¿Qué significa pensar materialmente una fotografía?, ¿acaso cuando hablamos de materialidad fotográfica nos referimos solo a los soportes, compuestos químicos, procesos, técnicas, lentes o cámaras fotográficas? ¿Es posible considerar la materialidad fotográfica desde una óptica más amplia en donde dichas determinaciones técnicas y químicas se entrecruzan con determinaciones económicas, filosóficas y culturales?

La materialidad fotográfica es un modo de comprender la fotografía en tanto objeto material, técnico, cultural y estético. Es, a su vez, una forma de abordaje que permite dar cuenta de las fotografías, de describirlas e interpretarlas atendiendo, primeramente, a su composición y estructura material. Podríamos decir también que se trata de una metodología de trabajo que intenta hacer frente a la complejidad que constituye a los objetos fotográficos. La materialidad fotográfica pone de relieve que la fotografía es un objeto múltiple, compuesto por diversos elementos físicos, químicos, técnicos, estéticos, económicos y políticos; y es la relación entre estos elementos lo que conforma a cada objeto fotográfico. Esta perspectiva señala que lo fundamental en el análisis de las fotografías es advertir su dimensión material, ya que es en ella y a partir de ella que las fotografías cobran existencia. Al indicar la complejidad material, técnica y significante que hace a las fotografías, este modo de aproximación prefiere referirse a ellas, antes que como imágenes, como artefactos en los que confluyen distintas determinaciones. Estos términos permiten resaltar el carácter material y técnico que hace a dichos objetos y no el carácter representativo o referencial que históricamente ha predominado en su interpretación.

La materialidad de las fotografías se puede definir desde diversas disciplinas.

Cada una de estas aproximaciones resalta ciertos aspectos de los objetos fotográficos que enriquecen la manera de estudiarlos y aproximarnos a ellos. Desde la física, la materialidad fotográfica alude a cierta masa y volumen que ocupan un determinado espacio y que poseen una energía que cambia de manera constante. Para la química, la materialidad fotográfica está en el orden de los compuestos, las sustancias y las reacciones que acontecen en estos fenómenos físicos cargados de energía. Desde otro horizonte epistemológico, la historia del arte y de la fotografía proponen, siguiendo a Petra Lange-Berndt, que la materialidad de estos objetos no refiere tanto a lo que se entiende por materia prima sino a las sustancias que están sujetas a cambios permanentes, ya sea debido a una manipulación, a la interacción en un entorno o, en relación con las así llamadas ciencias exactas, a la vida dinámica de sus reacciones químicas (Materiality. Documents of Contemporary Arts, 2015). La filosofía señala, desde la aproximación de los nuevos materialismos y las perspectivas postfundacionales, que la materialidad fotográfica es una ontología relacional en la cual existe una materia vibrante (Bennett, Vibrant Matter, 2010) en la que interactúan múltiples agencias humanas y no humanas en una intra-acción constante (Barad, Meeting the Universe Halfway, 2007). La antropología y los estudios sobre cultura material también destacan el lugar determinante que tiene la materialidad fotográfica, entendida como parte de una conceptualización más amplia de la cultura y las dinámicas sociales en las cuales la materia de estos artefactos se ve envuelta (Miller, Materiality, 2005). Por su parte, desde una visión pragmática, la conservación refiere a la materialidad como una estructura multilaminar que hace a cada fotografía en tanto objeto patrimonial y que se encuentra determinada por sus condiciones medioambientales de guarda, uso y exhibición. Todas estas disciplinas confluyen en un análisis que entiende a las materias fotográficas como significativas. Es por esto que el abordaje desde la materialidad fotográfica, tal como nosotras lo entendemos, intenta revisar no solo la tradición de los análisis técnicos y químicos de la fotografía sino también volver la mirada sobre un enfoque filosófico que se pregunte una y otra vez por la ontología fotográfica y su incidencia en los estudios históricos, estéticos y socio-culturales de dichos objetos.

Independientemente de cada aproximación disciplinar, la materialidad de la fotografía está determinada por las condiciones que hacen a la facticidad material de los objetos fotográficos, es decir, al modo en cómo se constituyen empíricamente.

De acuerdo con esta condición, la fotografía puede ser estudiada de modo interdisciplinar a partir de una interrogación por las condiciones de producción, por los diversos usos en los cuales estos objetos se ven involucrados, por las sensibilidades y figuraciones que generan, así como también por la ontología que subyace a la consideración de los mismos. La materialidad fotográfica intenta dar cuenta del carácter agencial de los propios materiales fotográficos, de su capacidad de transformar, generar y destruirse a sí mismos. Desde esta perspectiva, la materia funciona como un principio activo que es capaz no solo de modificar la morfología de los objetos fotográficos sino los sentidos históricos, políticos y económicos que hacen a su dimensión cultural. En este sentido, acordamos con Susanne Witzgall en que “la materia, los materiales y las materialidades (fotográficas) no son solo portadoras de signos y significados, o se constituyen a través de estos, sino que juegan un rol en la generación de los propios sentidos y en la constitución de la realidad" (en Power of Materia/Politics of Material, 2014).

A su vez, el texto de Paula Bertúa "Espacio, tiempo y materia”, que forma parte de este libro, permite señalar la complejidad que supone la pregunta por la materialidad fotográfica. De acuerdo con la autora, la materia puede ser concebida o bien como "elemento potencial indeterminado" o bien como la actualidad concreta de los materiales; a la vez que opera como un eje de interrogación para las ciencias y la filosofía. La materialidad se inscribe así como un eslabón que permite explicitar lo potencial y lo actual que se juega en los objetos fotográficos y en los modos en cómo se construye el conocimiento científico sobre la propia materia.

* Juliana Robles de la Pava es licenciada en Artes (UBA) y docente universitaria; magister en curaduría (Untref), becaria doctoral del Conicet y doctoranda en Historia y Teoría de las Artes (UBA). Clara Tomasini es fotógrafa, licenciada en Artes y doctoranda en Historia y Teoría de las Artes (UBA), becaria doctoral del Conicet e investigadora de la Untref. Fragmento de la introducción del libro La profundidad de las superficies, compilado por ambas, que acaba de ser publicado por la editorial Artexarte.