadores de la Selección alemana, verá que coexisten personas de aspectos –probablemente etnias, ascendencias– diferentes. ¡Bien por ellos si creemos que no están allí “por una cuestión de cupos”, sino porque el DT habrá pensado que son los que mejor juegan, los que mejor equipo arman, más allá de cuestiones de piel, raza, etc.! Cuando no fue así, cuando la "selección” fue por raza (hace solo unos 80 años), no era para armar un equipo de fútbol y ganar el Mundial, sino para dominar el mundo (los elegidos) y para ser exterminados o esclavizados (el resto).

Otra aclaración, también pertinente: en su momento pensé, y comenté entre mis allegados, que quizás en el fondo esté bien que el Sumo Maurífice haya dicho lo que dijo. Porque, agorero como es, casi casi nos asegura que Alemania –varias veces verdugo futbolero de Argentina– pierda rápidamente el Mundial. Casi todos se rieron, me llamaron antiguo, supersticioso y hasta machirulo –que, aunque no tenga nada que ver, queda fashion–. El miércoles al mediodía, mientras un montón de japoneses festejaban su triunfo frente a Alemania al son de la marcha peronista, me preguntaba en qué momento le incumplí una promesa al dios Apolo. Nunca me sentí tan Casandra.

Tercera aclaración, y no aclaro más porque oscurece: el Primer Descansador pidió disculpas por su "frase desacertada”. No puedo disculparlo, ya que no sé a cuál de sus 3587 frases desacertadas se refiere. Yo que su psicoanalista le triplico los honorarios en concepto de trabajo insalubre.

El mundo no toma en serio las profecías de “Nostragamus” (44.000 palos verdes); jamás los alemanes pensaron que solo una semana después caerían estrepitosamente contra el digno pero modesto equipo nipón. Habrán especulado con que, si lo de "raza superior” el Macrífice lo dijo “públicamente”, es que, en el fondo, él no lo cree. Hay toda una biblioteca sobre la diferencia entre sus dichos y sus hechos: pobreza cero, lluvia de inversiones, los laburantes no pagan ganancias, no se inunda más, puerto en Santiago, segundo semestre, no endeudarse... ¿quieren que siga?

Acá tampoco lo damos por cierto. Si no, ningún trabajador, ninguna mujer, ninguna persona humilde, nadie de la clase media, ningún judío, ningún católico, ningún musulmán, ningún agnóstico, ningún psicoanalista; nadie que creyera en la política, en la ley o en la patria podrían votarlo jamás, ni a él ni a ninguno de los/as/es que reconozcan su liderazgo.

Hay quienes creen en lo que dice, pero lo votan igual. Allá ellos y sus psicoanalistas, porque el mío, el licenciado A., los hubiera echado de su consultorio con una patada en la esvástica que tienen por neurona.

En conclusión: cuando el ex Primer Autoritario autopercibido Marqués de la Reposière dice algo en lo que de verdad cree, solo se lo dice a sus amigos/compinches. Es cosa sabida. ¡A los demás, pura sandraca!

Sugiero acompañar esta columna con el video “ Señor presidente, (el odio está persistente)” de Rudy-Sanz (RS+)