“Lo que arde y lo mojado existen en mí al mismo tiempo”. Esas palabras pasan del susurro previo de un coito a ser escritas en una carta, y por eso mismo, un arma letal en las manos equivocadas. Amistades peligrosas (disponible en Lionsgate+) vuelve a poner en imágenes las elucubraciones de Choderlos de Laclos sobre amantes rivales, lascivia, y arribismo social en la Francia prerevolucionaria. Esta nueva transposición, concebida por Harriet Warner tiene la referencia inapelable a Relaciones peligrosas (Stephen Frears; 1988), película que transformó a John Malkovich en el libertino por excelencia, a Glenn Close en una aristócrata manipuladora y a Michelle Pfeiffer en el objeto de deseo de los otros dos. Todo aquello vuelve, aunque con importantes vueltas de tuercas para una ficción que ya cuenta con segunda temporada confirmada.

El nudo argumental es el de la guerra amorosa y sudorosa entre Valmont (Nicholas Denton) y Camille (Alice Englert). Es, en realidad, un preludio de la historia conocida. Ninguno de los dos ostenta título alguno, aunque tengan esa pizca necesaria como para convertirse en los más impúdicos de la París circa 1880. Un Casanovas franchute y una joven casquivana cuyo metier es la supervivencia. La actual marquesa de Merteuil (Lesley Manville) toma a la chica bajo su ala, en tanto el otro busca convertirse en Vizconde por medio de argucias y juegos carnales. No hay lugar para buenas intenciones ni moralidad en estos ocho capítulos de una hora. Y justamente ese es el encanto de esta entrega que también busca seducir con su puesta en escena altisonante y decadente.

“El chisme, el amor por la ropa y el flirteo no tienen fecha de caducidad”, le asegura Paloma Faith a Página/12. La británica le da vida a Florence de Régnier, amante de Valmont, enemiga íntima de Camille y criatura emblemática del descaro que emana la propuesta. Debajo de la pompa, para la actriz y cantante lo que reverbera es la traición: "son seres humanos que viven una vida que no les alcanza, gente a la que le gusta ver las fallas de los otros, cómo se meten los cuernos, y ese escapismo es lo que puede darle fuego a una pasión y deseos”. Por todos esos motivos, la artista compara Amistades peligrosas con su tema “Only Love Can Hurt Like This”.

-Florence considera que Valmont es su “gatito”. ¿Cómo definiría a Camille?

-Lo que hay entre ellas es bastante más espinoso y duro que un “gatito”. Se recelan y usan la una a la otra, es evidente que no se soportan. Creo que Florence no le importa nada ni nadie más excepto que ella misma y andar chismoseando. No es de las que tenga amigas sino de las que quiere que le digan que tiene la razón en todo. Al ser una estrella pop, Florence fue un papel muy fácil de interpretar (carcajadas).

-Esta dama representa la malicia y perversión clave en esta historia, y algo de eso también tenía su Bet Sykes en Pennyworth. ¿Por qué la persiguen esta clase de personajes?

-No es que me atraiga el descaro, es más bien al contrario, lo descarado me persigue (risas). Bet era una asesina implacable, Florence es más superficial, fácilmente asimilable a su contexto; podría ser una influencer de TikTok con toda su liviandad. Es de las perras, la que se anda fijando en las ropas de los demás.

-Gran parte del equipo creativo de la serie está conformado por mujeres. ¿Cree que eso le da un sentido diferente a Amistades peligrosas?

-Sí, estoy segura de eso. Está muy orientada al público femenino, y no solo porque las mujeres estén empoderadas sino que son centrales en la narrativa. Cuando pensamos en recreaciones históricas usualmente prima la mirada del varón, particularmente blanco; ahora se suman otras perspectivas: son los ojos de los desvalidos. Pero lo más interesante es que en esta recreación no hay mujeres vulnerables como simples objetos sexuales sino que anhelan su propia sexualidad, su viaje y poder dentro de las restricciones de un período muy patriarcal. El cambio de perspectiva es encantador. Siempre existieron los alfa, los beta, los gays, mujeres que pueden ser nobles u horribles... Es muy interesante que haya nuevos ángulos para contar la historia.