De visita en Buenos Aires hasta diciembre para presentar las novedades de Pen Press, el sello que dirige en Nueva York, y para participar de lecturas y festivales de poesía locales, Mercedes Roffé (1954) trae, además, un nuevo libro de poemas bajo el brazo. Diario ínfimo, el décimo título de una obra perseverante y profusa, está compuesto de entradas, vivencias y anotaciones fechadas a lo largo de varios meses, impresiones que confluyen, como se lee en uno de los poemas finales del libro, “en ese diario de viaje/ que es la vida”. La sucesión de los poemas, de abril a diciembre, crea el perfil de una voz en la que memoria y percepción se vuelven coetáneas: “¿no acuden las memorias al presente/ y jalonan los días/ tanto o más que el espanto/ nuestras noches?”. 
En Diario ínfimo convive el registro inmediato del devenir cotidiano con los avatares históricos (en general funestos), la lenta instauración de un ritmo propio con el estilo impuesto por las culturas, las referencias a otros poemas y obras de arte con la reflexión sobre las partículas del lenguaje: “como la letra que/ ?suspendido/ punto/ mínimo/ de luz?/contiene en sí la luz”. La intertextualidad de Roffé no es sólo literaria; varios de sus poemas se basan en pinturas de las artistas rusas Olga Rozanova y Marianne von Werefkin, y también de la pintora suiza Alice Bailly, como ocurre en “Primavera gris”: “Confiesa que has bordado/ muy de prisa/ a gigantescas puntadas/ como si te corrieran/ como las Brönte”. Sobre ese aspecto de su escritura, presente en libros previos como La ópera fantasma y Carcaj: Vislumbres, ella dice: “No hay un a priori, tampoco un trabajo uniforme que me permita decir cómo trabajo la intertextualidad, como si hubiera una sola forma de trabajarla o concebirla. La intertextualidad sucede. La intertextualidad se integra en el poema en la medida en que ya está integrada, desde mucho antes, en mi propia manera de pensar y sentir”. Son las lecturas las que determinan cómo se vive, cómo se piensa, cómo se conciben la vida y el poema. “La intertextualidad que ocurre en el poema es sólo un subproducto de la intertextualidad que, antes, ocurrió en la vida, en la propia experiencia”, señala.
En simultáneo con su labor poética, Roffé desarrolla en Nueva York un trabajo fértil como editora y traductora de poesía. Su refinado sello de poesía, bautizado Pen Press, ha publicado a poetas argentinos y extranjeros como Raúl Zurita, Yolanda Pantin, María del Carmen Colombo, Reynaldo Jiménez y Luisa Futoransky, y traducciones de obras de Amalia Rosselli, Roberto Piva, Dane Zajc y de textos indígenas norteamericanos, entre muchos otros. Ella misma ha traducido, junto con Marta López-Luaces, a Leonard Schwartz  y Erin Moure. Los ejemplares de Pen Press ya se encuentran distribuidos en varias librerías de la ciudad. “Todo lo que hago como editora, como traductora, como ensayista, lo hago a partir de una sola realidad, única y contundente, que es mi ser poeta -dice Roffé?. Por eso no diría que esas diferentes facetas se concilian, sino que parten de una única y misma experiencia, de un mismo y único interés en la poesía en tanto meditación y representación de lo múltiple vivido.” 
Hacer poesía de los días en el mundo parece ser la consigna del trabajo de Roffé. Diario ínfimo confirma esa empresa, sutil y quimérica, a veces de manera radiante e incluso cómica: “si hay gente/ como signos de admiración”, se lee en “La avenida”, poema-entrada del 15 de noviembre. Otras veces, sobrevuela un acento crepuscular o dolido, como en los poemas “Túnez” y “Criptas”. El nuevo libro de la poeta porteña en Nueva York reserva, además, claves sobre esa urdimbre tejida entre literatura y vida, entre escritura y experiencia: “entretanto/ dejar que las palabras/ hagan su obra”. 

Diario ínfimo
Mercedes Roffé

La Isla de Siltolá